El fracaso no tan fracaso de la UE con las vacunas
La UE está teniendo dificultades evidentes para asegurar el suministro de vacunas y para implantar una estrategia sanitaria consensuada. Pero también ha hecho cosas bien.
Operación de rescate en prime time. El presidente francés, Emmanuel Macron, apareció en miles de salones franceses el martes 2 de febrero alrededor de las 20:30, para sorpresa de muchos telespectadores. Los motivos fueron dos: insistir en el papel central que ocupa Francia en Europa y, sobre todo, defender la estrategia de vacunación europea.
Un cuarto de hora antes, era la canciller alemana, Angela Merkel, quien aparecía en la televisión de su país para conceder una entrevista inesperada. Al igual que el presidente francés, Merkel quiso responder a las inquietudes de la opinión pública sobre el retraso en el suministro y la administración de las vacunas en todo el continente.
El viernes, los dos dirigentes dieron una rueda de prensa común en el marco del Consejo franco-alemán de Defensa y Seguridad, un evento anual que sirve de plataforma para debatir la cooperación entre estos dos países. Este año, como no podía ser de otra manera, el coronavirus y las campañas de vacunación se colaron en el orden del día y ambos volvieron a defender la estrategia de vacunación, al tiempo que lanzaron un mensaje de esperanza con la próxima aceleración de la producción y administración de las vacunas: “Marzo será mejor que febrero, y abril, mejor que marzo”, dijo Macron.
En Alemania, el periódico Bild, que es el más leído del país, ya ha tachado de fracaso la estrategia común de vacunación en la Unión Europea, y las críticas han salido también desde el propio Gobierno de Merkel. En una entrevista publicada el 1 de febrero en el Süddeutsche Zeitung, el vicecanciller Olaf Scholz acusó directamente a la Comisión Europea de ser responsable de la escasez de vacunas.
“En cuanto a la compra de las vacunas, es la Comisión la que negoció. Si la Comisión hubiera solicitado más medios financieros, nosotros habríamos aportado el dinero necesario”, declaró. Al otro lado del espectro político, el presidente de la Unión Social Cristiana, Markus Söder —a menudo citado como posible sucesor de Merkel— criticó el viernes 29 los “procedimientos burocráticos típicamente europeos”.
Acuerdos demasiado tardíos, falta de inversión financiera, falta de dosis, falta de transparencia... Las críticas que ha recibido el ejecutivo europeo, que negoció los contratos con las farmacéuticas en nombre de los 27 Estados miembro y aseguró 2200 millones de dosis (para 450 millones de europeos) son numerosas.
Y, por supuesto, las comparaciones con el Reino Unido son odiosas. En el Reino Unido, el porcentaje de habitantes que han recibido la primera dosis ya llega al 16%, mientras que en la Unión Europea la media es de apenas el 2′5%. “Comprendo la decepción de la población”, ha admitido Merkel. “Todo el mundo pensaba que, en vistas de la cantidad de dosis compradas, llegarían más rápido”.
Lo cierto es que las críticas a Bruselas no son algo nuevo. La lentitud de su actuación al inicio de la pandemia, cuando los italianos se sintieron abandonados por Bruselas, sigue suscitando críticas y rencores. “La Comisión Europea tardó muchos días en darse cuenta de la crisis que ya teníamos encima. La presidenta [der Leyen] no supo ver la magnitud del problema”, recuerda Édouard Simon, especialista en materia europea, aunque señala: “Pero ¿alguien supo hacerlo bien?”.
Al final, esta primera crisis duró unos días, según la directora de investigaciones del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS). Sin embargo, le hizo un gran daño a la imagen de la Europa solidaria. Francia y Alemania, por ejemplo, prohibieron exportar material médico a Italia, el país que por entonces era el más afectado por el coronavirus.
Desde entonces, las críticas solo cesaron temporalmente con la adopción de un enorme plan de recuperación común. Casi un año más tarde, las críticas se centran en una persona en concreto: Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
“El principal problema de la presidenta de la Comisión es que insiste en depender demasiado de la relación francoalemana. Lo que necesitamos es una Comisión Europea que recupere su especificidad institucional y su iniciativa política”, explica Édouard Simon, dando voz a “un sentimiento cada vez más extendido” en Bruselas.
Pero ha sido sobre todo la actitud de la UE en lo relativo a la exportación de la vacuna a Irlanda del Norte lo que ha terminado de empañar la imagen de Von der Leyen. Ante el retraso en el envío de las dosis desde el laboratorio de AstraZeneca, la UE se puso manos a la obra para controlar el reparto de la vacuna y prohibir las exportaciones “no legítimas”. Desde Europa se temían que Irlanda del Norte se convirtiera en una puerta trasera para la entrada de dosis en el Reino Unido, por su especial situación tras el Brexit, y su solución inicial fue implantar controles para evitarlo, aunque ya han rectificado.
“La decisión de implantar una frontera con Irlanda del Norte fue un grave error”, opina Édouard Simon: “Políticamente le ha venido muy mal a der Leyen”.
En un artículo de opinión publicado en la edición francesa del HuffPost, el especialista en materia europea Patrick Martin-Genier sostiene que el cargo de der Leyen a la cabeza del ejecutivo europeo se tambalea. “Debilitada y tratando de ocultar sus fracasos, ciertas personas consideran que no da la talla para ejercer sus funciones y que Emmanuel Macron estaría buscando a algún candidato capaz de afrontar las mayores responsabilidades del cargo”, escribe Martin-Genier, profesor de Derecho Público en el Instituto de Estudios Políticos de París.
Por otro lado, para un importante número de expertos, las dificultades de la UE a la hora de implantar una estrategia sanitaria consensuada no deberían eclipsar otros grandes avances realizados durante la pandemia. El plan de recuperación es uno de esos grandes logros, pero no el único.
“La respuesta de la UE al plan económico ha sido mucho más satisfactoria que la del plan sanitario”, considera Édouard Simon. “El flujo de productos alimentarios no se ha interrumpido en ningún momento. La UE ha adoptado un plan de mercado interior que no existía antes”, aplaude el investigador, que señala también la suspensión del Pacto de Estabilidad y el desbloqueo de las ayudas económicas.
Más allá de las medidas de urgencia, el giro más importante es casi de orden filosófico. Si el anuncio del plan de recuperación común fue “histórico” para los eurófilos, su materialización promete un cambio de paradigma en las políticas económicas de Bruselas.
“No es la primera vez que los 27 Estados miembro adquieren una deuda conjunta, pero al ser una cantidad de estas proporciones, su futuro va a quedar ligado para los próximos veinte o treinta años”, expone Simon. “No solo va a servir para afrontar los efectos del primer confinamiento, sino también los desequilibrios que ya existían antes de la pandemia”, puntualiza el experto, que vaticina “un cambio fundamental de la economía europea” si se mantiene la estrategia en el tiempo.
“La crisis de la zona euro tiene unas causas estructurales y se está haciendo un esfuerzo para corregirlas, no con políticas de austeridad como le impusimos a Grecia, sino con inversión”, comenta Simon.
Un nuevo enfoque que no habría podido ponerse en marcha sin el giro de la canciller alemana durante la primavera pasada, cuando “Alemania comprendió que la supervivencia de la construcción europea estaba en juego”.
Desde un punto de vista más global, la llegada del coronavirus parece que creó un terreno favorable para el surgimiento de esta nueva solidaridad europea. Así lo demuestra la compra conjunta de vacunas para todo el continente. Sin esta compra conjunta, es probable que los países más ricos, como Alemania o Francia, se hubieran asegurado las primeras dosis, alargando todavía más las penurias de los países menos pudientes.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.