"El ecologismo existía antes que Greta Thunberg": esto es lo que se va a encontrar la activista en la Cumbre del Clima
"Es un ejemplo del paternalismo de Occidente", "ha servido para movilizar a los más jóvenes", "la están utilizando"... Y otras cosas que opinan sobre la adolescente en la COP25.
Greta Thunberg ya está en Portugal, pero Madrid—donde se celebra la Cumbre del Clima— sigue a la espera. La joven activista ha decidido quedarse unos días en Lisboa y acudirá a la capital española el viernes para participar en las movilizaciones que tendrán lugar ese día. Greta no tendrá un papel especial en la COP25, a pesar de ser uno de los rostros más conocidos en la lucha contra la emergencia climática, y algunos empiezan a cuestionar lo que hay detrás de su discurso.
Mientras la joven echaba el ancla en Lisboa, líderes mundiales, observadores, organizaciones de la sociedad civil y periodistas seguían de aquí para allá recorriendo los 113.000 metros cuadrados que tiene el recinto donde se celebra la COP25 y participando en las actividades organizadas. A pesar de su éxito mediático, Greta no es, ni mucho menos, protagonista de la Cumbre. “No tenemos ni idea de lo que hay previsto ni de si vendrá aquí o no”, señalan fuentes cercanas a la organización.
A pesar de que el nombre de la adolescente de 16 años apenas se escuche en la Zona Azul de Ifema—aquella destinada a actividades y charlas institucionales—, quienes sí que esperan con algo más de ilusión su llegada son los participantes en la Zona Verde —con eventos para la Sociedad Civil—. Pero las opiniones son muy variadas: el relato de la joven luchadora por el cambio climático lo compran los jóvenes, pero no así los más mayores, que dudan de lo que podría haber detrás de la enternecedora historia de la niña que comenzó a hacer huelga los viernes para plantarse frente al Parlamento sueco y pedir soluciones para el planeta.
¿Es Thunberg un producto mediatizado y utilizado para otros intereses? Esto es lo que se pregunta Teresa, una de las voluntarias que ha venido dos días para ayudar en la organización de eventos. “Me parece muy bien que visibilicen los problemas climáticos, pero creo que la están utilizando”, lamenta, “es una niña pequeña que debería estar jugando, ligando y pasándolo bien”. Teresa pasa los 60 años y a su lado otra voluntaria, Eugenie, mucho más joven, explica que “al menos está concienciando a la gente, y eso es bueno, aunque las formas no sé si son las mejores”.
Como Eugenie, los más pequeños siguen defendiendo el papel de Thunberg. Nieves, de 20 años, ha venido de Alicante para seguir la COP25 y opina que es muy importante “que una chica tan joven se interese por el medio ambiente y por la emergencia climática”. Y desea que haya más como ella: “Me parece muy bien que la población más joven nos concienciemos, porque si no lo hacemos nosotros no lo va a hacer nadie”.
Este pensamiento no lo tienen únicamente los jóvenes españoles. Elijah, Jessman y Jidah son tres activistas extranjeros por el clima. El primero, de 15 años, viene de Londres sólo para la COP25. Las chicas, de 18 y 19 respectivamente, han volado desde Bélgica para seguir de cerca las negociaciones y así no dar tregua a los líderes mundiales. Greta es un ejemplo para los tres: “Ha puesto presión y ha acelerado el proceso de movilización, ha conseguido que nos movamos rápido y ha sido un punto de inflexión”. “Se trata de una emergencia climática que necesita que actuemos ya y Greta sólo ha dicho verdades”, aseguran entre actividad y actividad en la Zona Verde.
No todos esperan a Greta con la misma ilusión
Pero no todo son halagos para la joven sueca. Más allá de los agradecimientos de los jóvenes, algunos de los cuales han empezado su activismo social gracias a ella, los más mayores dejan un claro mensaje: “La lucha por el cambio climático existe antes de Greta Thunberg”.
Es casi un mensaje común de todos los entrevistados que pasan los 30 años, aunque todos reconocen la visibilidad que ha dado la activista a este problema global. “Es un personaje controvertido porque estamos en una época de hiperliderazgos, pero la lucha contra el clima no se descubre ahora”, cuenta Encarnación Pizarro, observadora de Comisiones Obreras en la COP, mientras descansa frente a un panel de actividades sobre la agenda 2030. Reclama el papel de las organizaciones que “llevan luchando muchos años” contra una lacra que ahora sí está en el centro de las agendas políticas “porque de repente ha surgido un personaje atractivo mediáticamente”.
Reconoce, eso sí, el aspecto positivo de esto: “Ha visibilizado el trabajo que se lleva haciendo durante años y ha puesto al día a personas que no tenían contacto con esta lucha”. Pero duda sobre “la utilización de una joven de 16 años por parte de algunos organismos internacionales para blanquearse”.
También en la Zona Verde se encuentra el stand de Recida, una red española de bibliotecas verdes y concienciación ambiental que divulga información sobre la emergencia climática. Las tres mujeres que regentan el puesto, ofrecen libros para ojear. Entre ellos, tres biografías de la joven Greta. “Es verdad que es un revulsivo para la gente, ha movido a la juventud”, opina una de ellas.
Su compañera, en cambio, cree que “detrás hay unos padres que han determinado la razón de existir de una niña con una sensibilidad especial y unos condicionantes de salud especiales”. Pero admite, como sus compañeras, la visibilidad que ha dado al movimiento el hecho de que la joven sea tan mediática: “Es muy difícil que el ser humano piense en dos generaciones más allá. Piensan en el futuro de sus hijos pero no se preguntan si sus nietos vivirán a 40ºC: “Quizá Greta sí que haya llevado a los más jóvenes la lucha, pero eso no quita que esté explotada y mediatizada”. Y sentencia: “Hay que dejar en paz a Greta Thunberg y poner el foco en personas como Trump”.
Los indígenas tienen otras preocupaciones: “Es un ejemplo del paternalismo de Occidente”
Cuanto más se aleja uno de Occidente, menos interés encuentra en Greta. Mario Agreda, un líder indígena que ha sido protagonista del día por su crítica al alcalde de Madrid, cree que la joven “es un ejemplo del paternalismo de Occidente, que tiene que dejar de mirarse el ombligo”. “Me parece muy bien que esté, pero esta lucha lleva existiendo muchos años por parte de gente como los indios, que llevamos décadas hablando de medio ambiente”, asegura Agreda visiblemente enfadado por esta falta de reconocimiento a su pueblo.
Pero no critica directamente a la joven, sino a “instituciones occidentales que la utilizan para lavar su imagen y sus culpas”. A pesar de eso, agradece que la presencia de Greta en la lucha ecologista haya servido “para llamar la atención o concienciar”, aunque cree que hay voces más legitimadas para representar al movimiento global: “La pobre niña debería estar con sus padres y estudiando. No creo que sepa realmente a lo que se expone ni creo que tenga información de situaciones más complicadas como la consecución de litio por las transnacionales o los problemas geopolíticos e intereses económicos”.
Greta llegará previsiblemente el viernes a Madrid, a pesar de que la Cumbre ha empezado hace ya dos días. Y, de momento, lo único que se sabe es que participará en la manifestación por el clima que tendrá lugar ese mismo día en el centro de la capital. Mientras tanto, a escasos kilómetros, aquellos que tienen el mundo en sus manos, seguirán negociando sobre el futuro de esta joven y el de todos.