El día más grande de Rafa Nadal
El español se consagra como el tenista masculino más laureado de la historia con 21 Grand Slam.
No todos los días se levanta uno enfrentándose a la posibilidad de hacer historia. Por eso, Rafa Nadal nunca olvidará el 30 de enero de 2022.
Porque no ha sido un domingo cualquiera. Era el final de un camino largo y tortuoso, que ha transitado con el escafoides del pie izquierdo partido, una lesión que hace no mucho le hizo pensar en la retirada.
Tan lejos y tan cerca. Porque fue en septiembre, hace apenas cuatro meses, cuando Nadal aparecía en muletas tras tratarse la displasia que sufre en ese pequeño hueso de su pie izquierdo.
Por eso el tenista español ha llegó al azul de Melbourne consciente de la trascendencia del reto al que se enfrentaba. Lo hizo el primer día de torneo, cuando ni sospechaba que podía llegar tan lejos, y lo hizo este domingo, ya en la final.
Al final del túnel de acceso a la pista le esperaba un doble desafío: superar el dolor y alcanzar la gloria. Lo que no sospechaba Nadal (o quizás sí) es que le iba a tocar sufrir más de la cuenta.
Porque de su imagen calentando en las entrañas de la Rod Laver a la de él levantando el trofeo han pasado más de cinco horas y media.
Un calvario para cualquier ser humano. Una gesta que Nadal no olvidará.
Ni tampoco su rival, el ruso Daniil Medvédev, ese joven larguirucho de casi dos metros y 25 años que es ya presente (es número dos del mundo) y está llamado a ser futuro del tenis.
El moscovita no sólo tuvo que enfrentarse al ímpetu competitivo de Nadal, sino a la oposición frontal del público, totalmente volcado con el español.
Esto no fue óbice para que a las dos horas ya fuera ganando el partido por dos sets a cero (2-6 y 6-7).
Porque enfrente estaba un Nadal nervioso, que se dejaba puntos por errores propios más que por grandes aciertos de su rival, sobre todo en el primer set.
Peleó con dureza el segundo hasta estar a punto de empatar el partido, pero en el ‘tie-break’ Medvédev se impuso con claridad.
Y entonces, como quien corona un puerto y por fin puede bajar, Nadal se dejó llevar. Parecía que no había estado sudando la gota gorda hasta aquel momento.
Su juego dio un giro y con él, el partido. Medvédev no daba crédito y comenzaba a desesperarse. Cada punto que Nadal conseguía era celebrado con júbilo por la grada y él respondía con ironía aplaudiendo también y haciendo gestos a los espectadores. Abucheos.
Y de aquel 3-2 para el ruso con 40-0 para aumentar su ventaja, Nadal le dio la vuelta a la situación como si fuera un calcetín.
6-4. Set para Nadal. Y de nuevo 6-4. Empate.
Medvédev no daba crédito. Aquel señor diez años más mayor que él le estaba aguantando el tipo físicamente, pese a tener un pie roto.
La balanza se había decantado definitivamente para el español y el ruso sólo pudo nadar hasta morir en la orilla.
Mientras, Nadal culminaba su día más grande y lograba una doble gesta: ser el primero en remontar un 2-0 en contra en una final del Open de Australia, y consagrarse como el mejor tenista masculino de la historia.
Suma ya 21 Grand Slam, uno más que Djokovic y que Federer, quien felicitaba a su “amigo y rival” a través de Instagram con este elegante y sentido mensaje:
También Djokovic, protagonista por su negativa a vacunarse y su expulsión de Australia, ha felicitado a Nadal por su gesta: “Increíble logro. Impresionante el espíritu de lucha que prevaleció otra vez”.
Y España se olvidó por un rato de Tanxugueiras, de Rigoberta, de Chanel y del dichoso jurado y cambió el Benidorm Fest por el Manacor Fest.