El cambio climático llega a las finanzas del mundo
En medio de una crisis económica y al borde de la catástrofe climática, la respuesta tiene que ser conjunta, sólida y global.
Por su propia naturaleza, el clima influye prácticamente en todos los aspectos de nuestra vida. Del mismo modo, el cambio climático y sus consecuencias están transformando hábitos, paisajes y actitudes en todo el planeta.
El mundo de las finanzas —especialmente el de las finanzas para el desarrollo— no es ajeno a esta realidad. Los proyectos que financiamos están cada vez más asociados a necesidades concretas de mitigación y adaptación al cambio climático.
Esta realidad ha ido ganando espacio en nuestras actividades, al punto de que ya prácticamente todos los bancos de desarrollo del mundo se guían por estas consideraciones para negociar sus créditos o desarrollar nuevos productos financieros. Ya hay seguros, bonos, fondos, cláusulas especiales y varios productos más especialmente diseñados para que individuos, empresas y países estén preparados para un mundo en el que los fenómenos climáticos tienden a hacerse más intensos y más frecuentes.
En medio de este panorama, ha ido avanzando la idea de que el cambio climático debería ser una consideración en todos los aspectos del sector financiero. Es decir, debería hacerse transversal a todas nuestras actividades.
Esta es la razón por la que hace seis años, durante la firma del Acuerdo de París por el clima, más de 20 instituciones financieras de todo el mundo crearon la Iniciativa de Instituciones Financieras para la Acción Climática.
La iniciativa busca generar trabajo colaborativo en red entre las instituciones participantes, aprender unas de otras e intercambiar conocimiento entre sí y con la comunidad empresarial y financiera en general, difundir buenas prácticas y lecciones aprendidas y colaborar en áreas de interés común.
Hoy la iniciativa ya cuenta con más de 50 adherentes, que siguen estos cinco principios: compromiso con estrategias climáticas, manejo de riesgos climáticos, promoción de objetivos climáticos inteligentes, mejora del desempeño climático y rendición de cuentas sobre acción climática.
El compromiso con las estrategias climáticas debe empezar por los niveles más altos de la gerencia y, además, definido en estrategias y políticas específicas y con objetivos claros y medibles, integradas en todas las actividades de la institución.
El manejo de riesgos climáticos implica hacer una revisión exhaustiva de la cartera de créditos, tanto los aprobados como los que están en proceso. Y también trabajar con los clientes para encontrar formas de enfrentar los impactos climáticos y construir resiliencia y sostenibilidad.
La promoción de objetivos climáticos inteligentes pasa por involucrar a todas las partes del negocio en el desarrollo de productos especializados, como los bonos verdes, riesgo compartido o financiamiento combinado.
Para cumplir con el principio de mejorar el desempeño climático es importante contar con indicadores adecuados que permitan monitorear de qué forma se priorizan las actividades relacionadas con cambio climático y hasta la propia huella de carbono de la institución.
La información abierta y transparente es la base de una rendición de cuentas que refleje el financiamiento de iniciativas de energía limpia, adaptación al cambio climático y otras actividades que contribuyan a los objetivos de la acción climática.
Por esta historia y este compromiso, hace unas semanas nos sumamos formalmente a la Iniciativa de Instituciones Financieras para la Acción Climática y adoptamos los cinco principios que mencioné antes.
Ante los desafíos que plantean a todo el planeta la crisis sanitaria y económica provocada por el covid-19, y las consecuencias ya muy visibles y reales de los efectos del cambio climático la única solución es actuar en conjunto.
Iniciativas como COVAX, para hacer llegar las vacunas a países menos desarrollados, esta alianza de instituciones financieras por la acción climática, y otras, como el compromiso de los bancos de desarrollo de todo el mundo a actuar más en conjunto, son un indicio alentador.
En medio de una de las crisis económicas globales más grandes y al borde de la catástrofe climática global si no actuamos pronto y eficientemente, la respuesta tiene que ser conjunta, sólida y global.
Más allá de sistemas políticos y de tendencias ideológicas, el destino de la humanidad es común a todos los integrantes de la especie. Si trabajamos juntos, estoy seguro de que será un destino de esperanza y progreso.