El arte de ir despacio

El arte de ir despacio

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Nueva York, ciudad que se mueve rápido. La prisa se aprecia en los rostros que no se encuentran, en las miradas que apuntan lejos queriendo llegar pronto a la meta, en el café que se bambolea porque se toma en el camino, en el ritmo acelerado de pasos que saltan al vagón más cercano. Pero en esta ciudad que siempre se reinventa, también se descubren otros ritmos, el M15 es una muestra de ello.

Conocí al M15 en un enero invernal, me llevaba al hospital tres veces por semana. Este bus que circula de Sur a Norte, entre el muelle de ferris y el este de Harlem, moviliza diariamente un promedio de 55 mil pasajeros que en su mayoría necesitan ir despacio. Es el bus de los niños que van o vienen de la escuela, de los ancianos que se mueven solos, de los jubilados que van a sus trámites, de los discapacitados y de los enfermos. Es el bus de los que no pueden ni necesitan ir más rápido, pero sí protegidos.

Mientras viajaba en el M15 diseñé varias distracciones. Una era calcular cuántos pasos se requerían para subir o bajar del bus, cuántos pasos para llegar al puesto, cuántos minutos para levantar o descender la plataforma con silla de ruedas o el tiempo de acomodar a uno, dos, tres coches, o seis niños escolares. Calculé cada tiempo, para recordar que aun en una de las islas más densamente pobladas del mundo; para estas personas la rapidez del transporte público no era el atributo más importante.

En América Latina, las redes de transporte poco se planifican y diseñan a partir de la inclusión. Por el contrario responden al perfil de usuario predominante y a los criterios de reducción de menor tiempo y mayor velocidad. Gran parte de los problemas de transporte están relacionados con la inequidad en el acceso físico al espacio, bien sea por los diseños inadecuados o por las limitaciones físicas para abordar el vehículo. El simple hecho de ejercer el rol de usuario de transporte público o peatón, es un gran reto para un niño, un adulto mayor o una persona con discapacidad. Con más frecuencia escuchamos los llamados de incluir a la mayoría y esto implica atender a las minorías diversas en bloque. En esta tarea debemos estar atentos pues permanentemente nos tientan a focalizar la atención en alguna minoría, con el riesgo de producir mayor segregación dentro de nuestra sociedad.

Incluir a las minorías en el diseño de las redes de transporte implica comprender sus necesidades y aportar soluciones que combinen accesibilidad con comodidad, seguridad y confiabilidad.

Para la región sigue siendo un reto contar con sistemas de transporte que combinen servicios que puedan atender distintas necesidades, tratando de incluir a todos y atendiendo a los más vulnerables. Eduardo Vasconcellos nos recuerda en sus constantes reflexiones la urgencia de resolver tres grandes problemas de movilidad: accesibilidad al espacio, seguridad en el tránsito y calidad en el servicio. El reto es grande, y grande es la deuda que aún tiene el transporte en la región, empezando porque no logramos superar la planificación tradicional de transporte, ni logramos consolidar un nuevo modelo que integre las tres esferas: urbana/uso de suelo, transporte y circulación.

Incluir a las minorías en el diseño de las redes de transporte implica comprender sus necesidades y aportar soluciones que combinen accesibilidad con comodidad, seguridad y confiabilidad. El proceso de planificación debe incluir lineamientos y criterios que permitan establecer dónde, cuándo y cómo serán integrados los servicios para asegurar el éxito de la inclusión en transporte.

¿Qué podemos enseñar a las nuevas generaciones de planificadores de redes o ingenieros, sobre la importancia de contar con servicios para la diversidad de usuarios y diversidad de ritmos? ¿Hacia dónde dirigir los esfuerzos para re diseñar las políticas e instituciones de transporte? ¿Cómo propiciar cambios curriculares que nos permitan desarrollar profesionales integrales?

El M15 sigue circulando despacio entre la 1ra. y 2da. Avenida de Manhattan, lo acompaña un servicio "Select" para los que llevan algo de prisa y más recientemente una nueva línea subterránea del metro que circula desde enero del 2017 justo debajo del canal por el que circulan los buses, para los que van muy apurados. Bienvenida la accesibilidad, los distintos ritmos y la diversidad.