Eduardo Mendoza: "¿Hasta qué punto los 40 años de dictadura no fueron lo que nosotros somos y nos gusta ser?"
Por WMagazín
Unas doscientas personas disfrutaron aquella tarde de un Eduardo Mendoza en estado puro. Los hizo reír, les contó detalles de su vida y rutinas de su escritura con desparpajo y los invito a pensar. A reflexionar sobre por qué los españoles permitieron vivir cuarenta años bajo una dictadura. Fue el martes 18 de septiembre en una conversación con Javier del Pino sobre su nueva novela: El rey recibe (Seix Barral). La primera de una serie, "una tetralogía de tres o de cuatro, pero las llamaré así porque es la moda".
Eduardo Mendoza en el Espacio Fundación Telefónica. /Fotografía de Lisbeth Salas
El Espacio de Fundación Telefónica, en Madrid, fue el escenario de este encuentro donde Mendoza (Barcelona, 1943) empezó hablando con entusiasmo de su espíritu de sentirse extranjero, de viajar, de conocer, de asombrarse y de empezar la vida cada vez que puede. Esa mirada es la de Rufo Batalla, su alter ego en El rey recibe. La de un periodista que a finales de los años sesenta se va de la España sombría del franquismo rumbo a Nueva York. A la ciudad que aún no es lo que es hoy. Rufo empezará a ser testigo de los hechos que cambiarán el mundo, la vida, no tanto los grandes acontecimientos como los pequeños cambios que son los que trascienden en la gente y transforman la existencia. Es la evolución del último medio siglo a través de los ojos de ese hombre que huye y busca y sueña. Realidad, ficción y autobiografía en una novela que ya tiene cien mil ejemplares en las librerías.
Mendoza, Premio Cervantes 2017, mantiene un idilio con los lectores desde los años setenta. Él es el responsable de abrir una nueva narrativa y forma de abordar la literatura y, especialmente, de mirar y reencontrarse con la propia España, tanto por parte de los autores como de los lectores. Ese camino lo abrió con La verdad sobre el caso Savolta. Una obra que no solo fue su debut en 1975, poco antes de la muerte del dictador Francisco Franco, sino que abrió un camino nuevo para la narrativa de España. Su obra, en general, se caracteriza por su mirada de fondo, crítica, amenidad, claridad narrativa y un estilo esparcido de ironía y humor. Desde aquel debut, Mendoza siempre ha gozado de la crítica especializada y del favor del público.
Ahora sí los mejores momentos de la conversación de Eduardo Mendoza con Javier del Pino, por cortesía del Espacio de Fundación Telefónica (puedes ver la charla completa en este enlace):
1. "Hay que ver lo bien que estábamos sin hacer todo esto del procés"
Eduardo Mendoza: Las dos cosas me dan mucha tristeza. Me parecen malas e innecesarias, y me da más tristeza lo innecesario. Hay que ver lo bien que estábamos sin hacer todo esto...
El Brexit me queda más lejos, pero no dejo de sentirlo... Es como si te dijeran: 'Pues ahora no te queremos'. Y no hay ninguna razón para este gesto. Pero que hagan lo que quieran.
2. Pequeños grandes cambios
La novela El rey recibe recuerda que los pequeños acontecimientos son los que cambian la vida y es a lo que asiste Rufus Batalla el protagonista.
Eduardo Mendoza: Pienso contar un momento en que alguien dijo: 'Me he comprado un ordenador personal'. Y otro le contestó: 'Esto no sirve para nada'.
-¿Y para qué sirve?
– Me hace compañía.
Incluso le había puesto nombre... Robert o no sé qué...
3. "Me da pereza escribir, y tengo la misma disciplina de antes: ninguna"
Javier del Pino: ¿Eres disciplinado escribiendo o te da pereza?
Eduardo Mendoza: Me da pereza, y tengo menos capacidad de concentración; y la misma disciplina: Ninguna.
Los escritores de ficción tenemos un método de trabajo lamentable de perder muchísimo tiempo. Es la profesión con un índice de productividad muy bajo.
Si alguien escribe una página al día al cabo de un año tendría un libro de 365 páginas. Pero yo saco un libro cada tres años, así es que hay que ser muy vago, muy vago.
Me pongo frente a la hoja en blanco y pienso: 'Hay que bajar a comprar leche'. Y bajo. Luego en el camino pienso: 'Tendría que trabajar en cuanto llegue'. Llego y pienso: 'Y si llamase a esta persona que hace tiempo...'.
Y cuando llevo tres horas y media digo: '¡No puede ser, no puede ser!'. Escribo algo, y al final del día pienso: 'Menos mal que ha sido un día verdaderamente fructífero'.
4. "Los latinoamericanos hacían en Barcelona lo que yo quería hacer cuando me fuera"
Javier del Pino: ¿Qué tenía Barcelona a comienzos de los setenta con ese pozo anarquista que describes y que te ha permitido describir España? Aunque uno pensaría que para describir el tardofranquismo, como haces en la novela, habría que estar en Madrid.
Eduardo Mendoza: Barcelona era una ciudad muy característica de la época. Una ciudad alejada del centro del poder y la burocracia, casi como un barco a la deriva. Allí no llegaba la normativa o se quedaba por Zaragoza. Era una ciudad con un gran espíritu de libertad, estaban muchos movimientos, incluso la famosa Gauche divine que fue un movimiento aparentemente frívolo, pero suponía cambios en las actitudes y la forma de ver el mundo. Una ciudad dedicada al diseño, a la música, una ciudad alegre donde, además, habían ido a parar... el centro del mundo de la novela. Habían ido allí todos los autores del boom latinoamericano. Era el momento más interesante que estaba pasando y sucedía en Barcelona, en sitios pequeños y era una ciudad viva y muy interesante a ratos, y a ratos muy aburrida y gris, sobre todo para los que estábamos allí. Los latinoamericanos hacían lo que yo quería hacer cuando me fuera. Hubo una importante migración como la mía de barceloneses a Nueva York.
5. Con Ronald Reagan y Felipe González
Javier del Pino: Me cuentan que usted fue el intérprete en un encuentro entre Ronald Reagan y Felipe González.
Eduardo Mendoza: No es ningún secreto, hay fotos en Youtube. Acompañé a Felipe González en el año 83. Era su segundo viaje, por eso fui yo. Como el anterior régimen tenía pocos contactos internacionales no existía un departamento de intérpretes adscrito a la Presidencia como el que tienen todos los gobiernos.
Y antes de esto Felipe González hizo un viaje internacional donde se buscaba la integración de España en la Unión Europea, era un momento delicado y el intérprete que llevaron metió la pata y creó un pequeño conflicto. Entonces con el encuentro con Reagan dijeron 'aquí hay que hacer algo'. Había que convercerles de que España era un país democrático y no iba a haber ninguna revolución.
Yo había regresado a Barcelona y seguía trabajando como intérprete. Me dijeron que si quería acompañar a González en ese viaje y dije "Bueno". Siempre digo Bueno y luego me arrepiento.
Estuvimos en la Sala Oval, en el Ala oeste de la Casa Blanca.
No pasó nada extraordinario. Yo traduje lo mejor que podía. No es que se tratasen asuntos vitales, esos se tratan de otra manera, no en una charla y luego un almuerzo. Pero sí establece el contacto personal que es importante. En el futuro, pase lo que pase, ya hay una referencia personal. Es fundamental que se establezca ese contacto.
Estábamos allí haciendo cosas importantes para el futuro del mundo. No podían pasar cosas graves, pero sí podían ser inconvenientes, y afortunadamente no pasó ninguna.
Hubo buena conexión entre los dos. Los dos eran muy fáciles de trato, buenos conversadores e ingeniosos. Reagan contaba continuamente chistes y los contaba muy bien, había sido actor, locutor de radio...
Aquello funcionó muy bien y acabaron siendo amigos.
Felipe González más que presentar un programa presentaba un país del que en Estados Unidos tenían una imagen peor de la que nosotros teníamos de ellos.
6. "El asesinato de Carrero Blanco fue malo porque inauguró una etapa de terrorismo"
Javier del Pino: En su libro cuenta cómo el asesinato de Carrero Blanco fue como el final de la infancia de los españoles, no como algo positivo, pero sí como el final de ese sueño de que España es diferente.
Eduardo Mendoza: Teníamos la idea de que aquello iba a durar siempre, y que lo que era el hecho biológico se acabaría produciendo, España era un país controlado y controlable, y, de repente, ocurrió una cosa que no tuvo una trascendencia en el terreno político porque fue sustituido. Pero inauguró una etapa en la que el terrorismo empezó a jugar una cosa importante, fue una cosa mala.
No pensé que aquello fuera parte de un movimiento de liberación. Me pareció algo negativo. A partir de ahí el terrorismo se convertiría en el elemento fundamental en España. Un terrorismo muy serio, con una presencia real y que condicionó la vida política y la manera de ser y de pensar de los españoles.
7. "¿Hasta qué punto los 40 años de dictadura no fueron lo que nosotros somos y nos gusta ser?"
Javier del Pino: ¿Si tuvieras esa columna que tenías en El País y tuvieras que opinar de los restos de Franco después de haber revisado los últimos años de su vida?
Eduardo Mendoza: ... No tengo una opinión muy formada... Me parece un acto simbólico... Habría que hacer un replanteamiento del pasado, pero no cambiando nombres a las calles, moviendo estatuas, quitando huesos, que no es discutible. Pero sí hacer frente...
En España no hubo democracia durante cuarenta años ¿por qué? ¿Por qué duró cuarenta años? Porque hubo una guerra civil sí, pero después de aquello pasaron muchos años. El mundo evolucionó muchísimo y nosotros seguimos con lo mismo... ¿Por qué sucedió y hasta qué punto eso no era simplemente lo que nosotros somos y lo que nos gusta ser?... Diferentes... que nos dejen hacer nuestra trampa... ¿qué son estas acusaciones? El franquismo, ¿qué quiere decir esto? ¿y qué quiere decir esto ahora? ¿qué somos? ¿y por qué somos así? ¿y de qué manera nos comportamos? ¿y qué visión tenemos de la vida en comunidad?.
Entonces lo de los huesos... poco va a cambiar.
Eduardo Mendoza firma libros tras su charla en el Espacio Fundación Telefónica. /Fotografía de Lisbeth Salas
Eduardo Mendoza vive entre Barcelona y Londres. Trabajó en la Organización de Naciones Unidas como intérprete, un trabajo que, ha dicho, le ha servido mucho a la hora de construir situaciones y voces, diferenciar los modos de hablar y expresarse de sus criaturas de ficción y que cada una tenga entidad propia.
Entre sus novelas destacan: La verdad sobre el caso Savolta,El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, La ciudad de los prodigios, La isla inaudita, Sin noticias de Gurb,El año del diluvio,Una comedia ligera,La aventura del tocador de señoras,El último trayecto de Horacio Dos,Mauricio o las elecciones primarias, El asombroso viaje de Pomponio Flato, Riña de gatos. Madrid 1936 (Premio Planeta 2010), El enredo de la bolsa y la vida,y El secreto de la modelo extraviada.
- El rey recibe. Eduardo Mendoza (Seix Barral)
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