Dos activistas estampan una tarta en la cara de la figura de cera de Carlos III
La familia real británica y el museo de cera de Madame Tussauds han sido objeto de la nueva protesta de la organización ecologista Just Stop Oil.
Lo que empezó como un escándalo en un museo parece que se está convirtiendo en costumbre. Este lunes, dos activistas de la organización Just Stop Oil han estampado unas tartas en la cara de la figura de cera del rey Carlos, en el museo de Madame Tussauds de Londres.
Con esta acción, reclaman que el gobierno británico “paralice todos los nuevos permisos y licencias de petróleo y gas”, explica en su perfil el grupo ecologista. Los activistas que han cubierto de tarta de chocolate la estatua del monarca son Eilidh McFadden, de 20 años y procedente de Glasgow, y Tom Johnson, de 29 años, de la ciudad inglesa de Sunderland.
“La ciencia es clara. La petición es simple: dejad de extraer nuevo petróleo y gas”, escriben en la cuenta de Twitter de la organización. Utilizan, además, un juego de palabras para ilustrar lo “sencillo” de sus demandas: “It’s a piece of cake”, bromean, lo cual podría traducirse por ‘es pan comido’.
Los activistas recuerdan que esta protesta se produce sólo unas semanas antes de la cumbre del clima, la COP 27, que se celebrará en Sharm El Sheikh (Egipto) del 6 al 18 de noviembre. Supuestamente, y según los ecologistas, el rey Carlos III habría abandonado la idea de asistir a la cumbre y dar allí un discurso, aconsejado en teoría por la primera ministra en funciones, Liz Truss.
El incidente se produce sólo diez días después de que otras dos componentes de la organización Just Stop Oil, contra el uso de combustibles fósiles ante la crisis climática, protagonizaran una escena parecida lanzando sopa de tomate sobre el cuadro Los girasoles de Van Gogh en la National Gallery de Londres.
Hace apenas unas horas, esta nueva modalidad de protesta cruzaba fronteras y llegaba también a Alemania. Este domingo, en el museo de Potsdam, al sur de Berlín, otras dos activistas acaparaban la atención de los medios tras lanzar puré de patata al cuadro Les Meules (Los Pajares) de Monet. En este caso, las jóvenes pertenecen al grupo ecologista alemán Letzte Generation (Última generación).
Tras las recientes y llamativas muestras de activismo en los museos, entre la sociedad ha surgido el debate de si estas acciones en realidad dañan o refuerzan la lucha por la emergencia climática.
Por su parte, las activistas lanzan otra pregunta. “¿El arte vale más que la vida?, ¿más que el alimento?, ¿más que la justicia?”, plantearon desde Just Stop Oil tras su protesta con sopa de tomate en la National Gallery. “La crisis del coste de vida está impulsada por los combustibles fósiles: la vida cotidiana se ha vuelto inasequible para millones de familias hambrientas con frío, que ni siquiera pueden permitirse calentar una lata de sopa”, criticó entonces la organización en su cuenta de Twitter.