Qué pasó en los anteriores intentos de acuerdo entre Ucrania y Rusia durante la guerra
El anuncio de alto el fuego temporal por parte de Rusia, rechazado por Ucrania, es el último episodio en la batalla diplomática que ambas naciones enfrentan desde hace casi un año.
Toda guerra militar conlleva una batalla que no emplea armas de fuego. Es la del relato, una pelea diplomática y política para justificar las posturas de cada bando. Tiene una premisa básica: el ‘malo’ siempre es el otro y sobre él se ha sustentado el constante cruce de declaraciones y acusaciones entre Ucrania y Rusia desde que Putin ordenó invadir el país europeo.
Este jueves, víspera de Reyes en España y antevíspera de la Navidad ortodoxa, el propio Putin ha anunciado un alto el fuego temporal en “toda la línea del frente” durante la festividad religiosa. Será una tregua de apenas 36 horas, entre el mediodía del viernes 6 y la medianoche del 7 al 8, y unilateral. Ucrania, en un primer posicionamiento, ya ha rechazado la ‘oferta’ hecha por Moscú.
El intento de tregua por Navidad tampoco alcanza, al menos por ahora, el necesario acuerdo entre las partes, una situación que se repite en los más de diez meses de guerra.
En este tiempo, Moscú y Kiev han planteado, incluso anunciado, una serie de acuerdos en materias como la evacuación de población, el suministro de cereal bloqueado y hasta negociaciones alrededor de documento concreto con condiciones para la paz, pero las palabras casi siempre han sido anuladas (o al menos suspendidas momentáneamente) por los hechos.
La ‘trampa’ de los corredores humanitarios
Fue el primero de los escasos triunfos de la diplomacia en la guerra. Apenas una semana después de iniciarse la invasión, Kiev y Moscú acordaron en suelo supuestamente neutral (Bielorrusia) la creación conjunta de corredores humanitarios, bajo un alto el fuego temporal y localizado a los puntos en cuestión.
De inmediato se abrieron esas vías para liberar a población civil atrapada en ciudades bajo intenso fuego. Fueron los casos de Bucha, Hostomel, Irpin, Vorzel y Mariúpol. Y posteriormente estos se ampliarían a otras tantas localidades. Pero la mayor parte de estos espacios no fueron todo lo seguros que las partes habían acordado, entre reproches, y una incesante lluvia de bombas. En algunos casos, la ruta se tuvo que suspender ante los ataques armados registrados y achacados a las tropas rusas.
Especialmente grave fue el intento, repetido en numerosas ocasiones y casi siempre boicoteado, de rescatar a los civiles en Mariúpol. Este punto del sureste fue el símbolo de la crueldad de la guerra, por sufrir un asedio total de los rusos durante semanas, acompañado de continuos bombardeos masivos y privación de los suministros más básicos a la población local. Hasta que cayó en manos rusas por asfixia.
El pacto frágil del cereal
Los efectos de lo que ocurre sobre suelo ucraniano trascienden, por mucho, la propia geografía local. El asedio ruso, especialmente agresivo en los primeros meses, llevó a un bloqueo de millones de toneladas de cereal, un alimento básico para el planeta y especialmente para el Tercer Mundo. Ucrania es el proveedor principal para muchos países y la imposibilidad de exportar un bien primordial para la alimentación disparó el riesgo de una crisis alimentaria global.
Lo advertía la ONU y tomó cartas en el asunto. Así, en julio y con la mediación estratégica de Turquía, Kiev y Moscú acordaron desbloquear la salida de 20 millones de toneladas de cereal, junto a la libre circulación de fertilizantes rusos, otro elemento fundamental para el sector primario y que había quedado bajo las sanciones internacionales. Todo se concretó en el simbólico trayecto del buque Razoni el 1 de agosto.
Pero muy pronto comenzaron los recelos. Y a finales de octubre Rusia anunció que suspendía el acuerdo tras sufrir su flota un ataque con drones sobre territorio de Crimea (que Rusia considera suya tras su anexión unilateral de 2014). La pausa duró tres días y Moscú anunció su reactivación tras citar “garantías” ucranianas, aunque el pacto se mantiene frágil y con una nueva prórroga de 120 días firmada en noviembre, lejos de la intención de que durase un año, como quería Kiev.
El supuesto ‘acuerdo de paz’ de 15 puntos
La noticia aparecía como un rayo de esperanza para la paz cuando la guerra apenas llevaba tres semanas. El diario británico Financial Times adelantó que los dos países trabajaban en un documento con 15 puntos que representaba las condiciones/exigencias de Rusia para firmar una paz con Ucrania y que el Kremlin confirmó aunque matizó de inmediato.
Los postulados recogían cuestiones “inaceptables” para el Ejecutivo de Zelenski, como reconocer la pertenencia de Crimea al territorio ruso y la independencia de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk. También, una que Ucrania terminó aceptando por puro pragmatismo, su no entrada en la OTAN.
Las diferencias de raíz volatilizaron cualquier acercamiento a un acuerdo para cesar las hostilidades aunque fuese temporal y que llegó a estar sobre la amplia mesa en la que las dos delegaciones negociaron, de forma especialmente intensa, en las primeras semanas. En ellas estuvieron incluso cara a cara los dos ministros de Exteriores, Serguéi Lavrov y Dimitro Kuleba, pero sigue sin llegar el deseado por muchos Putin-Zelenski.