Desigualdad, muerte y ultraconservadurismo: las implicaciones de derogar el aborto en EEUU
La decisión del Supremo pone de relieve las prioridades de la agenda fundamentalista. Pero el aborto no va tanto de ideología: en juego está la salud, y hasta el estado de derecho.
La noticia se conocía desde hacía un par de meses por un borrador filtrado al medio Politico. Y sin embargo, el 24 de junio, cuando llegó la confirmación –vía sentencia– de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos revocaba ′Roe contra Wade’ –retirando la protección del derecho al aborto vigente desde 1973–, mucha gente lloró. Unos de forma figurada, lamentando profundamente el retroceso de derechos medio siglo después en el país más poderoso del mundo; otras, de forma literal, preguntándose qué iban a hacer ellas, sus amigas, sus hijas o sus sobrinas en caso de necesitar un aborto, o necesitándolo ya; algunos, también, lloraron de alegría, tras haber conseguido lo que consideran una victoria moral, ideológica, religiosa, inscrita dentro de la llamada batalla cultural, que atraviesa el mundo y coge fuerza en lugares tan clave como Estados Unidos.
Hay quien entiende esta decisión simplemente como una derrota para el movimiento feminista; sería un error limitarse a plantearlo así y obviar las consecuencias para la vida y la salud de tantas mujeres. Lo advirtieron con rotundidad las revistas científicas The Lancet y The New England Journal of Medicine, y lo reiteró después la Organización Mundial de la Salud, cuyo director general, Tedros Adhanom, recalcó esta semana la “postura de la OMS”: “Todas las mujeres deben poder decidir sobre su cuerpo y su salud. Punto y final”. “El aborto seguro es parte de la asistencia sanitaria”, añadió el doctor Tedros.
Las últimas guías de la OMS cifran en 25 millones los abortos inseguros que se llevan a cabo anualmente en el mundo, y que se traducen en 39.000 muertes de mujeres que cada año pierden la vida en el intento. “Restringir el acceso al aborto no reduce el número de abortos que se producen. De hecho, [...] lleva a las mujeres y a las chicas a optar por procedimientos inseguros”, afirma la OMS.
Pedro Gullón, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, señala que la comunidad científica, esa que se basa en las pruebas y en la evidencia, tiene “bastante claro” este asunto: “El derecho a un aborto seguro es parte de lo que se considera derecho a la salud”. “En términos de protección de la salud, no hay duda”, reitera Gullón. “La experiencia nos muestra que prohibir el aborto no elimina el aborto. Así que, incluso si se está en contra del aborto, se sabe que la prohición del aborto tampoco es la solución, porque va a seguir habiendo abortos, pero además se van a producir de maneras más inseguras”, abunda.
Según estima la organización Planned Parenthood, antes del fallo histórico de Roe vs Wade que despenalizó el aborto en Estados Unidos, cada año se producían entre 200.000 y 1,2 millones de abortos clandestinos en el país. En los años 60, estos eran tan peligrosos que el 17% de todas las muertes por embarazos y partos eran consecuencia de un aborto ilegal, y el 23% de los ingresos a hospitales por embarazos en Nueva York se debían a complicaciones provocadas por abortos que entonces tenían que realizarse de forma clandestina y en condiciones insalubres.
“Se mancharán las manos con sangre de mujeres”
Los jueces “se mancharán las manos con sangre de mujeres”, dijo de forma muy explícita The Lancet en el editorial que publicó al conocer el borrador sobre la sentencia del Supremo, que tacharon de “impactante, inhumana e irracional”. Los editores de la revista médica destacaron que esta decisión iba en contra de la salud de las mujeres, pero principalmente en contra de determinadas mujeres, incidiendo una vez más en la desigualdad racial.
“En Estados Unidos, la tasa de embarazos no deseados es el doble en mujeres negras que en mujeres blancas no hispanas. Y la tasa de mortalidad materna en mujeres negras, a lo cual contribuyen en gran medida los abortos inseguros, es casi tres veces mayor que en mujeres blancas”, advierte The Lancet. “Estas disparidades raciales y de clase necesitan soluciones urgentes, no más barreras”, defiende.
Gullón recuerda que, incluso en países donde el aborto es legal y gratuito, como en España, hay regiones en las que resulta muy difícil que estos se lleven a cabo por la sanidad pública. “En EEUU hay que añadir que la sanidad es privada, lo cual lo complica todo”, apunta. De este modo, la primera barrera que se puede encontrar una mujer que quiera abortar es posiblemente la legal, pero luego puede estar la económica, la del estigma, la de la desinformación, entre otras.
‘Votar con los pies’: huir allí donde se protegen los derechos
Teniendo en cuenta que la derogación de Roe versus Wade no prohíbe el aborto en el país, sino que permite que los Estados lo hagan, Estados Unidos se divide ahora en regiones progresistas –donde en principio el derecho al aborto seguirá garantizado– y en otras iliberales, que ya habían empezado a recortar este derecho y ahora lo hacen con mucha más holgura. Según El País, 36 millones de mujeres en edad fértil residen en los 13 Estados republicanos –de los 28 de mayoría conservadora– donde podría prohibirse rápidamente el aborto, ubicados sobre todo en el sur del país.
Los otros, ya conocidos como ′Estados refugio’, son los que se ofrecen a acoger a mujeres que quieran abortar y no puedan hacerlo en su territorio, como Illinois, Kansas, California, Massachusetts, Connecticut o Nueva York. Ana Sofía Cardenal, profesora de Estudios de Ciencias Políticas de la UOC, augura no sólo desplazamientos de este tipo, sino que habrá personas “que se acaben mudando” en busca de una garantía de derechos. “EEUU es un mosaico de Estados con legislaciones muy diferentes y ya está acuñada la expresión de ‘votar con los pies’, en el sentido de que al final uno se muda a Estados cuya legislación protege los temas que le importan y los derechos que considera fundamentales”, explica Cardenal.
Históricamente, las mujeres con recursos y posibilidades han salido de su país a abortar a otros con leyes más liberales. Las mexicanas lo hicieron durante mucho tiempo viajando a su vecino del norte; ahora, por ironías del destino, ofrecen la misma opción, pero al revés, a las estadounidenses.
La distopía crece: borrar apps y cruzar a México
Según relata la agencia Efe, decenas de activistas se manifestaron este miércoles frente a la Embajada estadounidense en México para ofrecer su país –donde nueve estados ya permiten la interrupción del embarazo hasta la semana 12 sin restricciones– como lugar seguro para las mujeres de Estados Unidos que no lo tengan fácil en sus fronteras. “Si allá no tienen el derecho, van a tener que buscar otros países en los que sea gratuito. Desgraciadamente, en el tema del aborto siempre se repite esta misma historia”, declaró a Efe la activista Verónica Muñoz, que participó en la protesta.
El nivel de distopía, que cada vez emula más El cuento de la criada, llega hasta el punto de que muchas mujeres han empezado a recomendar en redes sociales a sus compatriotas que borren las aplicaciones en las que se registra la fecha de su menstruación, para que esto no pueda ser utilizado en su contra si alguien las denuncia en caso de interrupción de embarazo. Incluso el grupo de hackers Anonymous anunció este jueves que había borrado los datos de esas aplicaciones en Estados Unidos para evitar persecuciones de este tipo contra las mujeres.
La agenda fundamentalista: conectada y “ganando posiciones”
Y si la solidaridad barre fronteras para apoyar a las mujeres, la ola de reaccionarismo también une a sus promotores desde diferentes países. El pasado domingo, unas 25.000 personas se manifestaron en Madrid para protestar contra el derecho al aborto, y aprovecharon para celebrar la decisión de EEUU. “La sentencia del Supremo en Estados Unidos es una noticia que da esperanza”, proclamó desde el escenario una de las organizadoras, según recoge El País.
La manifestación fue convocada, entre otras, por la plataforma Neos, impulsada por el exministro del PP Jaime Mayor Oreja y por la expresidenta del PP vasco María San Gil (en la imagen superior). También acudieron los líderes de Vox Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros. Miembros del PP en activo no hubo, que se sepa, pero este partido mantiene el recurso que interpuso ante el Constitucional contra la ley del aborto en España hace ya doce años, y no pretende retirarlo.
“De algún modo, celebran que sus posturas estén ganando posiciones”, razona María Palomares Arenas, directora de la organización Calala Fondo de Mujeres. Calala publicó recientemente una investigación en la que identificaba y mapeaba los ataques contra el feminismo y las democracias en el mundo, y constataba cómo estos movimientos “antigénero” se han unido en los últimos tiempos para ganar poder.
“Las agendas están coordinadas y trabajan a nivel internacional en distintos polos de influencia” –explica Arenas–, compartiendo financiación, estrategias y narrativas. “No es que si pasa algo en EEUU el resto del mundo va a reaccionar, sino que estos grupos ya estaban coordinados de antes”, señala. La directora de Calala menciona el ejemplo de los encuentros anuales en el Congreso Mundial de la Familia, donde refuerzan sus vínculos y ponen en común campañas, y cita a la organización española Hazte Oír como uno de los grandes “focos neurálgicos” de este movimiento en todo el mundo.
Los “avisos”, dentro y fuera de Estados Unidos
Para María Palomares Arenas, lo ocurrido en Estados Unidos es “un aviso real de que Donald Trump puede volver a ganar en las siguientes elecciones” de 2024. “Y ya sabemos lo que eso implica”, comenta. “El hecho de que esa persona esté en el poder da mucho más poder a las redes internacionales que trabajan con su misma agenda”, afirma Arenas.
Esa agenda, que en España hoy se traduce principalmente a través de Vox con la negación de la existencia de la violencia de género y el rechazo a la educación sexual en los colegios, en Estados Unidos se materializa con la penalización del aborto; pero todo ello está relacionado, y aún hay más.
La sentencia que tumba Roe versus Wade abre aparentemente la puerta a que otros derechos, como el matrimonio entre personas del mismo género y el uso de anticonceptivos, pierdan ahora el amparo federal. El juez Clarence Thomas, uno de los más conservadores de un Tribunal de por sí ultraconservador, pidió específicamente la revisión de estas sentencias en su veredicto sobre Roe contra Wade. “Tenemos el deber de corregir el error establecido en esos precedentes”, escribió.
A María Palomares Arenas no le sorprende demasiado: “Esta es la agenda clara de los grupos fundamentalistas”. A Alberto de Belaunde, representante de la organización OutRight International por los derechos LGTBQ+, tampoco. “Las posiciones autoritarias tienen pánico a la libertad del otro; la libertad de terceros y el respeto al otro resulta absolutamente impensable en sectores ultraconservadores”, explica Belaunde, abogado y activista peruano. “Entienden sólo la libertad como aquello que les permite a ellos situaciones de privilegio; pero cuando esa libertad es ejercida por personas que les son distintas, se dan situaciones de búsqueda de restricciones”, abunda.
Aquellos a quienes esos grupos fundamentalistas suelen negar la libertad son, principalmente, “personas que ellos consideran no válidas en su identidad, como la comunidad LGTBQ+, o personas que consideran que deberían mantener un rol sumiso o secundario, como las mujeres”, apunta De Belaunde. “No es casualidad que los proyectos autoritarios, en la extrema derecha y en otros lados del espectro ideológico, tengan a estas como sus principales víctimas”.
El canario y la mina
Para ilustrar la vulnerabilidad de estos colectivos ante posiciones autoritarias, y lo que pueden suponer estos ataques, Alberto de Belaunde cita al periodista y activista argentino Bruno Bimbi. “Él dice que las personas LGTB somos como el canario enjaulado al que llevan a una mina, con ese método antiguo según el cual había que meter primero a un canario para ver si había humos tóxicos y, si el pájaro moría, las personas tenían que salir de inmediato, porque correrían la misma suerte”, comienza.
“Lo que dice Bimbi, haciendo una analogía, es que las personas LGTB somos el canario, y la mina es el sistema democrático. Entonces, estos autoritarismos siempre van primero contra las personas LGTB, yo diría que también contra las libertades de las mujeres, pero no se detienen ahí”, prosigue De Belaunde. “Todos los países que están viendo un auge de los movimientos antigénero deberían preocuparse, no sólo por los derechos de la comunidad LGTB y las mujeres, sino también porque eso no se va a detener acá”, lanza. “Esos son los primeros indicadores de la degradación de la democracia y del estado de derecho, que va a terminar siempre en regímenes autoritarios”, advierte el abogado.