Cumbre del Clima, ¿esperanza global o 'greenwashing' del Gobierno?
Declarar el Estado de Emergencia Climática no puede quedarse únicamente en una foto.
“Greenwashing” es uno más de esos miles de anglicismos sin el que ahora no podemos explicar qué está pasando en el mundo, pero que hasta hace cuatro días nadie conocía. Un “lavado verde” sería cualquier operación de marketing, otro anglicismo demodé, para que algo que no es ecologista lo parezca. Y en este punto de la ecuación es cuando llegan la Conferencia sobre Cambio Climático (COP25) y el gobierno del PSOE.
No me avergüenza admitir que, tal vez, esta cumbre, la COP25, es lo mejor que nos ha pasado en términos políticos, a pesar de que se celebre en Madrid por las políticas neoliberales que han llevado a Chile a una situación social de alta tensión que, espero termine en un reinicio institucional basado en la justicia social. Estoy convencido de que la fuerza de la movilización social permitirá a Chile acoger otros eventos en un momento con mayor estabilidad social.
Precisamente, ha sido la movilización social la que ha hecho resurgir el activismo climático a nivel global. Estoy seguro de que la COP25 jamás se hubiera celebrado en Madrid si no hubiera sido por las acciones constantes de jóvenes de diferentes ciudades del estado en esos Fridays for Future (y ya van tres en lengua de Shakespeare).
El mensaje es claro, los últimos datos científicos señalan que no hay tiempo que perder, tal y como dice Jorge Olcina, responsable del laboratorio de climatología de la Universitat d’Alacant, “estamos inmersos en un proceso de calentamiento térmico de causa antrópica y eso está manifestándose ya en el funcionamiento de algunos procesos atmosféricos”. Sin embargo, la respuesta científica se confronta con la realidad. Las últimas noticias sobre la cantidad de gases de efecto invernadero desprendidos en la atmósfera son alarmantes y marcan un nuevo máximo histórico en un momento en el que ciudades, territorios, estados y, recientemente, el continente europeo, declaran la Emergencia Climática.
Esos estudios también indican que el cambio climático afectará de manera más acuciante a los estados del sur de Europa, en concreto en la cuenca mediterránea. Desafortunadamente, un ejemplo de ello lo hemos vivido en la Vega Baja con los episodios de inundaciones producidas por la DANA en septiembre de este año. De no actuar y cambiar las políticas, las catástrofes en el corto/ medio plazo serán de gran envergadura y conllevarán un gran coste tanto humano como económico.
Por ello, declarar el Estado de Emergencia Climática no puede quedarse únicamente en una foto. Dicha declaración pasa también por ser coherentes con aquello que aprobamos en las instituciones y por eso, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, no debe retrasar más las reformas de calado que deben ponerse en marcha, así como tampoco permitir que se ejecuten proyectos que claramente van en la dirección opuesta.
Porque no se puede pretender defender la emergencia climática y no invertir en alternativas de movilidad sostenible, como el ferrocarril. Es decir, garantizar un sistema ferroviario que vertebre el territorio y sea una alternativa real al coche para aquellos que viven fuera de los centros urbanos.
Permitidme que ponga tres ejemplos valencianos de las contradicciones del gobierno del PSOE en políticas verdes. Defender la emergencia climática también es incompatible con la destrucción de la huerta valenciana con proyectos del pasado como la ampliación de la carretera V-21 a la entrada de València o aprobando acuerdos comerciales internacionales como el de Sudáfrica o el de MERCOSUR, que hacen insostenible la agricultura de proximidad y multiplican los gases contaminantes al favorecer los productos que llegan a nuestra cocina desde la otra punta del mundo.
La COP25 tampoco va a tapar que el Gobierno de Sánchez está propiciando que aumenten los niveles de polución, aprobando una desmesurada ampliación del puerto de València sin un estudio de impacto ambiental específico.
Desde Compromís le recordaremos al Gobierno la ambición que ha mostrado en acoger la Cumbre del Clima, cada vez que abandonen las políticas por la sostenibilidad o reciclen algún proyecto antiecológico del Partido Popular.
Esta revolución es global, y no solo por las palabras en inglés para intentar ser leído por millennials. Estos diez días de conferencia son un buen momento para revisar y para llegar a acuerdos compartidos entre estados que supongan una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En el caso del Estado español, todo esto debe materializarse en compromisos concretos como es la reducción de emisiones en un 55% de aquí a 2030, la aprobación de una Ley de cambio climático y la revisión de algunos proyectos del Gobierno muy criticados desde las organizaciones ecologistas y sociedad civil. De no ser así, el PSOE solo habrá lavado su logotipo con pintura verde.