Cuando montas una escuela porque no te gusta ninguna para tus hijos
Una escalera convertida en recurso educativo, en un espacio de encuentro de alguien que sube y otro que baja. Con múltiples significados. Podemos pararnos, conversar, invitarnos, cambiar el sentido de la marcha, ofrecer otra perspectiva. Una clase sin sillas suficientes para todos. Algunos estarán de pie, en grupo o solos. Otros, sentados sobre una alfombra. Con mesas de distintos tamaños y colores. Una grada en cada aula. Como en los anfiteatros romanos. Para escucharse, para opinar, para debatir y decidir entre todos asuntos importantes para la escuela, que es igual que decir, para ellos mismos. Profesores que comen con los alumnos porque todos forman la comunidad. El cambio que se produce en el interior se proyecta al exterior.
"Enviaremos una carta a la alcaldesa Manuela Carmena para que ponga papeleras a una altura a la que puedan llegar los niños", explica Eva Martín, capaz de imaginarse una escuela ideal para sus hijos y ponerla en marcha porque no encontraba nada parecido.
Quiere un colegio concebido como herramienta de cambio social y de conquista del entorno. Es lo que lleva haciendo desde hace 7 años con la Escuela Infantil Reggio. De 0 a 3 años. Lo mismo crea huertos urbanos donde los niños cultivan y recogen los frutos, que llega a acuerdos con centros de día para que los mayores visiten a los más pequeños e intercambien experiencias.
"Había que ir más allá. Las familias nos pedían la continuación del proyecto. Ha costado mucho, pero ahora abrimos Reggio Explora. Completamos Infantil y ponemos en marcha Primaria y Secundaria. Los nervios y la emoción están a flor de piel. Nada sería posible sin un equipo de profesores entregado y comprometido en la creencia de otra educación es posible. Los padres te dicen que quieren que sus hijos desarrollen sus talentos. Hay que poner más el acento en el cómo aprenden que en el qué". El enfoque Reggio Emilia lo impregna todo en este proyecto. Dos profesores por aula encargados de crear contextos educativos y talleres artísticos son algunas de las características de esta corriente nacida al norte de Italia después de la Segunda Guerra Mundial cuando las madres viudas buscaban un lugar de calidad para sus hijos.
El contexto cambia, pero no la esencia. El niño es capaz de crear su propio proceso de aprendizaje. "Cualquier espacio del centro es un recurso educativo. Por ejemplo, una escalera es un momento de encuentro, ahí puedo construir algo, me permite crecer. La entrada es una bienvenida, un espacio de acogida", explica. Los profesores son los encargados de plantear proyectos basados en el trabajo en equipo. "En el aula no habrá sillas para todos. Se hace de forma deliberada. Sí se cuenta con distintos tipos de mesas para trabajar con compañeros o de forma individual. Evitamos que estén todos sentados a la vez mirando hacia el mismo sitio". Las asambleas a primera hora se harán con los alumnos sentados las gradas que tendrán cada aula. Se comparte lo que preocupa y lo que alegra, se tratan temas que afectan a la comunidad o el trabajo que tenga entre manos.
El valor de lo cotidiano está muy presente y al momento de la comida se le da una importancia por sí misma. Se harán turnos y se dispondrá el espacio para que se pueda charlar sin que haya demasiado ruido ambiente. Los maestros comerán con los alumnos. La intención es que los chavales se involucren en el momento de la comida. Por la tarde, el trabajo está aún más enfocado al interés del niño. "Hay que respetar los ritmos biológicos y después de comer es distinto a cuando llegan por la mañana", dice Eva. Será el momento de los talleristas. El taller es una de las esencias de este enfoque educativo. El encargado es siempre un artista, ya sea pintor, actor o músico, que poner en duda lo preestablecido e invita a trabajar con otros materiales en el aula.
"Nuestro pilar principal es el niño. Creemos en la capacidad de cada uno y no hay ninguno que no pueda. Si ellos crecen seguros podrán lograr lo que quieran. No sabemos cómo será el mundo pero sí sabemos que si acompañamos su proceso y les damos las herramientas necesarias que forman parte de la vida, como son la confianza, la seguridad, la motivación, es deseo, la curiosidad, la iniciativa, la espera y hasta el aburrimiento, tienen garantizado el futuro que ellos quieran conseguir", asegura Eva.
Cuando estudiaba magisterio, se fijaba en los folletos de publicidad de los colegios Coincidían en fotografías con instalaciones parecidas a un resort de lujo, la oferta de extra escolares e idiomas sin fin y la garantía de que el alumno podría cursar todos los ciclos hasta la universidad. ¿Dónde estaba el proyecto educativo? Nada o poco se hablaba. ¿Cómo era posible que no se dijera de qué forma iban a aprender esos niños?, se preguntaba Eva.
Hace tiempo que está en la calle el debate de qué educación queremos en España para nuestros hijos. A falta de respuestas y de proyectos a largo plazo de los políticos, están siendo las familias y los maestros los que toman cartas en el asunto. Es el momento de pasar a la acción, cansados de promesas y frases huecas que no van más allá de las campañas electorales. Quizá el cambio se esté produciendo en cada aula con un maestro motivado. Gracias por hacerlo posible.