¿Cuál es su premio Max de la discordia?
Los premios Max de teatro han llegado este 2018 con polémica. Una polémica que no les abandona desde hace varios años pues en su listado suelen faltar, por un lado, los productos comerciales y, por otro, los productos considerados de calidad tanto por la profesión como por la crítica. Tal vez, la malevolencia se fijará en que son unos premios organizados por la famosa SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) que no goza de muy buena prensa y que para poder participar es requisito indispensable que los profesionales y/o el espectáculo que optan a premio estén registrados en dicha sociedad de gestión de derechos de autor. Lo que ya es un sesgo.
Una discordia que pone de manifiesto dos cosas. La primera, el poco interés por el teatro en general ya que la polémica no ha transcendido a los medios masivos. Ni siquiera en sus páginas culturales ni económicas. Vamos, que da igual. La segunda, lo poco que pintan en estos premios los espectáculos que tienen el favor del público, que lo ha mostrado comprando entradas, o de la crítica, que lo ha mostrado llenando páginas o tiempos en la radio y la televisión. Crítica que poco a poco va desapareciendo como si fueran una especie en extinción. Una especie que a nadie le importa que desaparezca, pero este es otro debate.
Contrasta con los premios que se dan fuera de España. Uno no puede dejar de mirar a los denostados Estados Unidos y sus Tonys. A los que los periódicos serios dedican no solo páginas de información sino, lo que es más importante, páginas de análisis en la que piden a sus críticos (tienen una jartá) que se mojen y que hagan sus propuestas. Se les anima a ello. O los Olivier de Londres. Una verdadera fiesta que vende espectáculos pues los ganadores (o los que han sonado en las quinielas como tales) luego se programarán y ocuparán con todos los honores los mejores teatros de Broadway en Nueva York o incluso les garantizara una larga estancia en el West End londinense y una larga gira. Historias que hacen real lo de Spain is different en el caso del teatro.
Tal vez, las circunstancias en las que se puede disfrutar del teatro condicionan esta situación. Es decir, que aunque es un fenómeno masivo, no lo es si se compara con otros muchos espectáculos de masas, como el fútbol, el cine o la televisión. Además de ser espectáculos que hay que ver en presente, que exige la presencia tanto de los actores como de los espectadores en un mismo lugar (las retransmisiones en directo en los cines son un pobre sucedáneo). Lo que acaba haciendo que de algunos espectáculos y de algunas compañías algo muy local. Máxime en este estado de las autonomías donde se promueve lo propio de la comunidad, de la ciudad, del pueblo frente a lo de fuera, entendido como lo de fuera como de otra comunidad.
En estas circunstancias tres obras han conseguido entrar en la categoría a mejor espectáculo. Solitudes de Kulunka teatro S. L.; El último tren a Treblinka de Vaivén Producciones; y Los Gondra (una historia vasca) del Centro Dramático Nacional – INAEM. El primero sobre el Alzheimer, el segundo sobre el Holocausto y el tercero sobre el conflicto vasco. Todas ellas para unas alegrías. Espectáculos de teatro pequeño, de sala pequeña, que tratan temas que se consideran más grandes que la vida.
Es cierto que la primera y la última fueron capaces de concitar el favor del público y de la crítica en sus cortas temporadas. Y la tercera catapultó a su autor, Borja Ortiz de Gondra, adquiriendo en las capillas teatrales el estatus de estrella respetada. Y, también es cierto, que dejaron en la cuneta espectáculos como La ternura, la exitosa comedia shakespiriana de Sanzol que tras su gira ha vuelto al Teatro de la Abadía, o el polémico Esto no es la casa de Bernarda Alba de Carlota Ferrer a partir de la obra de Lorca, por poner solo dos ejemplos entre los que fueron seleccionados.
Más discutible es el resto de los que aparecen en el listado. Espectáculos de poca difusión que hace que muchos jurados, si los han visto, los hayan visto en video, lo que no es lo mismo. Compañías, espectáculos y obras que en algunos casos, quizás demasiados, son desconocidos hasta para los propios profesionales y los jurados. No digamos ya para el público que, si se sientan a ver la gala de los Max que desde Sevilla retransmitirá La 2 en diferido (sí ha leído bien, en diferido) el lunes 18 de junio, no conocerá a casi nadie de los que salen y entran en escena a dar y recoger premios. Profesionales a los que ni siquiera acompañarán políticos de relumbrón y menos un Ministro de Cultura sabedor de la baja audiencia televisiva y de los pocos réditos que generará en la prensa. Aunque, como los tiempos están cambiando, quién sabe, a lo mejor Maxim Huerta, el nuevo, hasta se presenta. Experiencia teatral ha tenido, aunque ni siquiera le daba para estar en la lista de los candidatos a los Max.
Y usted ¿a qué espectáculo le daría el premio de la discordia?