Contra las cuotas en el sistema del arte
La cuota masculina, la que lleva funcionando toda la historia, no parece entrar en conflicto ni con la calidad… ni con nada.
Hace unos días una comisaria española contaba en sus redes sociales que recientemente le habían sugerido trabajar más allá de los temas feministas o vinculados a la creación artística realizada por mujeres. Al parecer, corría el riesgo de “encasillarse” y, en evidente tono paternalista, le sugerían que demostrase que podía hablar de otros temas. La comisaria en cuestión se preguntaba, muy inteligentemente, qué es eso de estar “encasillada” y con qué se relaciona, y si el hecho de que ellos, los comisarios, críticos, profesores, etc., hayan estado toda su vida trabajando en torno a los hombres artistas no les supone también el riesgo de encasillarse.
Hace tiempo me preguntaba “cuando el patriarcado pase de moda, ¿quién visitará tu museo?”. Las escandalosas cifras que se repiten cada cierto tiempo y que muestran que las mujeres seguimos sin estar en las exposiciones, premios, adquisiciones… parecen eso, un escándalo, sólo cuando las señalamos y denunciamos. Y como somos las que ponemos el dedo en la llaga corremos el riesgo de ser acusadas de estar siempre “con el mismo tema”.
Honestamente me parece de otro planeta que en 2020 sigan planteándose estas cuestiones sin un mínimo de extrañeza. Para muestra un botón: hace unos días me invitaban a una inauguración de una exposición que incluye un ciclo de música con 6 conciertos, de los cuales 5 son interpretados por hombres y sólo en uno hay una mujer (y además es un concierto mixto, de una pareja chico-chica). Me escandaliza e indigna que tengamos que ser nosotras las que señalamos esta flagrante desigualdad. En una exposición de arte contemporáneo. En 2020.
Es importante que nos demos cuenta de que la participación equitativa de las mujeres en cualquier profesión y especialmente en la cultura y en el arte (por ser los campos que me atañen) no se trata de una cuestión feminista. El feminismo lo ha tomado como reivindicación ante la más que evidente desigualdad representativa, pero este mínimo del 50% es, sobre todo, una cuestión democrática. Las mujeres no somos un colectivo, no somos una minoría, somos el 60% de la población humana, y el hecho de que no nos incluyan, no nos expongan, no nos programen, no nos compren obras, no nos premien…responde a un sistema estructurado y basado en la desigualdad de género: el patriarcado.
Resulta que, además, señalar esto como algo inaceptable es problemático porque les molesta que nos quejemos. Y, además, si también apostamos por exponer a mujeres artistas, escribir sobre ellas, fomentar que estén presentes en las ferias de arte, que las premien… resulta que eso es “encasillarse”.
Yo, desde ya, me declaro totalmente en contra de las cuotas; y es que las cuotas son también otro de los eternos debates en esta cuestión. Falta tiempo para que se saque como argumento la “calidad” (que, por cierto, es subjetiva y, por supuesto, patriarcal) pero a la que solo se recurre cuando estas cuotas hacen referencia a la presencia de mujeres. La cuota masculina, la que lleva funcionando toda la historia y especialmente toda la historia del arte (hasta hoy mismo), esa no parece entrar en conflicto ni con la calidad… ni con nada. Por eso declaro mi firme compromiso en no aceptar las cuotas de siempre, las de toda la vida: las masculinas.
Queridos compañeros del sector de las artes… si se quiere, se puede. Incluso organizando unas conferencias tan específicas como las que dirige Paco Bree, “El impacto de las tecnologías exponenciales en la creatividad y la cultura”, es posible no caer en la “trampa patriarcal” apostando por profesionales de primer nivel y sabiendo que es necesario reforzar la presencia de las mujeres (en las enseñanzas STEM -ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas- sólo el 35% de quienes se gradúan son mujeres, y sólo el 28% de quienes investigan son mujeres).
En mi experiencia como comisaria, escribiendo, como jurado en premios, etc. siempre he tenido en mente la responsabilidad que tengo de no caer en la cuota nunca, que no se imponga “de manera natural” la cuota masculina, que debemos pensar en aquellas creadoras que están haciendo muchos esfuerzos para llegar a la mitad que sus compañeros artistas.
Si no tenemos en cuenta que, partiendo del mismo punto, ellas tienen una carrera de fondo llena de dificultades y obstáculos para llegar al mismo punto que ellos, no estaremos haciendo bien nuestro trabajo. Si siguen sin incluirnos, por mucho que nos quieran calladas, seguiremos dando batalla. Si nos quieren calladas, nos encontrarán de frente.