Cómo Macron se ha convertido en el mejor amigo de Trump
Y eso que nadie daba un duro por su relación...
Este lunes 23 de abril Emmanuel Macron, acompañado de su esposa, partía hacia Washington para dar inicio a una visita de Estado de tres días por Estados Unidos.
Para este desplazamiento altamente simbólico y en clave política, el programa estará repleto de eventos. En primer lugar, cena privada entre las parejas Trump y Macron. Después, el martes, encuentro en la Casa Blanca entre los dos presidentes, comida en el Departamento de Estado con el vicepresidente —Mike Pence—, ceremonia militar en el cementerio de Arlington y cena de Estado oficial. El miércoles, el dirigente francés terminará con un discurso ante el Congreso, algo muy inusual.
Son unos honores de los que Macron será el primer jefe de Estado extranjero en beneficiarse bajo la presidencia de Trump, en una clara señal de la relación privilegiada que mantienen, pese a que nadie lo presagiaba cuando comenzaron sus mandatos.
Virilidad y mucha opulencia
Tras el atentado terrorista en la sala Bataclan de París en 2015, Trump no se mordió la lengua a la hora de criticar a Francia y sus leyes: "París ya no es París", "hay lugares de la capital que están radicalizados", "París tiene las leyes anti-armas más estrictas del mundo, nadie tenía armas excepto los malos. Nadie. Nadie tenía armas. Y les dispararon uno por uno".
La situación entre ambas potencias se mantuvo tensa tiempo después; por eso la gente contuvo la respiración cuando el magnate se encontró cara a cara con el flamante presidente francés el 25 de mayo de 2017.
No obstante, ese encuentro en la cumbre de la OTAN en Bruselas marcó el comienzo de una relación especial, que arrancó con el primer (e intenso) apretón de manos entre los dos dirigentes. Ahí donde otros líderes habían sido desestabilizados por la técnica Trump, Macron se preparó cuidadosamente para ese "momento de verdad" y apareció frente a las cámaras del mundo entero sonriendo con toda la dentadura, mientras se negaba a soltar la mano del presidente americano, hasta el punto de dejarle blancos los nudillos por la presión. El dirigente francés, "gracias a su apretón firme, señaló a su homólogo americano que él no era el único macho alfa en la sala", analiza el Washington Post, cosa que habría sorprendido y gustado a Trump, que admira a los hombres de poder que cultivan las relaciones de fuerza.
Pero la tensión duró más y Trump anunció oficialmente la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París y Macron aprovechó la oportunidad para criticar esta decisión e imponerse como líder contra el cambio climático, lanzando su "Make Our Planet Great Again". Este pique se le olvidó enseguida al presidente estadounidense cuando el exministro de Economía lo invitó a finales de junio a asistir al desfile del 14 de julio como invitado de honor en París. Cena en la Torre Eiffel, visita al Palacio Nacional de los Inválidos, desfile militar por los Campos Elíseos... todo lo necesario para que el invitado, un fanático del dorado y de las demostraciones de poder, cayera rendido ante el encanto francés.
(He aquí una muestra de lo bien que se entendieron ambos dirigentes durante la fiesta nacional francesa)
Después de estos fastos, Trump reconoció estar "fascinado" y describió París como una ciudad "magnífica, increíble". Y, de paso, decidió organizar su propio desfile militar en Washington en 2018, pese a que en Estados Unidos este despliegue se considera más bien de regímenes totalitarios. En cualquier caso, la secuencia selló esta nueva relación. A partir de ese momento, cuando los periodistas preguntan a Trump sobre su relación con el presidente francés, él le llama por su nombre, habla de un "amigo", de un "tipo genial". Macron, por su parte, se contenta con describir a Trump como "franco y muy directo", alguien con quien habla por teléfono de forma muy regular.
Socio especial
No todo se resume a un viril apretón de manos y a una visita fastuosa por París. A esa ecuación habría que añadir dos factores: ni Trump mantiene buena relación con otros dirigentes europeos ni Francia recibió muchos honores de Estados Unidos bajo el mandato de Barack Obama. De hecho, Obama hizo de Angela Merkel su socio número uno en la Unión Europea.
En cambio, la llegada al poder de Donald Trump supuso una ducha fría para la canciller alemana: las posibilidades de que cuajara la relación entre una dirigente tan reservada y diplomática y un presidente que vocifera en Twitter eran (casi) nulas. Sus encuentros públicos tampoco fueron mucho mejor (como puede verse en los siguientes vídeos).
La figura de Trump, que comparte con Macron el estatus de outsider y de recién llegado al poder, no ha calado demasiado en el aliado histórico de Estados Unidos: Reino Unido. El idilio con Theresa May no duró demasiado: la visita de Estado de Trump a Londres tuvo que suspenderse ante las protestas de los británicos.
Pero ha habido más episodios en la relación entre May y Trump, como señala el Washington Post: tras el caso de envenenamiento del exespía Skripal, Trump primero pidió (a petición de la primera ministra británica) "respuestas" a las autoridades rusas. En cambio, Macron consiguió al día siguiente con sólo un telefonazo que el magnate redactara un nuevo comunicado en el que acusaba directamente Moscú y advertía de que el escándalo traería consecuencias.
El hombre que susurraba a Trump
Parece que Trump va ablandándose con ciertos temas. Y algo tendrá que ver el encanto de Macron cuando sostiene que Trump "cambiará de opinión" con respecto al Acuerdo de París y el estadounidense responde varias semanas más tarde que "posiblemente" lo hará, siempre y cuando sea beneficioso para Estados Unidos.
Directamente, cuando le preguntan por Macron, Trump se deshace en halagos: "Me gusta, Emmanuel es mi amigo. Es un tipo genial, su mujer es fantástica" (se puede escuchar a partir del segundo 40).
Algo parecido ocurrió hace unas semanas cuando Trump, que acababa de reafirmar su intención de retirar las tropas de Siria, decidió aliarse con París y Londres para atacar al régimen de Bashar al Asad tras las acusaciones de que este había lanzado un ataque químico en Duma. Macron se felicitó públicamente por haber convencido a Trump (ahí donde François Hollande fue abandonado por Obama cuando se presentó la misma situación en agosto de 2013).
Macron sabe cómo pulsar el botón adecuado en su relación con Trump, a medio camino entre firmeza viril y los halagos. Por ejemplo, este domingo el presidente francés apareció dando una entrevista para Fox News, la cadena ultraconservadora que Trump considera como una de las pocas fuentes de información fiables. Ahí, Macron evitó juzgar a Trump por las acusaciones de colusión con Rusia durante las elecciones estadounidenses y opinó que la investigación del FBI sobre el tema no tenía "ningún impacto" sobre su credibilidad. Con una sonrisa en la cara ante la idea de que algunos lo llamen "el hombre que susurraba a Trump", el presidente francés aprovechó para enumerar los puntos que tiene en común con su homólogo americano y aludir a la "fuerte relación personal" que mantienen.
Esto habrá ayudado a Macron a meterse un poco más a Trump en el bolsillo para su visita de Estado que comienza este lunes y que estará dominada por otros retos políticos, entre ellos el acuerdo nuclear iraní y el conflicto comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea, dos temas en los que sigue habiendo discrepancias y en los que el francés espera poder convencer a su homólogo americano.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Francia y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano