Cómo elegir en qué canal ver las uvas esta Nochevieja
Cuando ya habíamos hecho todos los deberes del buen consumidor recorriendo todas las fruterías del barrio para hacernos con unas uvas no transgénicas (vuelta a las pepitas y a la piel dura), de producción sostenible y libres de pesticidas... Ahora resulta que traen otro compuesto altamente peligroso que nos tragamos casi sin darnos cuenta entre brilli brilli y transparencias: se llama sexismo y está presente en las campanadas de Nochevieja. Las tradicionales uvas, dependiendo del canal en el que se vean, pueden convertirse en un arma letal que dispara los niveles de machismo en nuestro organismo con consecuencias nefastas a la larga. ¿Las culpables? Las grandes cadenas de televisión, que con tal de colocarnos lo que sea para obtener audiencia no escatiman en el uso de estereotipos a mansalva. Aquí van unos cuantos consejos para que no nos den gato por liebre y poder tomarnos unas uvas libres de los peores clichés.
¿Otro año más con la misma cantinela? Más que el especial de navidad esto parece El Día de la Marmota. Cada Nochevieja nos endiñan un remake de la teta de Sabrina o a las Mama Chicho de 1990 pero distribuidas por las distintas cadenas. ¿No pueden actualizarse un poquito ya? Plantar a mujeres como trozos de carne con lentejuelas al lado de hombres admirados por sus logros profesionales es de la época del Pleistoceno medio. Los efectos de este tipo de contenidos se harán visibles al momento: una de cada tres niñas asumirá que su única vía hacia el éxito será su aspecto físico y una de cada tres mujeres periodistas ni siquiera se planteará optar a ese puesto laboral... por no cumplir los requisitos.
Por una vez no pasa nada. Ni por dos. Ni tampoco por tres. Pero tú y yo sabemos que esto no ocurre sólo en estas fechas. La imagen de las mujeres como objeto sexual es utilizada todos los días y a todas horas en publicidad, en el cine, en la música y en la moda. Cada imagen que repite ese canon refuerza aún más la idea de que las mujeres somos sólo cuerpos y es una oportunidad perdida para visibilizar otros aspectos. ¿Os imagináis las consecuencias nefastas de un menú basado sólo en comer polvorones? ¿Por qué no somos capaces de ver las enfermedades derivadas de un imaginario tan sumamente pobre? Venga, repetid conmigo: ¡fefizfafofuevooo! Tenemos que ponernos las pilas y exigir una dieta de imágenes mucho más rica.
¡Vivan las mujeres y los hombres de distintas edades, tallas y rasgos! Es muy habitual ver a presentadores masculinos con sus canas o su tripita pero es toda una rareza verlo en sus compañeras femeninas. Los medios tienen el gran poder de normalizar situaciones, personalidades y cuerpos incluyéndolos en su programación. Escoger canales que también cuenten con mujeres mayores, de rasgos no caucásicos o con la talla que sea puede suponer un cambio significativo en la percepción del propio cuerpo, incrementar nuestra autoestima y mejorar la relación con los demás. ¿Quién quiere consumir imágenes que después nos hagan sentir mal?
Por mucho que se empeñen algunos, las mujeres no somos perchas. Si alguien te pregunta "¿y qué opinas del vestido que lleva?", puedes responder: "Pues a mí me ha encantado cómo las ha presentado". En caso de no poder evitar el monotema de todos los años, reconducirlo siempre hacia la decisión de la cadena. Estamos (casi) en 2018, las personas podemos vestir como nos dé la gana y eso no es discutible, lo que sí es cuestionable es por qué las cadenas eligen contratar a profesionales que vistan de determinada manera. Son los medios quienes tienen el poder de contratar y por lo tanto, el grado máximo de responsabilidad.
Es la estrategia que utilizan para que su producto nos resulte más brillante y apetecible... pero no es real. No te quedes con el primer "lo hace porque ella quiere", dedica un tiempo a analizar y comparar. Verás que detrás de ese slogan reluciente sólo se esconden los intereses del mercado. ¿Cuánto porcentaje hay de libertad en una sociedad que exige a las mujeres un aspecto físico determinado? ¿Estaría en ese espacio si eligiera vestir de otra manera? ¿Se le pide lo mismo que al compañero que tiene al lado?
Para que otras personas puedan detectar también estos elementos dañinos y librarse de ellos, esto hay que tuitearlo, compartirlo y promulgarlo. Yo esta Nochevieja pienso hacerme una buena ronda por la parrilla televisiva. Voy a comparar, meditar y elegir con cabeza. Seré una consumidora de contenidos responsable y tomaré mis uvas libres de componentes nocivos, incluido el sexismo. Luego compartiré mi decisión con el hashtag #uvaslibresdesexismo, a ver si el próximo año conseguimos que las cadenas emitan contenidos más saludables, además de entretenidos. ¡Feliz 2018!