Cómo dejar de fumar: así lo logré
"El único vicio es el exceso", Alvaro Obregón.
Empecé a fumar cuando tenía 17 años y lo dejé hace dos. Hoy cruzo los trepidantes treinta y cinco, así que me faltó un año para haber fumado justo la mitad de mi vida al momento de dejarlo.
Debo decir que no lo extraño. Aunque algo en mí encontrara necesario escribir esto; algo como una oda al haberlo dejado, pues el fumar no es un romance que añore. No extraño su aroma aunque a veces aún me lo encuentro al cruzarme con un extraño o al lado en el autobús. A veces llego a casa y al cambiarme la ropa lo huelo por haber estado en alguna reunión o con algún amigo fumador, y me cuesta creer que por tantos años viví con ese olor casi sin darme cuenta.
Tampoco extraño salir a buscarlo a medianoche o con el primer rayo de sol, como si realmente fuera oxígeno necesario para vivir el día a día. ¿Las colillas adentro de los bolsillos del pantalón? No, tampoco las extraño.
Y eso que tuve épocas en las que fumé muchísimo. Cuando me campechaneaba entre la universidad y el trabajo, llegué a comprar hasta 2 cajetillas al día. Hace poco un amigo y yo "bromeábamos sin bromear" al decir que si yo había logrado dejar el cigarro, entonces cualquiera puede. Tal vez sea cierto. Les traje esperanza a algunos conocidos y con este texto espero llevarla también a desconocidos. Sí se puede, y como bien lo saben no es fácil, y la experiencia varía de persona a persona.
Como muchos fumadores que conozco ya lo había intentado varias veces. Probé los chicles de nicotina y algunas pastillas. Probé, a recomendación de un buen amigo pescador, traer un puro en la bolsa todo el tiempo y darle "un buen jalón" cada vez que se me antojara un cigarro "para que se me quitaran las ganas".
Nada de eso funcionó. Lo más que había dejado de fumar eran 6 meses, y luego, al recaer, recaí con ganas. Ya han pasado varios años de eso, y aunque pensé que nunca pasaría, hoy me siento recuperada. Tal vez compartir esto sea una forma de honrar a mi cuerpo, a la salud y a la vida. Y sirve para que ustedes a su vez lo compartan con otras personas que tal vez necesitan un empujoncito para dejar atrás los malos vicios o, por fin, cumplir el tan repetido propósito de año nuevo.
Les dejo aquí mis recomendaciones.
Si eres un fumador de esos que piensa que no puede vivir sin el cigarro y eres capaz de fumarte veinte al día como lo hacía yo, recomiendo empezar cambiando los cigarros de cajetilla por tabaco de liar con todo y filtros. Te hará más consciente del acto de fumar y poco a poco el proceso de armar el cigarro, (ya sea a mano o con maquinitas muy baratas que venden para eso) se volverá también parte del "fumar" por lo que pasarás menos tiempo fumando. El papel de arroz se quema más lento que el de las cajetillas que contiene pólvora, por lo que a veces se apagará el cigarro y no recordarás prenderlo, o te darás cuenta que no lo necesitarás hasta un par de horas después. En mi propia experiencia esta fue la única forma de fumar menos y respirar mejor en las mañanas.
Luego, cuando estés convencido o convencida de dejarlo, lee todo lo que encuentres al respecto. Puede sonar a cliché, pero a mí me sirvió muchísimo sumergirme en el mundo de los blogs y grupos que hablan sobre el tabaquismo y sus historias de éxito. Leer, leer y leer. Leer sobre las reacciones físicas que tendrá tu cuerpo los primeros días, los beneficios que recibirás después de un tiempo, la ansiedad que pasarás de vez en cuando y como lidiar con ella.
Si después de leer todo eso aún estás listo para seguir el reto, dale. Ponte una fecha y no olvides que se vale buscar ayuda. Mi hermana utilizó unas pastillas para dejarlo, yo compré el cigarro electrónico y hablé con una experta al respecto. Al momento de dejar de fumar, estaba yo fumando unos 5 o 6 cigarros de liar al día por lo que ya no me consideraban una fumadora crónica. La experta me recomendó comprar un aceite con el mínimo de nicotina y uno sin nicotina. Así, yo los iría mezclando primero 3 cuartas partes con nicotina y una sin, luego mitad y mitad, y así hasta que la mezcla ya no tuviera nicotina.
Me funcionó muy bien. Claramente también leí un montón sobre los cigarros electrónicos antes de decidir comprarlo, y encontré que en promedio la gente que los utiliza de forma correcta para dejar de fumar los usa 3 meses. Yo justo al mes me di cuenta de que empezaba a olvidar el cigarro en la casa. Que realmente ya no lo necesitaba. Hay quienes lo dejan sin ayuda de nada, y los respeto muchísimo por demostrar que sí se puede. Dicen que los primeros 3 días son los más difíciles, es lo que tarda la nicotina en salir de tu organismo. Ya después de la primera semana, todo será más fácil cada día.
Hay que tener presente también, que al dejar un vicio se queda mucho tiempo libre en nuestras manos y energía perdida que se refleja en la ansiedad que nos provoca la falta de ese algo que creíamos que necesitábamos. Es en parte por eso, y porque la nicotina quema calorías en el sistema, que subimos de peso. Botanas saludables como apio con humus o zanahoria son buena opción para quitar las ganas. Paletas o chicles también como estrategia para matar el tiempo.
Cuando decidas dejar de fumar, debes tener también un plan alterno de apoyo. Una actividad donde enfocar la mente y comenzar a ponerte otras metas para no pensar en el tabaco. Yo decidí centrarme más en el yoga y la meditación que ya practicaba de forma irregular y poco. Empecé a hacer más y más hasta que también se me hizo vicio. Un vicio más sano y alentador que en lugar de dañar esta máquina tan perfecta que es mi cuerpo, la acomoda y le regresa su fuerza.
Puede ser yoga, caminar, andar en bici, nadar, cualquier tipo de ejercicio hace que tu cuerpo genere endorfinas y otro tipo de hormonas para el bienestar. Puedes ver el ejercicio como el mejor sustituto para el tabaco o cualquier otro vicio.
Los beneficios de dejar el tabaco se sienten prácticamente inmediato. Lo sientes al ir en una subida, al bailar, al despertarte. En mi caso se reflejó inmediatamente en la piel que se ve mucho más sana, viva y menos grasa.
Salir temprano de la casa y no ser yo la que está haciendo fila en la tienda para comprar unos cigarros, es algo muy satisfactorio. Es lo que pasa cuando uno se sale de una relación coodependiente. Lo que nadie me dijo, y lo que más disfruto hoy, es la libertad que recuperé al dejarlo. Una libertad que tenía en algún lugar olvidada ,y que ahora, si me preguntan, no cambiaría por nada.
* Este contenido representa la opinión del autor y no necesariamente la de HuffPost México.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición mexicana de El HuffPost.