Cataluña y el ‘disturbio’ político
El debate catalán opaca la campaña, sin visos de diálogo y no se esperan movimientos hasta después del 10-N.
El fuego y las barricadas impactaron a toda España. La sentencia del procés reabrió todas las heridas del 1-O. Todo ello en mitad de una precampaña eclipsada por la decisión del Tribunal Supremo, los disturbios, la división del independentismo y la falta de unidad de los partidos nacionales para buscar una solución.
Porque después de esas violentas noches en Barcelona, el debate político empieza a copar otra vez el protagonismo. Pero de soluciones y movimientos, nada de nada. Cartas entre Madrid y Barcelona con contestaciones más duras, llamadas de teléfono que no se cogen. Y es que a pesar de la tensión de estos días, nadie quiere moverse hasta después del 10-N.
Este lunes nos ha dejado un nuevo intercambio de misivas entre Pedro Sánchez y Quim Torra. Infructuoso. El dirigente socialista enviaba de buena mañana al Palau su texto y con tres exigencias firmes y contundentes: condenar la violencia de forma rotunda, ampara a las fuerzas de seguridad que la combaten y evitar la discordia civil.
Sánchez no quiere ver a Torra
El “¡Que collons!” sigue resonando en el Palau de la Generalitat por no contestar Sánchez a Torra por teléfono. El presidente catalán le ha ofrecido verse hoy en Barcelona aprovechando la visita sorpresa a la ciudad condal del jefe del Ejecutivo. Pero nada de nada. Y es que en Moncloa no quieren saber nada del líder independentista que no ha condenado la violencia desde el pasado lunes de forma nítida.
Sánchez sigue en su estrategia de aislar a un Torra, que está ejerciendo más como activista que como presidente de los catalanes. Con una posición mucho más ligera con las protestas que sus socios en el Govern de ERC. En los ‘republicanos’ parece que cunde más la sensación de que habría que ir a unas nuevas elecciones catalanas, en un momento en el que los de Oriol Junqueras piensan que podrán dar el sorpasso al Junts per Catalunya.
Pero nadie piensa moverse en el tema catalán antes de las generales. El presidente del Gobierno ha decidido tomar la iniciativa tras esos agresivos días y con las encuestas mostrando un escenario nada favorable al PSOE -se estanca en el resultado del 28-A o pierde escaños-. Por ello, ha decidido ir hasta Barcelona y visitar la Jefatura Superior de Policía en Via Laietana -epicentro de las protestas- y a los agentes heridos. El mensaje que ha trasladado es que hay que actuar con moderación, pero ha avisado de que la crisis va a ser larga.
La crisis territorial no está sentando nada bien en las encuestas a un PSOE que no se esperaba esas imágenes tan violentas en Barcelona. No obstante, en Moncloa siguen hablando de un problema de orden público y esperan que baje la tensión en las próximas semanas. No se ha tomado por ahora ninguna medida excepcional y esperan que esa mayoría cautelosa responda en las urnas a una gestión de la crisis sin llegar a los extremos, por ejemplo del 155.
Y es que tras estos días de disturbios, los líderes nacionales están desembarcando en Barcelona. El domingo lo hacía Albert Rivera, que sigue empeñado en el 155 y que pronunciaba una frase que ha chocado a muchos: “Quiero se presidente para meter en la cárcel a los que quieren romper España”.
Este lunes le ha tocado también el turno al líder del PP, Pablo Casado. Y con polémica: desde el Partido Popular acusan al Gobierno y a la Delegación del Gobierno de no permitir a su líder entrar en las instalaciones de la Jefatura Superior de Policía ni poder saludar a los agentes, cuando en un primer momento sí se les dio permiso. El mensaje del presidente del Partido Popular: hay que enviar un requerimiento a Torra -paso previo al 155-, no hay que apelar a la negociación sino a la “ley y orden” y que el Gobierno contemple la posibilidad de trasladar a los presos del procés a cárceles fuera de Cataluña.
Lo que está claro es que el debate territorial le está sentando bien a Casado, que ya rondaría los cien escaños, a tenor de las últimas encuestas (en abril obtuvo 66). Como le está pasando a Vox, que aparece en los sondeos de El Mundo y ABC ya como el tercer partido del país. Su discurso de lunes: Sánchez es “valiente” con los muertos, por la exhumación de Franco, mientras que “cobarde” con los “vivos”, en referencia a Cataluña.
Quienes no están muy cómodos con el tema catalán son los miembros de Podemos, que saben que les resta votos. Su posición ya no es tan fuerte a favor del referéndum, como cuando nacieron hace poco más de cinco años. La postura de Pablo Iglesias va más en en el sentido de que por lo menos hablen Moncloa y Palau: “Esto no va de que se caigan bien, sino de responsabilidad institucional, debe haber coordinación entre los dos gobiernos y es una tomadura de pelo que veamos que Sánchez y Torra no quieran hablar”.
El descontrol independentista
Lo que está claro es que no hay visos de negociaciones y entendimientos en estas semanas de campaña. Y más cuando el independentismo no es una roca, con los partidos y las instituciones sin poder controlar a los violentos. Los CDR y Tsunami Democràtic parecen tener más poder ahora mismo que los dirigentes políticos. Organizaciones que están más en sintonía con la CUP: que por primera vez se presentará a unas elecciones generales y que condiciona también mucho la postura del resto del soberanismo.
Hay partes del independentismo que quieren apostar por una vía más pragmática y dejar atrás el “cuanto peor mejor” que representan Carles Puigdemont y Quim Torra. No obstante, el primero sigue teniendo mucha ascendencia en Junts, y será vital lo que pase en la vista de la euroorden de próximo 29 (cuyas consecuencias se medirán en votos el 10-N). Sin olvidar que Torra se enfrenta a un juicio por los lazos amarillos que le puede llevar a la inhabilitación. Ya nadie descarta nada, incluso que hasta Pep Guardiola pueda ser candidato a la Generaitat.
Cataluña y su ‘disturbio’ político.