Casado acosa y busca el derribo de Pedro Sánchez con los métodos de 1993
El PP, incapaz de aceptar el juego democrático, incide en su adicción a la estrategia de la crispación.
¿Pablo Casado te asusta cuando exige el fin del estado de emergencia o acusa a Sánchez de ser el caos, de mentir y malversar? Si es así, o eres joven o eres extranjero. Todo eso está inventado, es una marca de la casa del PP. Una enfermedad que es adicción a la estrategia de la crispación, un viejo invento político. El PP es incapaz de aceptar el juego democrático, lo practica desde que empezaron los 40 años de democracia y tiene raíces en la historia de la derechona española.
En 1998, Luis María Anson, exdirector de ABC, uno de los suyos, de los ideólogos del conservadurismo patrio y referente periodístico de esos ámbitos, aseguró que “para terminar con [Felipe] González se rozó la estabilidad del Estado” durante el acoso a que fue sometido desde 1993 porque la derecha no lograba echarle. Nada nuevo bajo el cielo en lo visto este miércoles y oído a los de Génova en las últimas semanas.
Lo mismo sucedió en 1989, cuando el PP impugnó los resultados socialistas en varias circunscripciones porque no coincidían con las encuestas; o en 2004, con el triunfo de Zapatero tras el 11-M que desencadenó la persecución contra Alfredo Pérez Rubalcaba por parte de los diputados populares. En 1993, cuando ya rozaban el poder y perdieron, Javier Arenas, Rodrigo Rato o Ruiz Gallardón cuestionaron los resultados por la misma razón. No coincidían con sus encuestas ni sus expectativas.
“La derecha española no soporta la democracia salvo que ella gobierne. Lo que hace ahora contra Sánchez ya lo hemos visto. En 1993 intentaron forzar la dimisión de Felipe González, echarle como fuera. Ahora están en el mismo juego, pero azuzados por la ultraderecha de Vox”, señala un asesor de González y Zapatero que conoce muy bien al PP, el de Aznar y el de Rajoy.
“Pablo Casado está muerto con esta decisión de cargarse el estado de alarma. No se puede afrontar esta situación con la gente de 1993; si siguen por ahí, Casado está caput. El centro se lo queda Inés Arrimadas y Vox se traga a la derecha tras haberse comido ya a la derechona, un desastre”, vaticina un antiguo colaborador de los gobiernos de Aznar y Rajoy que abomina de la era Casado.
Junto a la aparición de Vox en el escenario, en la crisis del Covid-19 hay otra alianza clave, la de los populares sujetados o arrastrados por los medios de comunicación más conservadores y ultraconservadores en la era de los periódicos digitales bazofia y de la dilapidación de valores y nervios en los diarios de “papel” tradicionales, en trance de desaparecer y perder influencias. Pero en esto, la derecha y los medios ya estaban entrenados.
Como contó Anson al periodista Santiago Belloch, en los 90 “al atizar el fuego se favorecía la erosión de González... Así que se hizo. Fue una operación de acoso y derribo. Algunos lo hicimos desde el convencimiento honesto de que era un servicio al sistema democrático. (...) Desde una labor crítica normal no se conseguía desalojar a González del poder. Así surgió la Plataforma de Defensa del Derecho a la Información de los Ciudadanos. Nos reuníamos, generalmente en mi despacho, el director de El Independiente, Pablo Sebastián; José Luis Gutiérrez, de Diario 16; el director general de Antena 3, Manuel Martín Ferrand; el de Informativos de Antena 3 Radio, Antonio Herrero; el de El Mundo, Pedro J. Ramírez...”. Tal cual, sin empacho, la estrategia entre los medios digitales y los tradicionales de papel para llevar al PP por el camino de la crispación no ha cambiado. Cambia la cáscara, pero el fondo, el relleno, sigue siendo idéntico.
A Pablo Casado y a Isabel Díaz Ayuso les dictan ideas y estrategias personajes clave de Aznar hace 27 años: Miguel Angel Rodríguez —el asesor áulico y jefe para todo de Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid—, Alfredo Timermans —que fue segundo de Aragonés—, Fernández Lasquetty y los “cerebros de masa gris” Gabriel Elorriaga o Carlos Aragonés, el jefe de Gabinete de Aznar. Ilustrados, cultos, pero sin problemas ante las formas que tensionan la democracia con tal de volver al poder.
Todos ellos, unos más chuscos como el propio MAR, otros capaces de elaborar papers ideológicamente vestidos, conocen a la perfección la estrategia de la crispación, la han puesto en marcha en varias ocasiones —sobre todo con Aznar— y han tenido mono, mezclado con desprecio, durante los años que Mariano Rajoy les aparcó. Ahora, además, les incentiva el nacimiento de Vox a su derecha, una fuerza creada por antiguos adláteres populares a los que despreciaron tanto como al mismo Rajoy.
Teoría y clave de la estrategia de la crispación
“Tanto en los años noventa como en esta legislatura (Zapatero, 2006) se ha generado un sindicato de intereses entre el PP, los grupos de comunicación más reaccionarios y confesionales, y ciertos elementos del sistema judicial. Y tanto ayer como hoy, las legislaturas nacieron de la frustración y la sospecha producidas por una derrota electoral con la que no contaba el PP”, explicaba el Informe para la Democracia de la Fundación Alternativas en 2007, dedicado a la estrategia de la crispación hoy resucitada y manoseada.
“Los acusadores repiten la estrategia política del PP de responsabilizar de la crispación a los medios que la padecen y no a quienes la provocan, que son ellos mismos. Ha sido tan intenso el hermanamiento entre la oposición política y la oposición mediática en esta estrategia de la crispación que algunos analistas se han preguntado quién dirige a quién en su desarrollo”, añade el citado estudio.
Pero la reactivación de las viejas estrategias ha requerido también de esfuerzos por parte de los seniors de Aznar. “Entre los viejos expertos crispadores de la FAES han tenido que reinventarse para entender las fake news y los bots, en donde Vox se los ha comido. Aunque todos ellos saben que el fondo es el mismo, los instrumentos ahora son mucho más efectivos. Las redes, Facebook, los grupos de WhatsApp, Twitter, todo les ha sido debidamente explicado por los jóvenes de Ayuso y Casado”, explica un analista político de una de las grandes empresas de demoscopia.
Descubiertos los disfraces de la nueva etapa para vestir las viejas tácticas, han tirado de lo clásico. Y es que el partido que lidera la estrategia de la crispación desde la oposición seguirá las siguientes pautas según el Informe para la Democracia:
1) “Renunciará a discutir las políticas del Gobierno tratando de deslegitimarlas por todos los medios”.
2) “Rechazará de forma sistemática las iniciativas del Gobierno evitando competir con él mediante la contraposición de ideas propias”.
Estos dos primeros puntos son palpables en estos días del Covid-19, cuando el PP es el único partido que no ha hecho ni una propuesta para mejorar el Estado de Alarma.
3) “La estrategia para ganar consiste en movilizar a los nuestros, radicalizando las posiciones para asegurarnos su lealtad, y en atribuir la radicalidad al adversario para desmovilizarlos en lo que se pueda”.
La utilización de Unidas Podemos como “los comunistas terribles” del Gobierno de Coalición se une a la que hacen de los más de 25.000 muertos por el coronavirus, como antes hicieron con los muertos de ETA, cuestionaron el Estado de las autonomías y utilizaron el Poder Judicial. Socaban las instituciones sin problemas.
En esa lista faltan los poderes económicos, no por ausentes menos importantes. Siempre aliados con la derecha del Partido Popular, y que en esta ocasión “son la razón que les mueve, la última, la de fondo, son los motivos económicos los que están llevando a Pablo Casado a ser tan precipitado y arriesgado con la exigencia de levantar el estado de alarma. Esa es la razón última”, vaticina el experto demóscopo.
Todo está inventado, sí, pero lo que olvidan los asesores de Casado y Ayuso es que han pasado 27 años desde 1993. Y que Vox no es tan analfabeto en estrategias como ellos sospechan. Esos hijos, que les han salido resentidos e incultos, viven menos en el Barrio de Salamanca y conocen los territorios y el juego que se saca de los cinturones industriales y el medio rural, donde se los comen.
“También olvidan que Pedro Sánchez no va a dimitir. Suponerlo es no conocerle. Y se van poner muy nerviosos, porque le van a tener que soportar hasta marzo del 2021, cuando se cumpla un año de la disolución de las Cortes. Ya sabéis, no se pueden disolver las Cámaras para nuevas elecciones hasta que no haya pasado un año. La única forma es llevarle al límite, y Sánchez lo que mejor soporta son las situaciones límite”, sentencia un exasesor del actual residente en La Moncloa.