Carta abierta a los padres que se preocupan por que mi hijo vaya a clase con sus hijos
No me cabe ninguna duda de que estás al tanto de los servicios especiales, el apoyo y la ayuda extra que recibe mi hijo.
Escrito por Amanda Morin
A los padres que se preocupan por que mi hijo vaya a clase con sus hijos:
Me he enterado por una amiga en común de que fuiste por ahí preguntando si mi hijo estaba en la misma clase que el tuyo. Me pregunto por qué mi móvil no estaba a rebosar de mensajes del tipo "¿en qué clase está?", como suele ser habitual después de que nos manden un mail con la nueva distribución de las clases.
En realidad no me importa no recibir mensajes. Pero sí que me importa que vayas preguntando a otras personas en vez de a mí.
Lo dudo mucho, pero a lo mejor lo preguntabas porque querías que mi hijo fuera el mejor amigo del tuyo durante el próximo curso. Me encantaría que fuera por eso, porque a mi hijo le cuesta mucho hacer amigos y admira mucho al tuyo. O a lo mejor es que sabes que tengo mucho sentido del humor y que te lo pasarías bien conmigo cuando quedáramos todos en el parque.
Sin embargo, no me cabe ninguna duda de que estás al tanto de los servicios especiales, el apoyo y la ayuda extra que recibe mi hijo. Estoy bastante segura de que sabes que a veces se pone a gritar y tiene que marcharse de clase cuando se emociona demasiado. Estoy segura de que los demás niños les han hablado a sus padres sobre el plan de intervención de conducta de mi hijo y de que la información ha ido de boca en boca.
Así que a lo mejor preguntabas por el profesor que le había tocado porque te da miedo que pueda estar en la misma clase que tu hijo. Conozco a algunos padres a los que les preocupan las consecuencias que puedan tener las clases inclusivas. Les preocupa que sus hijos no aprovechen las clases porque el profesor pasa demasiado tiempo con alumnos como mi hijo. También les preocupa que el nivel de exigencia sea menor o que sus hijos imiten ciertas "conductas".
Entiendo este tipo de preocupaciones. Nos asusta todo aquello que no conocemos o que no comprendemos. Pero no lo vas a entender si no le preguntas a la persona adecuada. Y esa persona soy yo.
Así que pregúntame. Mándame un mensaje, llámame por teléfono; habla conmigo a través de la vía de comunicación que prefieras. Pero acércate a mí y pregúntame: "¿En qué clase está tu hijo?".
Si quieres saber si mi hijo está en la misma clase que el tuyo porque no quieres que sea así, no te voy a mentir: me duele. Me duele porque no es más que un niño y se esfuerza todo lo que puede. Me duele porque tiene mucho que ofrecerle al mundo y mucha amistad que compartir con tu hijo.
Pero también me enfada, porque me preocupa que tu hijo te haya oído preguntar por el mío. Creedme, no soy perfecta, y muchas veces he dicho cosas que no debería haber dicho delante de mis hijos. Y por eso me preocupo. Sé lo difícil que es recular una vez que has dicho algo que te gustaría no haber dicho.
¿Y si nuestros hijos tienen intereses comunes y están destinados a ser mejores amigos? ¿Y si tenemos un montón de cosas en común y podríamos ser íntimos amigos? ¿Y si tu hijo está sufriendo y yo sé cómo darle lo que necesita?
Pero, sí, he recibido el correo del colegio. Y no sé si mi hijo está en la misma clase que el tuyo porque no sé qué profesor tiene tu hijo. Sé con qué profesor le ha tocado a la hija de una amiga mía, porque me lo contó cuando me dijo que tú estabas preguntando por mi hijo.
Espero que podamos mantener una conversación, de verdad, porque me encantaría hablarte más de mi hijo. Espero que nuestros hijos estén en la misma clase porque así el tuyo podrá ver lo bueno que es el mío. Y también me gustaría conocerte mejor.
Mándame un mensaje y hablamos.
—Amanda
Este post apareció originalmente en Understood.org, fue publicado posteriormente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero