Gracias al equipo de Trump, Biden podría ganar el debate solo con permanecer despierto
El equipo de campaña del presidente se ha dedicado a retratar a Biden como un anciano senil. Todo ese esfuerzo puede volverse en contra en el debate de esta noche.
“Persona, mujer, hombre, cámara, televisión”.
Después de varios meses agotadores de insultos y millones de dólares invertidos en propaganda para retratar a Biden como un anciano con demencia senil, el candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, podría ganar el debate simplemente recitando esas cinco palabras que tanto repite Donald Trump para demostrar su agudeza cognitiva.
“La campaña del presidente ha provocado que lo único que tenga que hacer Biden para sobrevivir al debate es no quedarse dormido”, señala el asesor republicano Terry Sullivan. “No es una estrategia bien meditada por Trump cuando te enfrentas a un hombre que tiene mucha más experiencia que tú”.
“Totalmente”, coincide David Axelrod, asesor personal de Obama en su campaña de 2008. “Es una de las pocas veces, o quizás la única vez en la historia, que un candidato se esfuerza tanto en bajarle el listón a su rival y subírselo a sí mismo. Normalmente es al revés”.
Trump y Biden se verán las caras esta noche en Cleveland en el primero de los tres debates presidenciales. El segundo debate está programado el 15 de octubre en Miami y el tercero, el 22 de octubre en Nashville. Por su parte, el vicepresidente Mike Pence y la candidata de Biden a la vicepresidencia, Kamala Harris, se enfrentarán el 7 de octubre en Salt Lake City (Utah).
Históricamente, los candidatos siempre han intentado poner grandes expectativas sobre los hombros de sus rivales, pues es la forma más sencilla de considerar después que su propia actuación ha sido un éxito. Por ello, desde hace unas pocas semanas, la campaña de Trump está intentando darle la vuelta a su estrategia inicial.
“Biden es capaz de hacer un gran papel en el debate”, asegura Tim Murtaugh, portavoz de la campaña de Trump. “Biden ha sido político en Washington durante 47 años, ha pasado décadas en el Senado, donde lo único que se hace es debatir, ha ganado dos debates por la vicepresidencia y ha superado a dos docenas de contrincantes en los 11 debates en los que ha participado por las primarias de su partido. Sabe lo que hace. Ese es el Biden que esperamos encontrarnos”, asegura.
Sin embargo, el propio Trump se ha encargado de tirar por la borda todos esos esfuerzos cada vez que aprovecha la oportunidad de ridiculizar la inteligencia de Biden, su agilidad mental, o ambas.
En un mitin celebrado el 3 de septiembre en Pensilvania, Trump le dijo a su público que Biden no entendía nada de comercio internacional cuando estaba en el Senado y que a día de hoy sigue sin saber nada. “Nunca se ha enterado y sigue sin enterarse. Os aseguro que no se entera de nada. No lo llegó a entender en su mejor momento y ahora mucho menos”, declaró.
Cuatro días después, en una rueda de prensa en el pórtico norte de la Casa Blanca, repitió el insulto y añadió otro: “Biden es una persona estúpida. Ya lo sabéis. No lo vais a escribir, pero lo sabéis”.
Y hace una semana, en Florida, Trump afirmó que Biden está demasiado pasado de rosca como para comprender las medidas que él mismo propone. “Biden ha impulsado la plataforma más extremista y peligrosa de la historia de cualquier nominado de los grandes partidos. La mala noticia es que ni siquiera sabe qué está haciendo”, declaró Trump.
Dos noches después, en un mitin en Pensilvania, Trump volvió a las andadas: “Un tonto. Es un tío tonto. Siempre ha tenido fama de tío tonto”.
Y el domingo, Trump volvió a acusar sin pruebas a Biden de estar mejorando su agudeza mental mediante el consumo de drogas. Cuando le pidieron una fuente para sustentar dicha acusación, respondió: “Búscalo en internet. Ya verás. Lo dice mucha gente”.
Los comentarios de Trump se apoyan en millones de dólares invertidos en propaganda y anuncios de televisión editados de forma desleal para que Biden parezca una persona incoherente o necesitada de hospitalización psiquiátrica, algo que lleva meses siendo su principal estrategia de campaña.
Según el asesor republicano Rick Wilson, todo habrá sido en vano si Biden es capaz de enlazar unas pocas palabras cuerdas en el debate. “Si tu campaña ha costado cientos de miles de dólares y ha realizado decenas de tuits y publicaciones de Facebook para conseguir que los medios digan que Biden está senil, y luego en el debate no se le cae la baba, el que queda como un idiota eres tú”, asegura Wilson, que dirige la organización Lincoln Project contra Trump, pese a ser republicano.
Lo que suceda el martes por la noche tendrá una gran influencia en el resultado de las elecciones del 3 de noviembre, si sirven como referencia los dos últimos casos en los que un presidente perdió el debate.
En 1980, el presidente demócrata Jimmy Carter se enfrentaba al republicano Ronald Reagan en una disputa muy ajustada. Solo hubo un debate. Carter se pasó el año previo retratando a Reagan como un hombre con gran afán belicista, pero llegó el debate y “Reagan se mostró como un hombre de Estado, no como un radical de extrema derecha”, recuerda el historiador Douglas Brinkley, de la Universidad Rice. “Reagan solo tuvo que mostrar que sabía mantener la calma, su calidez y su dureza, pero sin ser extremista”.
Con gran parte del país descontento con la gestión de Carter, Reagan logró una victoria arrolladora. “Reagan permitió que la gente imaginara una versión sensata de Jimmy Carter”, resume Brinkley.
Doce años después, el republicano George H. W. Bush se enfrentaba a un electorado descontento y Bill Clinton logró mostrarse en los tres debates como una alternativa más aceptable. “Esos debates le fueron de gran utilidad a Clinton porque le ayudaron a vender el argumento de que empatizaba con los problemas de la gente”, expone Brinkley.
Hillary Clinton debatió tres veces con Trump en 2016. En los tres encuentros, demostró tener una mejor comprensión de los hechos que él y supo hablar sobre ellos con más lógica y coherencia. Trump, sin embargo, ganó las elecciones. Brinkley no piensa que Trump vaya a recular en su táctica de atacar y ridiculizar a sus rivales, pero esa misma táctica le va a brindar a Biden la oportunidad de darle la vuelta a la tortilla y poner en evidencia a Trump y su mala gestión en el Gobierno.
“Trump tiene la costumbre de actuar como un abusón en las ruedas de prensa, pero Biden puede darle una lección en política interior y exterior”, asegura Brinkley.
Los ataques de Trump al estado mental de Biden se producen, curiosamente, en unos años en los que está quedando patente su propio declive físico y mental. Ha confundido en varias ocasiones a su padre con su abuelo. Llamó Tim Apple en vez de Tim Cook al director ejecutivo de Apple y puso la excusa de que lo hizo a propósito para abreviar. Tuvo problemas para pronunciar la palabra origins (inicios), decía en su lugar oranges (naranjas) y tuvo que recurrir al sinónimo beginnings para transmitir bien el significado. En una ceremonia de graduación celebrada en junio en la academia militar de West Point, se le vio con dificultades para bajar por una rampa y tuvo que usar dos manos para beber de un vaso de agua.
En un mitin en Pensilvania, Trump inició su intervención insultando a Biden con el mote favorito de los republicanos y les preguntó a los asistentes si preferían el eslogan de su anterior campaña “Make America Great Again” (Hagamos a América grande de nuevo) o el actual “Keep America Great” (Mantengamos a América grande), pero parecía fuera de lugar y no prestó atención a la respuesta del público.
Además, la Casa Blanca no quiso dar muchas explicaciones sobre la repentina visita de Trump al centro médico militar Walter Reed National el pasado mes de noviembre, y aunque Trump explicó después que se trataba de una visita médica rutinaria, las circunstancias del traslado no coinciden con ninguna de sus anteriores visitas al hospital.
Evidentemente molesto por las preguntas que recibe sobre su salud, Trump ha dedicado parte de varias entrevistas a hablar de lo bien que se encuentra. En julio pasó varios minutos hablando en Fox News de lo bien que le había salido una prueba para la demencia que se realizó a inicios de 2018.
“Las primeras preguntas son muy sencillas. Las últimas son mucho más difíciles, preguntas memorísticas. Memorizas y dices: ‘Persona. Mujer. Hombre. Cámara. Televisión’. Y entonces te dicen: ‘¿Puede repetirlo?’. Y yo: ‘Claro: Persona. Mujer. Hombre. Cámara. Televisión’. Y si lo dices en el orden correcto, te dan puntos extra”.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.