Bannon, Trump, Cummings... A este ritmo nos quedamos sin villanos pronto
La salida de Cummings y la llegada de Biden empujan al Gobierno británico a tener que tomar una decisión rápida en los próximos días sobre la relación futura con la UE.
Dominic Cummings ha salido este viernes del 10 de Downing Street con una caja de cartón con sus posesiones. Una escena que se ha adelantado un mes a la fecha esperada y que habrá empujado a una fiesta espontánea a todos aquellos que tenían que aguantar a este personaje que dictaba la vida política del país. Sin haber sido elegido por nadie.
La semana pasada fue Steve Bannon, de la manita de Trump, al que podíamos ver cómo de una vez por todas dejaba de tener la llave de una Casa Blanca en la que logró una gran influencia, y los recientes eventos en Estados Unidos probablemente hayan tenido mucho que ver con cómo se desencadenan los acontecimientos en Reino Unido una semana después.
Boris no cuenta con apoyos y Dominic Cummings solo lograba dimisiones continuas en su equipo menguante, y con Biden debilitando aún más su posición frente a la Unión Europea, parece que es hora de que las ratas salten del barco.
Unas pocas horas tardó en su día un primer ministro como David Cameron en apearse del proyecto del Brexit, y de lo contento y desahogado que se quedó tras informar de su decisión de dimitir no pudo reprimir cantar para sí mismo mientras daba la espalda a la prensa para entrar por última vez a su residencia oficial.
Theresa May tuvo que lidiar con el proyecto de ruptura aun cuando ella solicitó el voto para seguir en la Unión Europea durante la campaña del referéndum…pero la falta de candidatos, unida a la posibilidad histórica de poder convertirse en primera ministra, hicieron que ella fuera la encargada de dar salida a este proyecto.
Duró lo que duró, y durante mucho tiempo, tras retrasar decisiones, pedir prórrogas varias veces y tener que enfrentarse en su partido a dos facciones radicales, al final dimitió en junio de 2019, tras las heridas autoinfligidas por la arrogancia de adelantar unas elecciones que debilitaron a su partido (perdiendo la mayoría).
Igualmente, las prisas mostradas cuando se activó el artículo 50 sin un plan claro para lograrlo en el plazo de dos años, el fallido y repetido eslogan de “Brexit significa Brexit” (aún no sabemos lo que quería decir), y las innumerables sesiones en el Parlamento en el que todo lo que se lograba era mostrar un país dividido, con una élite intentando materializar la bravuconada de salir de la Unión Europea, colmaron la paciencia de la señora May, a la que muchos ya denominaban la peor premier de la historia… aunque aún no habían visto a Boris en acción.
Desde julio de 2019 nos dirige Boris Johnson, conocido por su incorreción política, sus salidas de tiesto, su lista de hijos legítimos e ilegítimos y aquella historia sobre las dos columnas para The Telegraph en las que escribió en una de ellas una defensa a ultranza de seguir en la Unión Europea y una segunda columna en la que optaba por solicitar la salida sorprendiendo al mismo David Cameron. Finalmente optó por la segunda… apuesta que le salió bien.
En artículos previos decía que la UE era “un mercado a la puerta de nuestra casa, preparado para ser explotado aún más por las empresas británicas”, “el coste de membresía parece bastante pequeño para todo ese acceso que te da. ¿Por qué queremos darle la espalda?”.
En su carrera como primer ministro rápidamente llamó al señor Cummings para enrolarle en sus listas, a pesar de que dentro de su partido había grandes dudas sobre los intereses y la reputación de un mercenario como Dominic Cummings, pero igualmente le precedía el éxito de la campaña del Brexit en 2016.
La noticia de su salida del Gobierno como asesor principal de Boris Johnson ha producido una cascada de comunicados, declaraciones, y signos de alivio… pero quizás el daño este hecho.
Lord Heseltine, que fue vicepresidente de John Major, ha dicho: “No puedo pensar en alguien que haya hecho tanto daño a este país en tan poco tiempo”.
Otro parlamentario conservador, Andrew Rossindell, mostraba su preocupación sobre si esto sería una señal de posible traición en el tratado final con la UE.
Se recordarán los viajes de Cummings desde Londres hasta Durham en pleno confinamiento durante la COVID-19 y la excursión a Barnard Castle para confirmar que veía bien como para conducir de vuelta a Londres… y sus repuestas a la prensa tratando a la población británica como estúpidos y mostrando creerse por encima de la ley. Estas actitudes le alejan del retrato que de él interpretó Benedict Cumberbatch en la película Brexit: The Uncivil War, y le acercan más a los villanos de James Bond.
La salida de Cummings y la llegada de Biden facilitan o, mejor dicho, empujan al Gobierno británico a tener que tomar una decisión rápida en los próximos días sobre la relación futura con la Unión Europea.
Sin Cummings gritando al resto del personal del 10 de Downing Street y sin Trump ofreciendo el apoyo de EEUU, todo favorece el diálogo, a que se agache la cabeza y que se acepten las condiciones de la Unión Europea que con Dominic a bordo, no se podrían aceptar.
El nivel de paro en Reino Unido es el más alto que se recuerda en mucho tiempo, con el 4.8%, un punto por encima del registrado en marzo de 2019, y muy lejos de los máximos históricos en pleno Thatcherismo en marzo del 84, con el 11.8%.
Sin desear nada malo a nadie, esperemos que Dominic Cummings, por el bien de la sociedad británica, sea uno de esos parados durante una temporada muy larga, ya que lo poco que se le ha conocido trabajando ha supuesto malas noticias para todo el país.
Quizás esta noticia y la de Bannon/Trump sea lo mejor que nos ha dado el 2020. Sin estas dos piezas no se entenderían muchos de los males que se están padeciendo, y ese crecimiento en terraplanistas, negacionistas, brexiteers, y trumpistas.
2021 pinta mucho mejor esta semana tras los anuncios de vacunas, los resultados en elecciones y las nuevas incorporaciones a las listas de desempleo a los dos lados del Atlántico.