Austria afronta un largo proceso para formar Gobierno tras el triunfo conservador
Los analistas políticos no esperan una solución hasta diciembre. ¿Con quién irá Kurz, con los ultras o con los verdes?
Austria afronta un largo proceso para formar un nuevo Gobierno tras el triunfo del conservador Sebastian Kurz y su Partido Popular (ÖVP) -y la debacle de sus socios ultras-, en las legislativas anticipadas del domingo, que le abren un amplio aunque complicado abanico de posibilidades.
“Será un desafío que requerirá mucho tiempo. Me temo que esta vez será algo más difícil”, dijo Kurz este lunes a la radio pública austríaca ORF, tras reiterar que mantendrá consultas con todos los partidos para intentar lograr un Gobierno “estable”.
“Necesitamos la mejor cooperación posible” para afrontar los “grandes retos” que se esperan, sobre todo en la economía, ante los síntomas de recesión ” en Alemania, la incertidumbre del Brexit y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China”, añadió.
En el pasado, las negociaciones para formar un nuevo Gobierno duraron en Austria una media de 68 días, con un máximo de 129 y un mínimo de 25. Los analistas políticos no esperan un resultado antes de diciembre.
Sin mayoría absoluta, pero con una ventaja de más de 15 puntos porcentuales frente a su principal rival (el socialdemócrata SPÖ), el ÖVP ha quedado, matemáticamente, en la cómoda situación de poder elegir entre varias alternativas.
Tanto una alianza con los opositores socialdemócratas, como con los ultraderechistas del FPÖ -sus socios en el Gobierno anterior- y con Los Verdes, que vuelven con fuerza al Parlamento del que habían quedado fuera en 2017, conseguiría más de la mitad de los 183 escaños del hemiciclo.
Según los datos publicados por el Ministerio del Interior tras el recuento de los votos depositados en las urnas, el ÖVP, con el 38,4 % de los votos, contaría con 73 diputados, el SPÖ tendría 41 (21,5 % de los votos), el FPÖ 32 (17,3 %); los Verdes, 23 (12,4 %); y el liberal Neos, 14 (7,4 %).
Hoy ha comenzado el escrutinio del sufragio por correo, al que esta vez recurrieron cerca de un millón de los 6,4 millones de ciudadanos con derecho a voto, pero los institutos demoscópicos del país prevén que las variaciones respecto al resultado parcial de las papeletas no cambiarán el panorama general. El voto por correo reducirá en uno o dos el número de escaños de la formación de Kurz y aumentará el de Los Verdes, vaticinan.
Sea como sea, se espera que el presidente de la República, Alexander van der Bellen, comience el miércoles una primera tanda de consultas antes de encargar la formación de un nuevo Ejecutivo al líder del partido más votado.
Un liderazgo fuerte con sólo 33 años
A sus 33 años, Kurz no solo ha consolidado el liderazgo político con el que ya en 2017 se convirtió en el jefe de Gobierno más joven de Europa, sino que, junto al partido de Los Verdes, es el gran beneficiado del escándalo de corrupción en las filas del FPÖ que provocó su caída en mayo pasado.
En esta situación, no ha asombrado a nadie que interprete su victoria, superior a la vaticinada por los sondeos, como el deseo de los austríacos de que siga con su “política de centroderecha”, intolerante hacia la inmigración y al aumento de impuestos.
En la campaña previa no dejó dudas de que sus socios predilectos son los ultras, satisfecho, como declaró estar, con el trabajo del año y medio que estuvieron juntos en el poder, a pesar de los “incidentes” de tintes xenófobos y racistas del FPÖ, y las reticencias de Europa.
Pero los ultras recibieron ayer tal varapalo que ahora se inclinan por irse a la oposición para recuperar parte de los votantes que les abandonaron para apoyar a Kurz.
Los electores castigaron con fuerza su implicación en el “caso Ibiza”: una filmación con cámaras ocultas en una finca ibicenca donde el entonces líder de la formación, Heinz-Christian Strache, ofrecía a una millonaria rusa (falsa) diversos favores a cambio de financiación ilegal a su partido.
A pesar de intentar salvar la cara con la sustitución de Strache por Norbert Hofer como jefe del FPÖ, este partido, fundado en la década de 1950 por antiguos nazis, retrocedió en las urnas al nivel que tenía en 2008, con una caída de casi 10 puntos porcentuales, mucho más de lo que habían pronosticado los sondeos.
Hofer, que en la campaña había abogado por reeditar la alianza con los populares, interpretó anoche el resultado como “un mandato para reformar y relanzar el partido desde la oposición”.
Por otra parte, los populares podrían apostar por Los Verdes como socio, una combinación que ya existe a nivel regional -en los estados occidentales Tirol y Salzburgo- y gusta a muchos miembros del ÖVP.
Sin embargo, los ecologistas ha logrado regresar al Parlamento no solo favorecidos por la preocupación mundial por el calentamiento del planeta, sino también gracias a una renovación y un hábil líder, Werner Kogler, que los llevó a asumir claras posturas de izquierda, diametralmente alejadas de las de Kurz.
Un problema similar les plantea la opción de invitar al poder al SPÖ, promotor de la moción de censura que causó la caída del Ejecutivo minoritario de Kurz y cuya líder, Pamela Rendi-Wagner, no ha escatimado duras críticas directas a los populares.