AstraZeneca o Pfizer: por qué la elección vacunal a la carta genera aún más confusión
La población será ahora quien, entendiendo lo justo sobre inmunología, debe decidir entre lo que ve, lee o le cuentan.
En apenas un año, la familiaridad de los ciudadanos con las farmacéuticas o con terminología epidemiológica se ha vuelto algo tan común que ya no sorprende a casi nadie. Pfizer, Moderna o AstraZeneca se han incorporado a nuestro vocabulario con la misma naturalidad con la que centran gran parte de las conversaciones del día a día. Sin embargo, —y por mucho que en una discusión informal dominemos el funcionamiento de las vacunas de ARN mensajero—, la pertinencia de permitir a la sociedad escoger a demanda un tratamiento u otro frente al virus plantea dudas a los expertos.
La semana pasada, el Comité de Bioética apuntaba en un primer momento que la administración de la vacuna contra la covid-19 no podía dejarse a la libre elección de los individuos ni del personal sanitario “so pena de socavar los principios y valores éticos de la Estrategia”. No obstante, a los pocos días rectificaba avalando la opción —solo para los menores de 60 años que ya recibieron una primera dosis de AstraZeneca (AZ)— de continuar con la misma u optar por un segundo suero de Pfizer. Ahora, el ministerio de Sanidad aboga por priorizar esta última alternativa.
La cuestión ha generado todavía más desconcierto entre la población que es quien, entendiendo lo justo sobre inmunología, debe decidir entre lo que ve, lee o le cuentan.
Elección a la carta
“Al final, se ha terminado por dejar una elección a la carta de la vacuna a personas que no poseen un bagaje técnico para juzgar la información. Pero además, genera todavía más confusión que solo se transfiera a algunos grupos de edad”, explica Daniel López Acuña, exdirectivo de la OMS.
Para el experto, la decisión en cualquier caso se ha manejado de forma accidentada y errónea. “Se han dado tumbos. Podría haberse hecho de una manera mucho más directa y clara, pero se ha optado por una fórmula en la que simplemente se ha creado gran confusión a la ciudadania y esto puede tener, además, un impacto en la sensibilización de las personas hacia la vacuna”, expone. “Desde un punto de vista técnico, no había nada que determinase que no debe continuarse administrando AstraZeneca”, añade.
“La recomendación de la EMA, de la OMS, la practica en el Reino Unido, la posición de sociedades científicas y expertos, con base en los estudios revisados, lo que plantean es que se trata de una vacuna segura y eficaz, que tiene como otras efectos secundarios de muy baja frecuencia, pero cuya aplicación no supone un riesgo”.
En la misma línea, David Bernardo, doctor en Inmunología por la Universidad de Valladolid, recuerda que esta inyectable ya se paralizó en hasta dos ocasiones y los motivos no fueron ni científicos ni médicos, sino políticos. “Es segura” recalca.
Lo que para él no lo es tanto es el estudio de la Carlos III en el que ahora se basa Sanidad para avalar la alternativa de la combinación de dosis. “Era de perogrullo el resultado que iba a derivar de este ensayo”, destaca. “Si tú solo mides los anticuerpos está claro que la administración de una segunda dosis, cualquiera que sea la vacuna, va a hacer que aumenten”, sostiene. “Da igual que se suministre Pfizer, Moderna, AstraZeneca o cualquier otra”, argumenta.
“En lugar de coger 50.00 personas, que es lo que se hizo para el estudio de AstraZeneca, se han seleccionado a 600 vacunadas con este suero. A 200 se las dejó solo con la primera dosis y a las 400 restantes se les puso una segunda de Pfizer. Obviamente el resultado fue que los anticuerpos aumentaron en el último grupo”, explica.
Para ambos, el estudio tiene carencias que no detectan ni evalúan correctamente la eficacia ni la seguridad de la medida. “Para eso se necesitan miles o decenas de voluntarios. Máxime si se quiere diagnosticar la presencia de trombos, que son efectos muy raros —3 casos por millón—”, alega Bernardo. “Está mal diseñado. Lo suyo hubiese sido comparar, dos dosis de AZ; AZ+Pfizer; dos de Pfizer; o Pfizer+ AZ. No va a pasar nada, pero genera confusión”, admite. “No podemos decir que poner una segunda dosis de Pfizer no sea seguro, pero sí que el estudio tiene muchos handicaps”.
“En ningún momento se ha comparado haciéndolo con un grupo de control”, agrega López. “Es un estudio muy limitado que, en el mejor de los casos, se puede parecer a uno de fase dos: parcial y sin base suficiente para dejar de administrar AstraZeneca”, añade.
Un consentimiento diferencial
Sanidad, además, ha optado por pedir un consentimiento informado que deberán firmar solo aquellos menores de 60 años vacunados con AZ que decidan continuar con la misma dosis. Una medida que a los expertos les resulta todavía más incongruente.
“Esto plantea una serie de problemas tanto en términos de congruencia como de bioética, a pesar de que ha sido avalado por el propio Comité”, apunta el exdirectivo de la OMS.
“Si la vacuna es eficaz y segura como para poder aplicarla aun con un consentimiento informado, ¿por qué no se ha administrado de entrada como segunda dosis?”, se cuestiona. “De ahí que sea absurdo y contradictorio, ya que va a derivar en un problema logístico”, señala. “Habrá que disponer de ambas”.
“Por otro lado, no veo la justificación para que sólo se firme un consentimiento con una de las vacunas y tampoco para que sólo deban firmarlo los menores de 60 y no los mayores”, destaca. “Es todo una incongruencia y supone un trato diferencial sin justificación”, sostiene.
Intereses ajenos a la ciencia
Ambos expertos coinciden en que los motivos que pueden estar detrás de la decisión no responden a criterios objetivos. “Si el motivo real no nos lo están dando a conocer y es que no hay suficiente abasto de vacunas porque el productor no va a cumplir los acuerdos, debería plantearse directamente”, recalca López. “Hemos de ser transparentes y no generar confusión sobre la seguridad del suero”.
“Hay casi 4,9 millones de personas vacunadas con primera dosis de AZ. Si tenemos un compromiso de compra de aquí al final del tercer trimestre de 6 millones de dosis más que todavía no hemos recibido, pues que se reserven esas dosis para cumplir la pauta en mayores y menores de 60 años y no se abran nuevos frentes con la vacuna que no se van a poder cumplir. Y si hay alguna otra cosa, que se ponga sobre la mesa porque si no dará lugar a la interpretación de que estamos entrando a favorecer guerras comerciales y geopolíticas poniendo barreras a según qué vacunas”, añade.
Para Bernardo, el consentimiento es casi una forma de “presión” a los ciudadanos. “Se les está diciendo ‘tú sabrás’, ’esto bajo tu cuenta y riesgo’”, admite. “Y si por lo que sea hubiese un desenlace fatal, no habría a quién reclamar, ya que exime de responsabilidad al Estado”. “Tomar una decisión así implica que hay muchos más intereses al margen de la ciencia”.