Así afrontan los introvertidos y los extrovertidos la pandemia
Cada persona tiene unas necesidades diferentes, ya sea introvertida, extrovertida o algo intermedio: ambivertida.
Al inicio de la pandemia, el escritor Harris O’Malley y su esposa tenían sentimientos encontrados acerca del confinamiento.
Harris, autor del blog de citas Paging Dr. NerdLove, se describe como una persona extrovertida. Su esposa, en cambio, es mucho más introvertida, lo que en principio era un punto a su favor durante el confinamiento.
“Ella pensó: ‘Ahora la vida es así’. Quedarse en casa, mantenerla limpia y ordenada, sin tener que ir a ningún sitio a hacer nada”, comenta Harris.
Para Harris, no había nada que Zoom, el Animal Crossing o los podcasts pudieran hacer para satisfacer su necesidad de socializar. “Soy el ejemplo andante de que encerrar a una persona extrovertida en su casa durante seis meses es algo que no sale bien”, bromea.
La gran diferencia entre estas dos clases de personas es que los introvertidos cargan sus baterías estando en casa y necesitan espacio para procesar información, mientras que los extrovertidos cargan sus baterías rodeándose de gente.
Pero la pandemia de coronavirus lo ha complicado todo, y los largos meses de confinamiento han demostrado que hasta los más introvertidos tienen sus límites en cuanto al tiempo que quieren pasar en casa.
“Mi pareja es introvertida, pero también es muy sociable. Simplemente, prefiere socializar en casa. Ahora mismo está planificando un montón de fiestas que quiere organizar en casa cuando acabe todo esto, e incluso está preparando un protocolo de seguridad para cuando los niños vengan a pedir caramelos en Halloween”, explica Harris.
Otra pareja formada por una introvertida y un extrovertida la componen la escritora Betsy Talbot y su marido Warren, que soportaron complicaciones hasta con la conversación más simple.
“Tenemos la broma de que Warren piensa en voz alta y yo soy incapaz de pensar cuando estoy hablando. Ahora que hay muchas más cosas en las que pensar, también necesita hablar mucho más, y como soy prácticamente la única persona con la que vive, ahora paso mucho más tiempo hablando que antes”, comenta Talbot.
Esas conversaciones constantes desgastan a Talbot, de modo que han tenido que llegar a un acuerdo: ella lo escucha de lunes a sábado, pero el domingo tiene descanso absoluto para recargar pilas leyendo, haciendo punto de cruz y, sobre todo, callando.
Eso es, en resumen, todo lo que puede hacer una pareja tan desigual durante un confinamiento, señala Jennifer B. Kahnweiler, autora de Creating Introvert-Friendly Workplaces.
Teniendo en cuenta las circunstancias, mostrar comprensión y compromiso en la relación lo es todo.
Kahnweiler advierte también que muchos de los introvertidos que al inicio de la pandemia lo llevaban muy bien, ahora empiezan a sufrir altibajos. “En los primeros días del confinamiento me puse en contacto con varios clientes introvertidos para asegurarme de que estaban bien. Uno de ellos, un jefe de equipo introvertido, me dijo que ya echaba de menos estar de cháchara con sus compañeros en los descansos”, comenta Kahnweiler.
Resulta que trabajar desde casa tampoco es el paraíso para estas personas introvertidas. Para empezar, porque implica más videollamadas agobiantes. La presión a la que te someten las personas que viven contigo o tu círculo social también puede ser agotadora.
Aun así, son muchos los introvertidos que siguen disfrutando de la relativa quietud que les proporciona la pandemia, asegura Laurie Helgoe, psicóloga y autora de Introvert Power: Why Your Inner Life Is Your Hidden Strength.
“En mi caso, mientras mi familia y mis amigos extrovertidos se subían por las paredes, yo estaba en mi salsa”, recuerda. “Podía trabajar desde la tranquilidad de mi casa, ya que mis hijos son mayores. Pude dedicar más tiempo a mis proyectos y descubrir cosas nuevas. También podía descansar cuando necesitaba reflexionar”.
Como nuestra vida actual se ha vuelto eminentemente online, Helgoe señala que ahora los introvertidos tienen la oportunidad de regular los estímulos sociales y participar con mayor entrega en dichas interacciones: “Puedo asistir a un cumpleaños por Zoom y mostrarme alegre durante una hora, pero después, les digo que tengo que seguir trabajando”, ejemplifica Helgoe.
En otras palabras: los introvertidos se pueden beneficiar de este nuevo espacio.
“A menudo se malinterpreta esto. Los introvertidos no buscamos espacio para escapar de nuestras amistades y parejas, sino para poder estar presentes”, puntualiza Helgoe.
En cuanto a los extrovertidos, Kahnweiler dice estar sorprendida por lo bien que lo llevan muchos, teniendo en cuenta lo que les gusta estar con gente.
“Recurren a su introversión interior. Han tenido tiempo para reflexionar, prepararse para sus reuniones y pasar más tiempo con sus familias”, añade.
“Han aprendido a respirar más despacio. Los extrovertidos están recurriendo a los aspectos positivos de las personas introvertidas e incluso están aprendiendo a disfrutar del silencio”.
Al mismo tiempo, siguen cubriendo sus necesidades de extroversión hablando con familiares y amigos o quedando por videollamada, comenta Kahnweiler.
La cuestión es que a los extrovertidos les ha costado meses llegar a ese punto de adaptación.
Esto sucede en gran parte porque la sociedad tiende a premiar las habilidades sociales y a subestimar la importancia de la soledad, algo que a los extrovertidos hasta ahora nunca les había afectado demasiado.
“Existen investigaciones que demuestran que los introvertidos saben adaptarse a situaciones sociales con mucha más facilidad que los extrovertidos se adaptan a la soledad, lo cual no es ninguna sorpresa porque a los introvertidos se les ha forzado desde siempre a saber manejarse en ambos ámbitos para adaptarse a una sociedad extravertida”, expone Kahnweiler.
Con el distanciamiento social impuesto en la cuarentena, los extrovertidos han tenido que aprender a vivir fuera de su zona de confort y, después del confinamiento, muchos acabaron enganchados a sus nuevas formas de entretenimiento.
Después de leer varios ejemplos sobre cómo han manejado la pandemia distintas personas introvertidas y extrovertidos, conviene leer los consejos de los expertos para facilitar la convivencia entre ambas personalidades.
No te lo tomes a mal si la otra persona tiene otras necesidades distintas de las tuyas.
Es muy común que el miembro más introvertido de la pareja se sienta dolido o rechazado si la otra persona le dice que necesita socializar más, ya que provoca una sensación de insuficiencia.
Si entre ellos no verbalizan estas distintas necesidades, el extrovertidos quizás siga adelante con su plan de pasar la tarde haciendo videollamadas y la persona introvertida se agobie.
“Las videollamadas llegan a ser más agotadoras que las conversaciones en persona porque cuesta más procesar información no verbal, como el tono de voz, las expresiones faciales y las pocas señales de lenguaje corporal que podemos ver en pantalla. Todo esto puede agotar antes a las personas introvertidas y hacer que quieran despedirse antes o, directamente, no conectarse”, explica O’Malley.
Tal y como O’Malley ha aprendido en primera persona con su mujer introvertida, la clave es encontrar un equilibrio entre las necesidades de ambos.
“La persona introvertida debe tener la elección de participar o no en las videollamadas, según su humor y su energía, y no debe poner pegas si la persona extravertida necesita su espacio para satisfacer sus necesidades sociales”, propone.
Los introvertidos, por su parte, deben asumir que otras personas necesiten socializar con más gente y que es algo que no tiene nada que ver con la intensidad o la calidad del vínculo en la pareja, ya que es una necesidad independiente.
Que no te dé miedo preguntarle a tu pareja o tu compañero de piso sobre sus necesidades sociales
Talbot y su marido han aprendido durante estos meses de cuarentena que necesitan ser transparentes con sus necesidades. Ahora, en vez de ponerse a hablar con ella sin más, le pregunta si tiene energías y ganas para una conversación larga.
“Los introvertidos agradecen alguno de estos tres comentarios cuando no estás seguro de lo que necesitan: 1) ¿Te apetece que pasemos un rato juntos en silencio? 2) No me importa si quieres cancelar el plan. 3) ¿Cuándo querrás hablar sobre (lo que sea que tengáis que hablar largo y tendido)?”, expone Talbot.
Y a la inversa, si eres una persona introvertida y notas que tu pareja extravertida se muere por hablar de algo, pregúntale. Si odia el teletrabajo, anímale a hablar contigo para que se desahogue. Si notas que tiene ganas de socializar, organiza una noche de juegos online con sus amigos o familiares. Si no te da miedo comer fuera de casa, haz una reserva para cenar en la terraza de algún restaurante que os guste.
Ahora, más que nunca, es importante que seáis flexibles y transparentes con vuestras necesidades.
Sé flexible al hacer planes familiares o en pareja.
Una vez más, la comunicación es fundamental. Cada persona tiene unas necesidades diferentes, ya sea introvertida, extravertida o algo intermedio: ambivertida. Cuando tratéis de encontrar la mejor forma de conectar entre vosotros, mantened la conversación abierta para comentar qué está funcionando y qué no.
“Oí que Michelle Obama explicó en en podcast reciente que su familia tiene rutinas distintas durante el día, pero que por la noche se juntan para jugar a juegos de mesa”, comenta Kahnweiler. “Mi marido y yo hemos fijado un día de la semana para ver episodios antiguos del programa Jeopardy!. No es muy emocionante, pero es un ritual que nos permite seguir en contacto y nos funciona”.
No olvides hablar de vez en cuando con tus amigos introvertidos y extravertidos.
Cuando hables con tus amigos, analiza su lenguaje: ¿es el lenguaje de una persona extravertida? Pues ya sabes cuánto les gusta hablar, así que asegúrate de tener tiempo para ello antes de iniciar la conversación.
“Los extrovertidos tienden a pensar en voz alta, así que tienes que estar dispuesto a pensar en voz alta con la otra persona”, indica Kahnweiler.
¿Es una persona introvertida? Pues calma, frena el ritmo de la conversación y dale tiempo para pensar sus respuestas. Y, sobre todo, no le agobies con videollamadas improvisadas. Mándale un mensaje primero para ver si le apetece. Todos tus amigos introvertidos te lo agradecerán.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.