Aprendamos a criticar sin condenar, literalmente hablando
La hemeroteca estos días nos ha dejado tres historias distintas pero que tienen algo en común.
Como pidieron políticos y varias administraciones, la semana pasada la Fiscalía abrió diligencias que obligaron a inmovilizar el autobús con el que Hazte Oír lanzaba mensajes tránsfobos por las calles de varias ciudades españolas. Al parecer, existía un riesgo de "alteración de la paz pública (y) de creación de un sentimiento de inseguridad o temor" entre personas transexuales, especialmente menores.
En Las Palmas de Gran Canaria un drag queen se vistió de Virgen y de Jesucristo para ganar un concurso durante el carnaval. El show fue puesto en conocimiento de la Fiscalía por si pudiera constituir un "delito contra los sentimientos religiosos". El sujeto en cuestión aseguró públicamente que él no quería ofender a nadie. Resulta que la intención de ofender es precisamente uno de los elementos indispensables de este curioso tipo delictivo, así que nunca sabremos si estas explicaciones son genuinas o son por si las moscas.
EITB ha emitido un programa humorístico (¡!) en el que la farándula euskaldun se deshace en estereotipos sobre "los españoles", que son unos chonis, machistas, corruptos, ignorantes, fachas y muy-muy paletos. No sé cuál es el escándalo, la verdad, porque los vascos ya lo sabíamos: lo absorbimos acríticamente primero de los payasos de la tele, luego en la ikastola, y más tarde en la herriko taberna. Todo el mundo sabe que la facilitad de influir sobre un vasco es tan sólo comparable con la de corromper a un español. En cualquier caso, Ciudadanos y UPN ya han anunciado que van a llevar el tema a los tribunales porque el programa "incita al odio". Han recordado que quien ríe el último, ríe mejor, y supuestamente el último en reír tiene que ser un juez.
¿Qué tienen en común estas tres historias?
Para empezar, las tres son campañas publicitarias excelentes. Hazte Oír realmente ha hecho honor a su nombre.
Pero hay algo más. En las tres hay quien ha insistido en traer el Código Penal a colación.
En este sentido no son casos aislados. Y creo que nos vendría muy bien que empezaran a serlo.
Los políticos y las administraciones parecer querer hacernos pensar que están expresando su oposición más contundente al trasladar estos asuntos a la Fiscalía. Que no nos engañen. No lo están haciendo. Se están rasgando las vestiduras, están echando balones fuera, se están lavando las manos... y todos los demás tópicos juntos.
Tenemos que ser capaces de debatir sobre estos temas, y sobre otros quizás más escabrosos. Superemos la ofensa personal y desarrollemos argumentos que nos ayuden a criticar firmemente las ideas de otros mientras defendemos con la misma firmeza su derecho a ofendernos.
No expulsemos del cuadrilátero al oponente. Al contrario, expandamos el espacio público. Hagámoslo en libertad, y que gane el que mejor argumente. Y el que pierda, que siga manteniendo su postura, o que la module, que la mejore, porque en el futuro puede que su idea reciba más apoyos. Y así avanzaremos, y dice la teoría que iremos a mejor. Y si no vamos a mejor, siempre tendrás la oportunidad de explicarte.
No molestemos a jueces y fiscales. Guardemos el Código Penal y saquémoslo realmente cuando no haya más remedio. Construyamos argumentos más sofisticados. Elevemos el nivel de exigencia de nuestro debate público. Por favor, sigamos criticando; pero dejemos de condenar.