Almeida, una apisonadora para las asociaciones
El alcalde de Madrid y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, retiran el apoyo a entidades sociales que han desarrollado una labor fundamental durante la pandemia.
La Constitución Española legitima el derecho de asociación con la más alta protección: en el Título I de Derechos y Deberes Fundamentales de cada ciudadano y ciudadana de nuestro país. Por otro lado, el articulo 9.2 en el Título Preliminar señala que corresponde a los poderes públicos promover la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social. La Constitución, pues, legitima la participación y el asociacionismo, es decir, el derecho de los y las ciudadanas a la adopción de decisiones de forma colectiva.
Nuestra democracia es en sí misma participativa y no solo representativa, pero estos conceptos no parecen ser comprendidos, o al menos acatados, ni por el alcalde actual, José Luis Martínez-Almeida, ni por la vicealcaldesa, Begoña Villacís. Ambos pertenecen a partidos que se dicen constitucionalistas, pero han mermado el ejercicio de estos derechos con la excusa de la pandemia del coronavirus, precisamente cuando más falta han hecho las redes y las asociaciones vecinales.
Los espacios de participación social en la ciudad de Madrid han perdido por completo el apoyo del Ayuntamiento desde que Almeida es alcalde. Les ha dejado sin apoyo institucional y económico con el que seguir realizando actividades tan importantes como el acompañamiento de mayores, la prevención de las adicciones y ludopatía y la ayuda a familias monoparentales en situación de vulnerabilidad. Muchas de ellas han ofrecido un apoyo fundamental en los peores momentos de la pandemia para aliviar el hambre en familias a las que el Consistorio era incapaz de llegar.
El equipo bipolar de la ciudad de Madrid, Almeida/Villacís, trabaja desde el primer día para evitar a toda costa que estas entidades o espacios de participación social continúen realizando su labor social. Están revocando cesiones de locales a proyectos con arraigo en barrios vulnerables, donde el Ayuntamiento no llega ni de lejos a desarrollar las actividades deportivas, culturales, medioambientales, pedagógicas, ecológicas, de solidaridad y de mantenimiento. Estas dejaban en la ciudad unos retornos sociales y económicos muy superiores al dinero invertido por el Ayuntamiento en subvenciones.
Desde el Área de Gobierno de Vicealcaldía avalan esta política del Gobierno municipal en los distritos que, en este contexto de pandemia y restricciones, rescinden prórrogas y cierran los espacios vecinales o de las entidades que consideran que no son afines a su ideología. Se les llama “chiringuitos”, como la ultraderecha los define. Comprometen la supervivencia de miles de actividades y también lugares donde se realiza la distribución de alimentos como forma de ayuda vecinal hacia las personas más vulnerables y ante el desborde de los servicios sociales. Si hubieran lanzado una apisonadora contra estas asociaciones no habría hecho más daño.
He pedido en innumerables intervenciones, en el pleno del Ayuntamiento, en la comisión del Área de Vicealcaldía, ante los medios y en las redes sociales, un plan de fortalecimiento del tejido asociativo para Madrid, con recursos y espacios públicos de participación social como un instrumento valioso de la muy constitucional democracia participativa. Además, la transparencia en la cesión y la buena gestión de esos recursos pueden quedar garantizados mediante el concurso público y la evaluación de las memorias de actividad y de los beneficios sociales que aportan a los barrios y los distritos.
Las asociaciones vecinales, entidades y colectivos sociales tienen un presupuesto modesto, que, en esta situación de emergencia social y sanitaria, y tras el paso de la borrasca Filomena, no da más de sí, en una situación que es ya insostenible.
Ejercer derechos y libertades constitucionales requiere apoyo público. Estas entidades necesitan recursos, necesitan ayuda económica municipal para poder seguir prestando servicio a las familias, a los ancianos y ancianas, a los bebés, a las víctimas de violencia de género, esa que dicen algunos que no existe. La coordinación con los colectivos sociales y vecinales venía siendo habitual con el Ayuntamiento hasta, desgraciadamente, la llegada del equipo Almeida y Villacís y de su linier en el campo de juego, el señor Ortega Smith de Vox.
Señor alcalde y señora vicealcaldesa, me toca de nuevo recordarles que el asociacionismo, su protección y su promoción no es una cuestión de ideologías, es mandato constitucional, es decir, una obligación que tienen nuestras instituciones, y una necesidad para nuestros vecinos y vecinas. Aparquen la apisonadora, vuelvan al constitucionalismo, gobiernen la ciudad como se merece la ciudadanía de Madrid.