Absueltos dos agentes acusados de obligar a los clientes de un bar a meterse balas en la boca al ritmo del 'Cara al sol'
La Audiencia de León considera que las acusaciones no están suficientemente "acreditadas".
La Audiencia de León ha ratificado la sentencia dictada por el Juzgado de lo penal número 1 de León que absolvió a dos guardias civiles acusados de coacciones por vejar y amenazar a la propietaria y clientes de un bar en la localidad de Carrizo de la Ribera.
Así, la Audiencia provincial desestima los recursos interpuestos contra la sentencia del citado juzgado que absolvió a los dos agentes, para los que la Fiscalía solicitaba sendas penas de dos años de cárcel, según informa el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
El juzgado consideró que “no se acreditó que los acusados obligaran a los clientes del bar a fumar y a apagar sus teléfonos móviles ni que bajaran la trapa del local diciendo que de allí no se movía nadie”.
Tampoco se ha acreditado que pasaran al interior de la barra y se sirvieran bebidas alcohólicas poniendo música en el ordenador del local incluido el cara al sol, ni que sacaran sus armas reglamentarias con sus cargadores, obligando a los presentes a introducirse balas en la boca y en las bebidas, añade la sentencia.
Igualmente, destaca que “no consta” que uno de los guardias civiles intentará abrazar y besar a la dueña del bar y denunciante de los hechos diciéndole: “Eres mía”.
“Acoso laboral” y “persecución”
En el juicio, celebrado el pasado 28 de febrero, los dos acusados, Miguel Ángel J.L. y David René G.M., de baja psicológica desde 2014, negaron los hechos y explicaron que todo se debía a una trama urdida por el sargento que era su superior en esos momentos, y denunciaron que sufrían “acoso laboral” y una “continua persecución”.
Por su parte, la denunciante, Isabel G., se ratificó en los hechos denunciados, supuestamente ocurridos en la madrugada del 11 de septiembre de 2013, e incluso dio más detalles de las amenazas y vejaciones sufridas que no desveló en la instrucción previa.
“Miedo” a denunciar
La denunciante explicó que tardó un año en denunciar los hechos por “miedo”, y reconoció que lo hizo animada por el sargento del puesto y un capitán que instruyó la investigación abierta a los dos agentes.
El sargento que era el superior de los dos agentes afirmó en el juicio que tenía conocimiento de su comportamiento “irregular” por comentarios anónimos que le habían llegado, y negó cualquier interés personal en ir contra ellos.
El abogado de los acusados insistió en que nunca se localizó a los cuatro supuestos clientes que había en el local porque, tal y como sostuvieron sus defendidos “cuando entraron los guardias civiles solo estaba la propietaria a la que informaron de que estaba sobrepasando la hora de cierre y que el local olía a tabaco”.