“Abolir la prostitución no es erradicarla, pero sí es el medio para llegar a ese fin”
Feministas abolicionistas celebran el anuncio de Pedro Sánchez, pero advierten: “Lo más importante es buscar alternativas para las mujeres”.
“Avanzaremos aboliendo la prostitución que esclaviza a las mujeres en nuestro país”. Con esas pocas palabras pronunciadas durante el Congreso Federal del PSOE, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, expresó este fin de semana lo que muchas, muchas mujeres llevan años pidiendo: que la prostitución deje de estar en un limbo legal en España.
No es la primera vez que el PSOE deja clara su postura abolicionista, pero sí es ahora cuando el compromiso es quizás más firme. Horas antes del anuncio de Sánchez, los socialistas se comprometían en su ponencia marco a presentar en esta legislatura “una ley integral para la abolición de la prostitución que ha de proteger y atender a las víctimas, sancionar a los prostituidores y proxenetas y castigar todo tipo de proxenetismo”.
“Un paso muy importante”
Para Amelia Tiganus, ex prostituta, víctima de trata, y actualmente activista y autora de La revuelta de las putas, este es “un paso muy importante”. Lara Alcázar, fundadora y activista de FEMEN en España, lo describe como “una buena noticia”. Mabel Lozano, documentalista y autora de El proxeneta, coincide con ellas: “Ojalá salga adelante”.
A falta de conocer todavía el texto de la propuesta, los partidos y las activistas van posicionándose en una cuestión que atañe a toda la sociedad. La ONU calcula que el 39% de los españoles ha consumido o consume prostitución, un negocio que mueve cerca de 10 millones de euros al día en este país, y en el cual al menos el 80% de las ‘trabajadoras’ lo ejerce en contra de su voluntad.
Amelia Tiganus fue una de ellas. Después de ser captada por las mafias rumanas, país de donde procede, y vendida por 300 euros a un proxeneta español, la mujer habla de “campos de concentración” para referirse a los prostíbulos españoles en los que malvivió durante cinco años.
Desde 1995, arrendar un local para que ahí se ejerza la prostitución no es delito en España gracias a la despenalización de la ‘tercería locativa’ que aprobó, curiosamente, el Gobierno de Felipe González. La nueva ley de ‘sólo sí es sí’, impulsada por Unidas Podemos, recupera la tercería locativa, y prevé el castigo de quien “con ánimo de lucro y de manera habitual destine un inmueble, local o establecimiento, abierto o no al público, a favorecer la explotación de la prostitución de otra persona, aún con su consentimiento”.
La ministra de Igualdad e impulsora de esta ley, Irene Montero, es abiertamente abolicionista (a favor de la abolición de la prostitución), pero desde su departamento hacen hincapié en la necesidad de reformar primero la Ley de Extranjería para blindar los derechos de las mujeres que salgan de la prostitución. Según señaló la ministra este miércoles en el Congreso, “entre el 70 y 80% de esas mujeres están en situación administrativa irregular”, y el hecho de no tener papeles las dejaría aún más desamparadas.
Montero ya anunció en abril un Plan Nacional de inserción socio-laboral para víctimas de trata, explotación sexual y mujeres en contextos de prostitución, pero “para que sea una realidad”, dice, debe ir acompañado “de una necesaria reforma de la Ley de Extranjería”.
Prevención (con multas y educación), protección y reinserción de las mujeres
Las feministas abolicionistas consideran que una cosa no excluye la otra. Amelia Tiganus confía en que la ley que plantee el Gobierno no sea “un parche” y que recoja “todas las demandas de las abolicionistas”, que son “prevención, protección y reparación de las mujeres”, cita Tiganus. Por un lado, prevención a través de la legislación —sanciones a clientes y proxenetas— y de una educación sexoafectiva que desincentive estas prácticas “para que comprar el cuerpo de una mujer no sea visto más como normal o como ocio”, explica Mabel Lozano; por otro lado, protección y reparación a través de ayudas a las mujeres: “Acceso a la vivienda y al mercado laboral, terapia, reinserción, asesoramiento jurídico…”, enumera Tiganus.
“Es fundamental que el Gobierno vaya para adelante con esta propuesta, pero, sobre todo, que las vista a ellas de derechos, que ofrezca alternativas a las tantísimas mujeres que se dedican a la prostitución”, recalca Mabel Lozano. “Si no se les dan alternativas, las condenamos —advierte la autora de El proxeneta—, y para eso se necesita una dotación económica”.
“Necesitamos una ley integral que incluya planes de ayudas que atiendan la situación de las mujeres que busquen abandonar la prostitución”, concuerda Lara Alcázar, que avisa de que las activistas estarán muy atentas a cómo se plantea esta ley, de manera que “no se estigmatice nunca a las mujeres, se las infantilice o se las trate como una gran masa, porque cada situación es diferente”.
Un camino que durará “muchos años”
Amelia Tiganus es consciente de que el proceso puede durar “muchos años”. “Abolir no es erradicar la prostitución, pero sí el medio a través del cual se llega a ese fin”, reconoce. “En Suecia se empezó a multar a los puteros en 1999. ¿Hay ahora prostitución? Sí, pero no en un contexto de crimen organizado, es casi imposible encontrar proxenetismo, y la demanda ha caído en picado”, comenta la activista.
Tiganus sostiene que “el porcentaje de hombres que consumen prostitución en Suecia es ínfimo, y el gran éxito es que los adolescentes ya crecen con la idea de que es absolutamente impensable pagar por penetrar a una mujer que no te desea sexualmente”. “Abolir la prostitución es deslegitimar esta práctica a través de todos los medios posibles, y la ley es la principal herramienta”, concluye la activista.
Como pionera en la abolición de la prostitución, Suecia también es un modelo para Mabel Lozano, que, sin embargo, admite profundas diferencias entre el país nórdico y España. Cuando en Suecia se abolió la prostitución, “pudieron dar un trabajo a las mujeres”, comenta Lozano. “Aquí no es el caso. El número de mujeres que se dedican a la prostitución en España es altísimo”, señala.
Las cifras reales nunca se conocerán —pues la prostitución se ejerce cada vez más en pisos clandestinos—, pero se estima que unas 100.000 mujeres se prostituyen en España. Para Lozano, el foco no tiene que ponerse tanto en “las multas a los puteros”, que también, sino en qué va a hacerse con esas miles de mujeres, “uno de los colectivos más vulnerables y con menos herramientas a la hora de conseguir un trabajo”. “Para que una mujer rehaga su vida necesita trabajo, no moñadas, porque sus hijos e hijas tienen la mala costumbre de comer”, resume.
Qué dicen el resto de partidos
Más allá de la cuestión ética o ideológica que ya, de por sí, divide a los partidos en este asunto, el tema económico también puede ser un punto espinoso en la posible futura ley. El Partido Popular, oficialmente abolicionista, ya ha visto cómo su ‘verso suelto’ Isabel Díaz Ayuso decía este lunes que lo que pretende el presidente del Gobierno con la abolición es “destruir empleo, dividir a España y más socialismo”. Para el vicepresidente de Acción Política de Vox, Jorge Buxadé, la abolición que propone el PSOE sería “como prohibir el hambre”, y la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, apuesta por una regulación “sensata” que proteja a las mujeres de las mafias, ayude a abandonar la prostitución a quien desee hacerlo y permita que quienes quieran seguir ejerciendo puedan hacerlo “con todas las garantías”.
La postura liberal de Ciudadanos enciende especialmente a Amelia Tiganus, que en su libro recuerda cómo Arrimadas defiende la prostitución como un trabajo cualquiera hasta que es a ella a quien llaman prostituta, y entonces sí lo considera “un insulto machista y repugnante”. “Ninguna madre quiere que el trabajo que le ofrezcan a su hija sea ser penetrada por vagina, ano y boca”, abunda Tiganus.
La activista considera como “una prueba de fuego” el momento en el que el PSOE presente la propuesta de ley y los demás partidos tengan que votar. “Aquí quedará claro quiénes están del lado de las mujeres, de la democracia y de los derechos humanos, y quiénes no”, avanza Tiganus.
“Una cuestión de Estado”
Mabel Lozano insiste mucho en la necesidad de que la ley facilite esa “reinserción”, aunque Amelia Tiganus prefiere hablar de “inserción” directamente. Con una vida truncada desde los 13 años, Tiganus tuvo que volver a aprender a ser “humana” cuando, diez años más tarde, logró salir de la prostitución. “Me manejaba con otros códigos que no tenían nada que ver con este mundo”, explica.
“Sobrevivir en esa selva violenta que es la prostitución te convierte en un ser que lucha por la vida desde la violencia y la hostilidad”, apunta Tiganus, que cree que “lo más importante en ese proceso ha sido conseguir tener un hogar seguro”, y sabe que no todas las compañeras que han salido de la prostitución han corrido su misma suerte. “Todos los organismos públicos tienen que estar abiertos a trabajar en esta línea”, defiende, porque “no se trata de que se ocupen las ONG”; comprometerse con abolir la prostitución debe ser “una cuestión de Estado”.
Amelia Tiganus celebra, por lo pronto, “que el presidente del Gobierno salga hablando en todos los medios de la abolición de la prostitución”, porque así “la sociedad empezará a interesarse por ello”. Mabel Lozano coincide con ella, y además está convencida de que dentro de unos años, cuando echemos la vista atrás, nos escandalizaremos al observar la situación actual, igual que ahora nos choca que antes se pudiera fumar en la consulta del médico o en los aviones, compara.
“Ningún gobierno puede avalar ni jurídica ni socialmente una de las formas más perversas de violencia hacia las mujeres, y en este momento se está haciendo”, afirma Lozano. “Este es un paso al frente que hay que dar. Tengo clarísimo que dentro de unos años, diremos: ¿Cómo pudimos consentirlo? ¿Cómo pudimos normalizarlo?”, plantea la directora de Chicas nuevas 24 horas, que recuerda: “En esos puticlubs, detrás de esas luces de neón, hay esclavitud sexual”.