Carta a mi hija: cuatro cosas que espero que no heredes de mí

Carta a mi hija: cuatro cosas que espero que no heredes de mí

Mi dulce niña:

No hay lugar a dudas: eres mi hija en todos los sentidos. Antes de que nacieras, me preguntaba si te parecerías más a mí o a tu padre. Deseaba en secreto que te parecieras a mí, no porque no crea que tu padre es supermono (que lo es), sino porque siempre he querido tener una miniyo. Me parece adorable cuando una niña pequeña es clavada a su mami, sobre todo si llevan cintas de pelo, botines o vestidos a juego. ¡Imagínate la cantidad de fotos graciosas que nos esperan!

Si no fuera por el aspecto envejecido de las fotos de mi época, podríamos mezclar nuestras fotos de bebés y no te sabría decir quién es quién. Tienes mis ojos de color azul grisáceo, mi pelo rubio enredado y hasta mi labio superior con esa forma de arco de Cupido. La gente no para de comentar constantemente que eres mi fiel reflejo, algo que me emociona tanto como me aterroriza.

¿Sabes? Hay un montón de aspectos que intento mejorar de mí y muchos conflictos interiores que espero que tú nunca tengas que afrontar. Tengo algunas malas costumbres y hábitos preocupantes que espero que puedas mantener alejados de ti. Estas son las cosas que espero que no heredes nunca de mí, aquellas que estoy esforzándome por mejorar día a día para no contagiártelas:

1. Espero que no heredes mi ansiedad.

Siendo sincera, todas las mujeres de nuestra familia sufren ansiedad, pero confío en que eso no suponga que también te va a pasar a ti. Es posible liberarse de las ataduras de los problemas generacionales; en cualquier momento y con cualquier miembro de la familia puede comenzar un nuevo legado. Me comprometo a ayudarte a dominar tus emociones de forma productiva, enseñándote a sobreponerte al temor en lugar de intentar que se desvanezca, una estrategia que, realmente, solo agrava el problema.

2. Espero que no heredes mis complejos con la imagen corporal.

Tu abuela y yo hicimos un pacto cuando estaba embarazada de ti: prohibido mostrar nuestros complejos físicos delante de ti, ni abierta ni sutilmente. Esa prohibición incluye quejarnos de forma explícita sobre nuestros muslos y pedir que hagan la foto "una vez más" para que podamos ponernos en un ángulo que disimule algún complejo. Ya se me hace duro cumplir esa promesa, pero hago lo que puedo. Quiero que llegues a conocer la libertad que se siente cuando amas y aceptas tu cuerpo, así como la confianza que consigues cuando te preocupas por ti misma y conviertes tu bienestar en tu prioridad. Toda esa libertad la he descubierto desde que naciste, pero no quiero que tú tengas que esperar hasta los 28 años, como me pasó a mí.

3. Espero que no heredes mi timidez extrema.

No pasa nada si eres introvertida, callada o tímida, pero cuando yo era más joven, era tal mi timidez que me ponía mala el primer día en cada colegio nuevo al que iba porque me sentía superada por el cambio. Cuando la gente me saludaba por el pasillo, a veces fingía que no les oía porque no tenía ni idea de qué hablar con ellos y nunca se me pasó por la cabeza que a lo mejor devolver el saludo era suficiente. Y yo no quiero que a ti te dé miedo decir "hola", hacer amigos o disfrutar de la vida. Dicho esto, si prefieres ponerte a leer un libro en vez de mantener una conversación, lo voy a respetar.

4. Espero que no heredes mi espíritu crítico.

Odio tener que confesarte esto, pero uno de mis mayores complejos es juzgar las decisiones de otras personas y albergar sentimientos críticos hacia mí misma. Durante los últimos años, estoy aprendiendo a descubrir las historias de la gente antes de crear su historia en mi mente, a abrir los ojos ante ciertas necesidades que no se confiesan y a hacerme cargo de esas necesidades en vez de esperar a que otra persona lo haga por mí. Estoy aprendiendo a dar por hecho que los demás tienen buenas intenciones y a entender antes de ser entendida. Estoy aprendiendo a ser amable conmigo misma, a mostrarme más cuidado y atención del que creo que me merezco. Voy a darlo todo para inculcarte esto y para incorporarlo a mi matrimonio con tu padre. Espero que tengas siempre una mente abierta, un corazón compasivo y los brazos extendidos para todo el mundo.

Mi querida hija, te prometo que seré siempre sincera contigo en lugar de intentar esconderte estas batallas internas o todas las cosas malas que puedan pasar.Pero también te prometo que, siempre que comparta estos problemas contigo, será porque quiero que aprendas de mis errores para que veas la verdad por ti misma, para que no tengas que pasar por todo lo que he tenido que vivir yo y para que siempre seas consciente de lo mucho que vales.

Si, pese a todos mis esfuerzos, heredas estas tendencias y malos hábitos, te pido perdón por adelantado y te prometo que siempre tendrás en mí una compañera de viaje para escucharte y quererte.

Con todo mi amor,

Mamá

Este post es una versión modificada de un texto anterior que apareció en el blog de Brittany, The Nested Nomad. Puedes seguirla en Facebook e Instagram.

Este texto fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.

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