En 2020 murieron menos empresas que en la crisis de 2008
Mecanismos como los ERTE o las ayudas al mantenimiento de la actividad marcaron la diferencia y evitaron el desastre total durante el peor año de la pandemia.
La pandemia arrasó el mundo en 2020 con una fuerza pocas veces vista en el último siglo. Sin embargo, empiezan a conocerse algunos datos que demuestran que la reacción de los gobiernos y organismos internacionales amortiguaron el golpe.
En España, según los datos de demografía empresarial publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que contabiliza los “nacimientos y muertes” de empresas, en el peor año de la crisis sanitaria murieron menos empresas que durante los peores de la debacle económica que siguió a 2008.
Esto no quita que por primera vez en 6 años el saldo general de muertes versus nacimientos fuera negativo, un 8,4% frente a un 7,5%. Sin embargo, fueron menores que las del periodo que fue de 2010 a 2013.
Para la profesora de Economía de la Complutense, Mónica Melle, la razón de estos hechos se relaciona directamente con los mecanismo puestos en marcha para paliar las consecuencias económicas del coronavirus: “Primero se activaron los ERTE para proteger el empleo, mientras que para las empresas se abrieron líneas de ayudas para el mantenimiento de su actividad, que tenían como principal objetivo evitar los cierres”.
El principal riesgo que existía, comenta Melle, era que se destruyera el tejido productivo, ya que cuando eso ocurre “es muy difícil ponerlo en marcha de nuevo”. La profesora apunta que esta circunstancia explicaría también la rápida recuperación del mercado de trabajo y del empleo, que en octubre registró una histórica bajada del paro, así como el nivel de afiliación a la Seguridad Social, que iguala números previos a 2008.
Ana Escribá, directora del Grado en Derecho de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), coincide con Melle en que los ERTE marcaron la diferencia. “Ayudaron mucho a que las empresas aguantaran. El riesgo que asumían de esa manera era mínimo y podían mantener su actividad con menos costes”, cuenta Escribá.
Esta doctora en Derecho Laboral apuntala su argumento asegurando que “la lógica” de la pandemia debería haber sido diametralmente opuesta ya que “en el peor año del siglo” lo normal hubiera sido un golpe devastador para las empresas que no se ha dado.
Todas estas medidas, según Melle, explicarían por que en la crisis desatada durante la pandemia han muerto menos empresas que en la de 2008. Durante aquellos años se produjo un “austericidio” impulsado por los recortes sociales y bajadas de sueldos y prestaciones. Esas medidas produjeron una “merma en la recaudación pública” que impidió sostener las cuentas que se pretendían salvar.
Tuvieron que pasar años hasta que el sistema se recuperó, no así ahora. “En esta crisis todo ha cambiado, desde Europa no fueron tan estrictos con el cumplimiento de los objetivos de déficit y deuda, la visión ha sido otra”, concluye Melle.
Escribá, por su parte, afirma que los datos tampoco son para cantar victoria rotundamente, ya que “habrá que esperar” a ver los de 2021, cuando empezaron a retirarse las ayudas y los ERTE para comprobar cómo de mullido fue el colchón que salvó a las empresas en 2020.
Por Comunidades Autónomas, el saldo neto en Cataluña fue la que registró el dato con más negativo, de -5.878, seguida de Canarias (-4.322) y la Comunidad de Madrid (-3.945). Por otra parte, las dos únicas que registraron un saldo positivo fueron Andalucía (382) y la Comunidad Foral de Navarra (33).
Las pymes, las más perjudicadas
Aunque el apocalipsis no llegó, la sangría económica no afectó a todos por igual. El saldo neto de muertes empresariales según el número de asalariados deja claro que aquellas que más sufrieron fueron las que tenían entre uno y cuatro trabajadores.
Esto entra dentro de la lógica, explica Melle, que señala que no tiene tanto que ver con el tamaño de las empresas como con su actividad: “Estamos hablando del bar o la mercería de la esquina, de pequeños negocios que tienen poco valor añadido, pero otras empresas pequeñas dedicadas a la informática o a las telecomunicaciones seguramente han tenido un desempeño mucho mejor”.
Escribá lo ejemplifica con la situación que puede haber vivido una tienda de ropa. “Cierra durante 5 meses y tiene toda la ropa de la temporada anterior, ¿qué hace con todo ese stock? Eso supone unas pérdidas muy altas y la falta de ingresos hace que sea imposible aguantar el negocio”.
La directora del Grado de Derecho afirma que esas pequeñas empresas sufren un “desgaste” muchísimo mayor que las medianas y las grandes. “Si por ejemplo amazon manda a 2.000 trabajadores a un ERTE no les supone nada porque es un porcentaje ínfimo de su plantilla”.
Y a propósito de Amazon...
A pesar de ser numéricos, a priori fríos, los datos también nos hablan de cómo son las personas y sus conductas. Y en este caso no iba a ser menos. Si se analizan los datos del INE por áreas de actividad, de las 82 que existen, 54 arrojan un saldo negativo.
Pero hay una que crece, y lo hace con ganas. El área empresarial que corona la lista con el mejor saldo positivo es la de Actividades postales y de correos, donde se incluye la actividad de envío y entrega de paquetes, con una subida de 6.993, seguida de muy lejos por la de Publicidad y estudios de mercado (1.645).
Para Melle, es “lógico y claro”, ya que con la pandemia el modelo de consumo sufrió una sacudida copernicana. Las ventas online se dispararon, y ese es un cambio “que ha venido para quedarse”, apunta la economista.
Los sectores que más cayeron fueron precisamente los mencionados en el apartado anterior de este reportaje, los Servicios de comidas y bebidas (-8.124) y el Comercio al por menor, excepto de vehículos a motor y motocicletas (-8.162), es decir, el pequeño comercio.
El cambio de paradigma en la respuesta a la pandemia con respecto a la crisis anterior suma otro punto con estos nuevos datos, aunque el clima de gran incertidumbre actual, marcado por la guerra de Ucrania y la crisis energética, invitan a la prudencia.