1º de Mayo: ante un nuevo camino
Es esencial que el retorno a la actividad se produzca teniendo en cuenta a las personas junto a las necesidades de la actividad productiva.
Celebramos este Primero de Mayo en una situación extraordinaria: inmersos en una crisis sin parangón provocada por una pandemia global que está poniendo a prueba nuestro sistema sanitario, nuestra protección social, nuestra economía y nuestro empleo, y que nos demuestran la fragilidad y las debilidades de nuestro modelo social, con una legislación laboral que favorece la destrucción masiva de puestos de trabajo y con una protección social mercada y unos servicios sociales y sanitarios mutilados por los recortes, como consecuencia de las políticas neoliberales y austericidas que ha padecido nuestra sociedad, y que han hecho aguas en esta crisis.
Ante esta situación hemos propuesto y logrado que el Gobierno ponga en marcha medidas para proteger el empleo y a las personas de los efectos de la crisis del coronavirus. Medidas que pasan por evitar los despidos, y los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) deben ser la única alternativa. Medidas para proteger a las personas mediante la extensión de las prestaciones o subsidios por desempleo a colectivos que hasta ahora no tenían acceso a los mismos y en especial a los colectivos más vulnerables. Medidas para proteger a los trabajadores del contagio, exigiendo equipos y sistemas para amparar su salud.
Pero no es suficiente, porque a pesar de todo ese esfuerzo y de que el Gobierno haya movilizado más recursos que en toda la historia de nuestro país, hay cientos de miles de personas sin ningún tipo de ingresos que se han quedado fuera de ese paraguas de protección social que hemos conseguido poner en marcha. Es urgente que el Gobierno ponga en marcha una renta mínima vital para dar cobertura a todas esas personas.
Celebramos este Día Internacional del Trabajo a pocos días de que el Gobierno aprobara y anunciara un plan de desescalada. El objetivo que debe presidir este periodo de deshibernación, una vez más, es la protección: la protección de la salud y seguridad de los trabajadores y trabajadoras durante su reincorporación a la actividad productiva; la protección del empleo, especialmente a través de la prolongación de los ERTE, con el objetivo fundamental de preservar el empleo y evitar los despidos y la destrucción del tejido productivo; la protección de las personas, mediante la extensión de las medidas acordadas para dar cobertura a los colectivos de trabajadores y trabajadoras que han perdido su empleo, y que se tienen que mantener, a lo largo del proceso de desescalada; y la protección a los más vulnerables, a través de una renta mínima extraordinaria hasta que se apruebe la ley de ingreso vital mínimo.
Es esencial que el retorno a la actividad se produzca teniendo en cuenta a las personas junto a las necesidades de la actividad productiva. En este sentido, UGT reclama al Gobierno un certificado o sello dirigido especialmente para las empresas de los sectores de comercio, hostelería y restauración, que certifique la salubridad y la seguridad de esas instalaciones y empresas y generen confianza y seguridad entre los consumidores y los trabajadores y trabajadoras.
Y después de la desescalada tiene que venir la reconstrucción de nuestra economía y para eso es fundamental un gran pacto de Estado. Pero ese acuerdo para impulsar nuestra economía no puede llevarnos de nuevo a la casilla de salida de este perverso tiempo. No podemos caer en el error de persistir en una legislación laboral que no protege a los trabajadores y menos aún a las trabajadoras, que fomenta la precariedad y la temporalidad, que es un arma de destrucción de empleo. No podemos mantener un sistema productivo que hace aguas y que se cimienta precisamente en esa precariedad. No podemos mantener una política fiscal que no sea capaz de cumplir su función de mantener una red de protección social en los momentos más difíciles y unos servicios públicos que atiendan las necesidades de la ciudadanía.
Todo el sufrimiento y el dolor de esta pandemia, las personas fallecidas y las enfermas, las personas que padecen las consecuencias esta crisis, los trabajadores y trabajadoras que luchan por sacar este país adelante, servirá de poco si no aprendemos de estas enseñanzas. Este Primero de Mayo debe y quiere ser un homenaje a todas esas personas, un reconocimiento especial a los que trabajan en los servicios esenciales y a toda la clase trabajadora.