17 años del misterioso asesinato de Deborah Fernández y la puesta en escena ficticia de su verdugo
Tenía 22 años y estudiaba diseño gráfico. Déborah Fernandez era una joven viguesa con una vida normal que salió un día a correr y fue asesinada por alguien que se esforzó mucho en preparar la escena que se encontraría la policía junto al cuerpo de la joven.
Tras ir a clase y a la peluquería, el 30 de abril de 2002 Déborah salió a correr con su prima, de la que se despidió antes de volver a casa para ver la película de Amelie. Pero nunca fue al videoclub a alquilarla, y tampoco la vio. Según las investigaciones, cuando volvía a su casa se encontró a un desconocido hacia las 9 de la noche y esa fue la última vez que se la vio con vida.
Su cuerpo fue encontrado diez días después. Alguien la había desnudado y la había lavado. Había llevado cuidadosamente su cuerpo a una cuneta a 40 kilómetros de Vigo y lo había colocado entre uno matorrales como si estuviese durmiendo: de lado y con las piernas y los brazos flexionados. Introdujo semen ajeno de forma artificial en su vagina, y lo hizo cuando ella ya estaba muerta.
El caso se recuerda por la frialdad y precisión con la que el presunto asesino habría preparado este escenario, tapándole el pubis y los pechos con hojas de acacias. Junto al cadáver dejó un preservativo usado con su correspondiente funda y un pañuelo de papel. Pero aún, 17 años después y a tres años de cerrarse el caso, no se sabe quién pudo hacerlo. La hipótesis que más se maneja es que haya sido una persona cercana a su entorno y que fue asesinada por sofocación con un objeto blando, según El País.
Ahora el caso permanece archivado provisionalmente desde 2010 porque no hay pruebas contra el único sospechoso. Pero la familia está reclamando nuevas pesquisas judiciales, ya que después de una recogida de 300.000 firmas pidiendo justicia para Déborah ha servido para que los investigadores vuelvan a poner el foco en el suceso.