El Barça trascendente
Lo más inteligente para el Barça sería ir, poco a poco, y conforme nos adentramos en el siglo XXI (la globalización, ¿recuerdan?), saliendo de esa relación estrecha con el nacionalismo catalán. A muchos catalanes les sentarán mal estas palabras. Lo siento de veras.
Ha pasado la Diada más reivindicativa de los últimos años. Hacía años que no salía tanta gente a la calle en Barcelona y siglos que no lo hacían para pedir la independencia de Cataluña. Antes de seguir, quiero advertirles de dos cosas: Una, que esto son opiniones personales no necesariamente acertadas (¡faltaría más!). Dos, que a mí los nacionalismos, ya sea el catalán o el español, me parecen un poquito pueblerinos. Y pasados de moda, oigan, en pleno siglo XXI y en Occidente, sin guerras, invasiones o dictaduras.
Pero a lo que iba. Como tantas otras veces, uno de los símbolos de identidad de esa tierra tan maravillosa que es Cataluña, esto es, el FC Barcelona, no ha sido ajeno a todas estas celebraciones. Primero, con la filtración de la que será la camiseta suplente del equipo el año que viene, con las cuatro barras catalanas (¿o son aragonesas?). Y ojo, que me parece estupendo. Y además, no son los primeros. Luego, con la presencia del Barça como institución en la ofrenda floral. Nada nuevo, en realidad, bajo el sol. Y luego las declaraciones de un símbolo dentro de un símbolo, Pep Guardiola, mostrando su apoyo a una hipotética independencia de Cataluña. Y para terminar, las voces que rápidamente quieren 'echar' al Barça de la Liga Española y la respuesta de Rosell, en un diálogo realmente absurdo.
Yo entiendo que el Barça es un símbolo de Cataluña. Lo acepto y hasta me parece bien. Pero les diré algo. El Barcelona tiene 1.434 peñas. 753 están fuera de Cataluña, es decir, más de la mitad (por cierto, el club divide las peñas por zonas. La del sur de Francia se llama 'Catalunya Nord'). El fenómeno Barça, gracias a tipos como Messi, es algo global. Puedes encontrar camisetas blaugranas en los hombros de niños de todo el mundo. Desde Nueva York hasta Tokyo pasando por Casablanca, Helsinki, Singapur y Sao Paulo. Y a esa gente, a esos cientos de miles de personas que se dejan sus dineros en camisetas, gorras, posters, tazas, bufandas, chándales, mochilas y balones, se la trae al pairo la Diada, la independencia y el simbolismo. Y muchos miles de españoles, de Badajoz, de Córdoba, de Murcia, de Burgos, de Gijón o de Las Palmas de Gran Canaria, que son tan del Barça como el que más, y que también se dejan un buen dinero que va a las arcas del club, no sólo no comparten esa ideología, sino que les parecerá hasta mal. Créanme, que conozco a muchos barcelonistas, muchos encantados con España e incluso votantes del PP.
Por eso creo que lo más inteligente para el Barça sería ir, poco a poco, y conforme nos adentramos en el siglo XXI (la globalización, ¿recuerdan?), saliendo de esa relación estrecha con el nacionalismo catalán. A muchos catalanes les sentarán mal estas palabras. Lo siento de veras. Pero por suerte para el club azulgrana, el Barcelona trasciende ya, desde hace años, las fronteras, las banderas y los nacionalismos.