El 'via crucis' del precio de los alimentos, ¿por qué no bajan de una vez?
Las dinámicas de la producción hacen que el impacto de la bajada de la energía y las materias primas tarden en darse, pero podrían empezar pronto, según los expertos.
La inflación se moderó en febrero, subió una décima menos de lo que se esperaba, pero subió, concretamente hasta el 6%. Si esto ocurre en medio del abaratamiento de los combustibles, tras la eliminación del IVA a los productos básicos y con la electricidad un 33% más barata que hace un año, según el INE... ¿No se supone que los costes deberían bajar y por tanto también los precios?
Esta pregunta es la que posiblemente ronda la cabeza de muchas familias en España desde hace meses, que aunque han visto cómo la inflación general bajaba desde el 10,8% que marcó en julio, ahora repunta con avances leves pero dolorosos para sus cuentas. La energía explica buena parte de dicho descenso, pero los alimentos siguen sin aflojar, y mantienen la inflación en cotas altas.
En febrero, su tasa de cambio interanual subió hasta el 16,6%, un punto más que el mes anterior. El arroz es un 21,6% más caro que hace un año, los huevos; un 28%, el aceite de oliva; un 33,5%, el pan; un 13,2%, el pescado fresco y refrigerado; un 9,4%... Y así la inmensa mayoría de los productos.
Sin embargo, esas son las tasas interanuales. Si se miran las mensuales, la cosa cambia, y hay un espacio para la esperanza, aunque cauta. El arroz ha subido un 2,2%, los huevos; un 0,7%, el aceite de oliva; un 2,7% y el pan un 0,8%. Los pescados, de hecho, incluso bajan, concretamente un 5,7%.
Esta moderación en los crecimientos se puede comprobar mejor si se comparan estos crecimientos de febrero con los de meses anteriores, por ejemplo, en los productos lácteos. Las leches enteras y desnatadas crecieron un 1,7% y un 1,8% respectivamente en el segundo mes del año. Sin embargo, son alzas notablemente más suaves que las de meses anteriores. Y es que en diciembre ambas aumentaban sus precios a un ritmo del 6% la entera y un 5,8% la desnatada.
Estas sendas moderadas en las tasas mensuales, para Manuel Hidalgo, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (UPO), demuestran que muchos de los precios muestran ya una "contención" que se nota desde hace dos meses, por lo que podrían haber "tocado techo".
En este aspecto, la luz al final del túnel también la marcan productos como los aceites, sostiene Hidalgo. El aceite de oliva se encareció un 2,7% en febrero, pero en enero había bajado un 1,2% y en los últimos meses de 2022 su precio se incrementaba a ritmos del 8% y el 9%. Ese año, productos como el aceite de girasol, en la categoría de Otros aceites comestibles del INE, llegó a subir un 39,8% en abril, y este febrero bajó un 2,5%.
¿Qué está pasando con los precios?
Lo más probable, cuenta José García Montalvo, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), es que pronto empecemos a ver bajar los precios de los alimentos. Este experto señala, además, que los índices se mantienen al alza por los retrasos en los impactos de los costes en distintos productos.
"Tarda en verse la reducción de la inflación, pero los precios internacionales de los alimentos, por ejemplo, están cayendo de precio. Excepto el azúcar, el arroz y el cacao, todos los demás están ya por debajo con respecto a hacer un año", sostiene García Montalvo.
Si no hay eventos "excepcionales", cuenta Hidalgo, las subidas que pueden verse a partir de ahora serán "muy pequeñas", e incluso notarse pronto algunos "recortes" en los precios de los supermercados: "Yo no creo que haya que hacer un lectura positiva, pero sí enfrentar los datos con cierto optimismo, porque parece que los eventos que han determinado que algunos productos subieran tanto el año pasado ahora han desaparecido".
Tras el estallido de la guerra de Ucrania, todos los mercados internacionales se pusieron patas arriba, especialmente los de la energía. El precio del petróleo y el gas se dispararon, y los mercados internacionales vieron subir vertiginosamente los precios de materias primas como el trigo y otros productos esenciales para la producción de numerosos alimentos, piensos y fertilizantes.
Ahora, los mercados marcan precios cada vez más bajos. Pero entonces, ¿por qué siguen subiendo los precios? Una de las claves se encuentra en que, en la actualidad, se están procesando las cosechas que se sembraron cuando los fertilizantes estaban mucho más caros que ahora, afirma el catedrático de la UPF: "La producción agrícola no es como la industrial, necesita un cierto tiempo".
Para ilustrar estas bajadas en el mercado internacional, el precio de referencia del trigo, que se marca en Chicago (EEUU). Este cereal alcanzó un precio que rozaba los 1.280 dólares por tonelada en mayo del año pasado, cuando la producción ucraniana, una de las más potentes del mundo, se vio seriamente afectada por el conflicto bélico. El 12 de marzo de 2023, la tonelada se vendía a 693 dólares, un 46% más barata.
"Las variaciones en los costes de producción no son instantáneos. Las fábricas no te van a vender un donut al precio que tiene la harina hoy cuando la compró y pagó al que tenía hace cinco o seis meses", concluye Hidalgo.
Todo está interconectado. El aumento del precio de los fertilizantes repercute de manera directa, también, en los productos cárnicos. "Esto afectó a los precios del maíz, que son uno de los ingredientes principales para la fabricación de piensos", expone García Montalvo, y concluye que la interconexión de cada producto acaba formando una reacción en cadena que impide que todo "baje de golpe".
Las empresas recuperan lo perdido
Por tanto, los precios de los alimentos están sujetos a múltiples variables propias del mercado, pero las empresas también tratan de recuperarse del golpe bélico. Cuando los tanques rusos cruzaron la frontera ucraniana, la inflación creció de manera súbita. Apenas hubo que esperar un mes para ver cómo todo aumentaba.
Sin embargo, la subida efectiva de precios tardó un tiempo en trasladarse a las estanterías de los supermercados. Esto se debió, en parte, apunta el economista de la UPF a que muchas empresas decidieron mantener los precios pensando que la crisis podría durar poco tiempo.
Pero la guerra no duró los tres días que se vaticinaron en su inicio, y ya va camino de cumplir su decimotercer mes. "Al principio se pensaba que iba a ser más temporal y algunas empresas mantuvieron sus precios. Pero cuando pasaron seis o nueve meses y vieron que sin subir precios producían a perdidas, no tuvieron mas remedio que subirlos, no solo para ser rentables, sino también para recuperar lo perdido", explica García Montalvo.
En definitiva, la bajada que se ve en los mercados mayoristas, junto con la disminución del coste de los transportes y a la luz de la "contención" que arroja la letra pequeña de los datos, harán que en los próximos meses se produzca una bajada notable de los precios, previsiblemente. Lo que queda claro, en cualquier caso, es que la inflación, ante una urgencia, asciende a la velocidad de los misiles y baja al ritmo que crece una espiga de trigo.