Poner en valor la política
Las incompatibilidades, los sueldos y el número de cargos públicos son temas que se dan mucho a la demagogia. En estos momentos de crisis calan de tal manera que nos desayunamos cada día con declaraciones de políticos, que más que partir de un convencimiento real parece una competición.
Mucho se habla de las incompatibilidades entre la vida pública y la privada. Comparto que uno por su actividad pública no pueda beneficiar a su actividad privada. Esto debe ser aplicable a cargos y trabajadores públicos, pero a la hora de regular, para que esto no se produzca, no podemos cometer el error de poner exigencias excesivas que no permitan que determinados perfiles profesiones puedan ejercer cargos públicos, porque entonces esta democracia representativa no lo será tanto, pasando a ser aún más imperfecta. Debe poder ser representante público tanto un parado como un empresario, o un profesional liberal o un funcionario público. Con ello, la política se parecerá mucho al espectro ciudadano, pudiendo los políticos ser más conscientes de los problemas de estos y de sus posibles soluciones.
Las incompatibilidades, los sueldos y el número de cargos públicos son temas que se dan mucho a la demagogia. En estos momentos de crisis económica calan de tal manera en la sociedad que nos desayunamos cada día con declaraciones y acciones por parte de responsables políticos, que más que partir de un convencimiento real parece una competición para ver quién es más exigente en estos asuntos, sin tener en cuenta en muchos casos las consecuencias.
Un buen ejemplo de ello es el presidente de Extremadura, el señor Monago, que es conocido por hacer anuncios mediáticos con poca repercusión en la población pero mucha en los medios de comunicación. El Gobierno de Extremadura ha aprobado el Proyecto de ley por el que se regula el Estatuto de los Cargos Públicos y de la Administración, pero es el mismo presidente que siendo líder de la oposición no quiso registrar su declaración de la renta, como obligaba el reglamento de la Asamblea, el mismo que no ha querido aplicar el mandato de la Asamblea de Extremadura para que publique en formatos abiertos y reutilizables, los presupuestos de la comunidad autónoma, además de los ingresos, gastos, modificaciones de crédito y ejecución de presupuestos mensualmente. Todo ello demuestra que sus anuncios mediáticos tienen poco que ver con su forma de pensar y actuar y mucho con su obsesión por estar permanente en el foco mediático a nivel nacional.
Recuerdo un exministro que dijo: "Si siguen bajando los salarios, al Gobierno solo llegarán analfabetos". No comparto esta afirmación por parecerme exagerada pero puede situar el debate en contexto. César Calderón planteó en 2010 que el salario medio de un directivo de la empresa privada es de 173.000 euros, el del presidente del Gobierno de 87.000 euros, "en esa tesitura, ¿adónde creen ustedes que irán los mejores profesionales? ¿Por qué los españoles merecemos que se encargue de nuestros asuntos un profesional peor pagado/motivado que el de una aseguradora, un banco o una constructora?"
Los ciudadanos quieren tener a los mejores políticos, que tengan preparación y experiencia en la vida profesional, pero contradictoriamente también denuncian en muchas ocasiones que sus salarios son excesivos. Es cierto que el político tiene que ser alguien que esté en política por el placer y la pasión de mejorar la vida de los ciudadanos, pero si queremos tener representantes y gestores públicos de un determinado perfil deben tener una remuneración racional y prudente, precisamente para evitar tentaciones y escándalos indeseables. No quiero decir que tenga que cobrar lo mismo que recibiría en la empresa privada, pero tiene que haber un equilibrio entre las posturas extremas.
A la hora de hablar del número pasa algo similar. Los ciudadanos quieren que les representen, que estén cercanos a ellos, lo que obviamente está reñido con tener un número bajo de políticos activos.
En las resoluciones aprobadas por la Conferencia Política del PSOE aparecen muchas medidas que buscan recuperar la credibilidad en la política a través de una serie de incompatibilidades y actitudes de los responsables políticos, al igual que planteó Guillermo Fernández Vara, para evitar la puerta giratoria entre políticos y empresas sobre las que han tomado decisiones. Pero se plantea con cabeza, sin demagogia que lleve a medidas con malas consecuencias para la política.
Apuesto por la transparencia como vacuna contra la corrupción y puesta en valor de la política. Publicando todos los datos en abierto comprobaríamos que no hay tantos políticos cobrando y que existen miles de ciudadanos que dedican mucho tiempo a sus vecinos en sus tareas de concejales sin recibir retribución alguna. Buen ejemplo de esto es lo hecho por el PSOE de Navarra que a través de portal en internet ha publicado los sueldos de todos sus cargos públicos, miembros de su ejecutiva, trabajadores... además de los ingresos y gastos de la organización.