Las personas o nuevas elecciones
Podemos sigue enrocado en vetos y condiciones para evitar que nada avance, pidiendo una y otra vez a Pedro Sánchez que se decida por la gran coalición PP+Ciudadanos+PSOE o por un gobierno progresista, cuando hace mucho tiempo que Sánchez decidió ponerse a trabajar y todo el PSOE rechazó un gobierno del PP por activa o por pasiva.
Desde que los ciudadanos votaron el día 20 de diciembre hasta ahora, ha pasado mucho tiempo, casi dos meses, y en este periodo han pasado muchas cosas. Rajoy renunció en dos ocasiones a someterse a la investidura. El rey encargó a Pedro Sánchez intentar formar gobierno. El PSOE ha celebrado dos comités federales, en los que se ha decidido apostar por un gobierno progresista y reformista, y preguntar a los militantes ante un posible acuerdo. Han empezado las negociaciones con varios de los partidos representados en el Congreso para explorar acuerdos sobre el programa que tendría que poner en práctica un gobierno presidido por Sánchez.
Pero todo lo anterior ha pasado en una parte del tablero, porque en otras dos parece haberse congelado el tiempo. Rajoy sigue esperando a que circunstancias del destino le permitan seguir en la Moncloa, algo muy complicado, teniendo en cuenta que nadie ajeno a su partido le apoya. En el extremo "izquierdo", Podemos sigue enrocado en vetos y condiciones para evitar que nada avance mientras el tiempo pasa, pidiendo una y otra vez a Pedro Sánchez que se decida por la gran coalición PP+Ciudadanos+PSOE o por un gobierno progresista, cuando hace mucho tiempo que Pedro Sánchez decidió ponerse a trabajar por esto, y todo el PSOE rechazó un gobierno del PP por activa o por pasiva.
Cualquier negociación está llena de gestos para intentar llegar a un acuerdo cercano a lo que cada uno pide, pero también estos mismos gestos se pueden hacer para intentar no llegar a un acuerdo y echar la culpa del desencuentro al otro. A cualquier ciudadano de este país que haya seguido la actualidad política desde la celebración de las elecciones le habrá quedado claro en cuál de las dos posiciones está Pablo Iglesias, aunque puede que él mismo no sea consciente de esa percepción ciudadana, aquejado de un mal que en ocasiones se da en los representantes públicos, ya que parece que vive en una realidad paralela.
Me imagino lo que pueden estar pensando los votantes de Podemos ante la actitud de sus representantes, o cuando leen noticias como la publicada por un medio de tirada nacional. "El PSOE e IU acuerdan una nueva ley electoral y derogar la reforma laboral". Se preguntarán qué están haciendo sus representantes mientras otros partidos progresistas se ponen de acuerdo en políticas.
A Podemos se le ha visto preocupado por el número de grupos parlamentarios que tenía, por los escaños del Congreso, por vetar a otros partidos, por imponer condiciones inasumibles al partido encargado de formar gobierno, por nombrar cargos en un gobierno que no presidiría... Mientras todo esto pasa, IU con sólo dos diputados, se ha puesto a trabajar por intentar hacer realidad sus propuestas de un gobierno progresista y de cambio, y a más de dos semanas de la sesión de investidura, ha conseguido acuerdos con el PSOE en materia social, por la reforma del sistema democrático, por la lucha contra la corrupción y por la lucha contra la violencia de género.
Pablo Iglesias, que tantas veces ha pedido a Pedro Sánchez que decida sobre algo que ya ha decidido, tiene que aplicárselo en primera persona y optar entre ponerse a trabajar por transformar la realidad con sus propuestas desde un gobierno progresista o que vayamos a nuevas elecciones, aunque por sus gestos me da la sensación que ya lo sabe.
Iglesias tiene que escoger entre las personas o las elecciones. Unas nuevas elecciones donde se daría una aritmética parlamentaria muy parecida a la actual y con los mismos problemas para conformar un gobierno.
A la pregunta de qué busca Pablo Iglesias, creo que en las próximas semanas saldremos de dudas y, en un futuro, las urnas darán su aprobación o desaprobación.