El dedo mágico del líder
A veces me da la sensación de que los ciudadanos están pidiendo una segunda transición que cambie el modelo democrático dándole más poder a la hora de decidir sus candidatos y representantes a través de sistemas como las listas abiertas y primarias.
A veces me da la sensación de que los ciudadanos están pidiendo una segunda transición que cambie el modelo democrático dándole más poder a la hora de decidir sus candidatos y representantes a través de sistemas como las listas abiertas y primarias.
Todos los días los medios de comunicación interrogan a dirigentes del PSOE sobre las primarias, y son muchos los militantes y simpatizantes de este y otros partidos que las piden, y también listas abiertas para elegir a sus representantes. ¡Con estas ganas de primarias cualquiera se atreve a decir que no está de acuerdo con este sistema! Corre el riesgo de ser linchado en plaza pública o mediática. No seré yo el que lleve la contraria en este tema, pero sí creo que tenemos que conseguir definir este asunto lo mejor posible para no encontrarnos posteriormente con efectos no deseados, como candidatos que no son capaces de gestionar sus equipos -con recientes ejemplos en Italia, caso de Beppe Grillo-, o personas con muy buena imagen pero incapaces de gestionar equipos, conflictos, hacer propuestas, etc.
No quiero un candidato que sea capaz de ganar unas elecciones primarias al tener una buena campaña de marketing y el beneplácito de los medios de comunicación, pero que se desinfle en su carrera a la presidencia del Gobierno, o que sea incapaz de gestionar un equipo humano. Candidatos que para tener el foco mediático critican a sus dirigentes, su organización o su estructura, aun siendo parte de ellas y responsables de situaciones que critican. Deberían perder más tiempo en hacer propuestas y que por ello se fijaran los medios: eso sí tiene mérito, y esa sí tiene que ser su misión fundamental.
Quiero un candidato que tenga la capacidad de escuchar y conversar, proponer, trabajar en equipo, resolver conflictos, empatía, sentir lo que siente la gente,... y aunque muchos incluirán entre las características deseables el tener un título universitario, para mí es algo accesorio. Conozco a trabajadores que sin ser ingenieros son mejores ingenieros que los titulados. El poseer un título universitario sólo demuestra la capacidad para aprobar exámenes y conocimientos sobre un tema concreto; en política esto es poco útil.
Para detectar estas características lo más adecuado sería crear un Gran Hermano de políticos, pero como pocos estarían dispuestos a ello y se darían situaciones surrealistas, propongo dentro del sistema de primarias fórmulas más sencillas de aplicar y menos frikis: debates entre candidatos. Someterse a preguntas de ciudadanos en abierto y sin filtro previo, al estilo Tengo una pregunta para usted. Jornadas de elaboración de propuestas políticas en las que, al estilo de las prácticas del Club de Debate Universitario, se elija al azar una temática concreta, y posteriormente los candidatos tengan varias horas para preparar con sus equipos las propuestas en esa materia, para finalizar explicando su propuesta, utilizando el material que consideren oportuno y abierto a preguntas. Estas y muchas otras ayudarían a elegir mejor, detectando más características que las que se pueden detectar en un proceso de primarias habitual.
Estas fórmulas o parecidas también podrían utilizarse para elegir a los componentes de las listas electorales y así quitar parte de la responsabilidad al dedo mágico del líder que según cuenta la leyenda nunca se equivoca al señalar a los que tienen completar la lista electoral. Hace poco escuché a un dirigente político decir que un buen militante tiene que trabajar y esperar a que el partido se fije en él para ocupar mayores responsabilidades. ¿Quién es el partido? ¿Se refería al dedo mágico del líder?
En uno de los debates de presentación de #DemocraciaHacker para definir un nuevo modelo democrático alguien proponía utilizar también las listas abiertas para decidir los componentes de un Gobierno: ministros, secretarios de Estado, directores generales,... Debo reconocer que en esto no estoy de acuerdo, el presidente de un Gobierno es el responsable de la gestión de todo el Gobierno, por lo que deben ser también cuestión suya los nombramientos. De lo contrario podría eludir las responsabilidades de las acciones de los distintos departamentos.
A partir de que consigamos definir cómo elegimos a nuestros representantes, algo que parece ser la prioridad para la mayoría, tenemos que remangarnos para definir un sistema de participación que permita la complicidad y participación de todos a la hora de diseñar políticas, leyes, reglamentos... Aprovechando todo el talento existente en la sociedad.