Bienvenido, Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades
Con el nuevo Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, las políticas de igualdad entre mujeres y hombres y las políticas de lucha contra cualquier forma de discriminación siguen igual de fuertes y vigorosas. Podemos decir que el Instituto de la Mujer no solo no es suprimido, sino que renace.
Con motivo de la entrada en vigor de la Ley de Racionalización del Sector Público y Otras Medidas de Reforma Administrativa, en la que se modifica la estructura del Instituto de la Mujer, y se crea el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, se han difundido algunas opiniones que interpretan que dicha modificación supone la "defunción" del Instituto de la Mujer y, en consecuencia, la eliminación de las políticas de igualdad entre mujeres y hombres.
Estas afirmaciones distan de ser ciertas. Esta ley cambia el nombre del organismo, en efecto, y le asigna las competencias que hasta ahora desempeñaba la Dirección General de Igualdad de Oportunidades, pero eso no significa, ni por lo más remoto, que se haya producido ningún cambio en los objetivos de ninguna de las dos direcciones generales. Las políticas de igualdad entre mujeres y hombres y las políticas de lucha contra cualquier forma de discriminación siguen igual de fuertes y vigorosas. Podemos decir que el Instituto de la Mujer no solo no es suprimido, sino que renace. Y lo hace en la línea en la que están evolucionando otros organismos de igualdad de los países de nuestro entorno.
Renace recuperando las competencias en materia de promoción del empleo y autoempleo de las mujeres, y de fomento de la igualdad en las empresas, que ya realizaba antes de 2008, fecha en la que pasaron a depender del Ministerio de Igualdad, suprimido poco después en 2010. Por lo tanto, el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades sigue siendo la institución que, en el ámbito estatal, representa el corazón de las políticas dirigidas a promover, desde una perspectiva de transversalidad, la presencia y participación de las mujeres, en igualdad de oportunidades, en todos los ámbitos de nuestra sociedad. En los mismos términos, con la misma especialización y el mismo entusiasmo por conseguir una sociedad más justa, más moderna y menos discriminatoria con las mujeres que tuvo en el momento de su creación y ha tenido a lo largo de sus 31 años de existencia.
Se ha hecho referencia a la preocupación por la negativa influencia que esta modificación ejercería en materia de lucha contra la violencia de género, cuando desde el año 2005 la principal responsabilidad de esta importante función recae sobre la Delegación de Gobierno para la Violencia de Género, que no se ve afectada con esta remodelación y con quien el hasta ahora Instituto de la Mujer ha colaborado estrechamente, como lo seguirá haciendo el renovado Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades.
Asimismo, la preocupación se ha extendido hacia las actuaciones en materia de empleo femenino o de brecha salarial. Quiero recordar que estas manifestaciones de la discriminación laboral que sufren las mujeres representan uno de los principales ejes de las políticas de igualdad del actual Gobierno. Prueba de ello es la reciente aprobación del Plan Estratégico de Igualdad, en el que se establece el mandato de la puesta en marcha de un plan especial para la igualdad de mujeres y hombres en el ámbito laboral y contra la discriminación salarial, que se aprobará en los próximos meses. Por lo tanto, la unificación de las dos direcciones generales no afecta sino positivamente al cumplimiento de las obligaciones que la ley les encomienda.
¿Es perjudicar las políticas de igualdad racionalizar las estructuras, evitando duplicidades y descoordinación? ¿O es reforzar la capacidad de actuación, simplificando la gestión interna, optimizando recursos y favoreciendo la coherencia y efectividad de las políticas que se desarrollan? Creo que las preguntas se contestan solas.
En cuanto a las políticas de igualdad de trato y no discriminación, se han desarrollado hasta ahora a través de una unidad con rango de subdirección general, que ni desaparece ni modifica su rango, ya que se adscribe al nuevo Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, en las mismas condiciones y con los mismos objetivos y actividades que ya venía realizando.
Afirmar que esta reorganización, motivada por una clara necesidad de racionalizar las estructuras administrativas, supone que se estén reduciendo los recursos dirigidos a la lucha por la igualdad y contra la violencia de género de mujeres y hombres así como a las políticas dirigidas a combatir la discriminación de las personas, no puede verse más que como un desconocimiento del contenido de la norma o un esfuerzo por tergiversar su significado con objetivos partidistas. Difícilmente puede argumentarse la reducción de recursos por esta integración de organismos, cuando en el proyecto de presupuestos de 2015 está previsto no solo mantener, sino incrementar en un 7'8%, la partida dirigida a ejecutar todos los programas que ha planificado en el ejercicio de competencias.
La renovación y ampliación de funciones del Instituto de la Mujer no supone un ataque a la igualdad y la libertad de mujeres y hombres. El Instituto de la Mujer no solo no pierde su identidad, no solo sigue siendo la casa de todas las mujeres -la mitad de la población-, sino que acoge la lucha por una sociedad más justa, tolerante y libre de estereotipos discriminatorios para todas las personas. Por todas estas razones, yo quiero terminar con un bienvenido Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, el organismo que se va a encargar de promover la convivencia basada en el respeto mutuo y la no violencia como máxima aspiración de nuestra sociedad.