A todas las mujeres del mundo
Un mensaje para todas las mujeres, hoy y todos los días del año.
A mi madre. Que siempre tiene en la boca el "puedes hacer lo que te propongas", que me ha enseñado -y me sigue enseñando- que no me tengo que callar ante las injusticias, a responder a ese niño del cole que nos tiraba del pelo, a vestirme como yo quiera y a pelear por lo que creo.
A mis dos abuelas, que vivieron de niñas la guerra y pasaron hambre. A la que crió a seis hijos en una época difícil y a la que montó una tienda de ultramarinos en un pueblo de la sierra de Madrid para no depender económicamente de su padre.
A mi hermana, que se está sacando unas oposiciones mientras trabaja y cuida de dos niñas pequeñas. Y a mi prima, la que se subió en un avión sin billete de vuelta para buscar un futuro y, una vez que ha vuelto, ha vivido las consecuencias laborales de ser mujer en edad fértil hasta que, finalmente, ha conseguido un trabajo.
A mis sobrinas, que crecerán entre estereotipos y roles de género y, estoy segura, encontrarán la forma de combatirlos.
A mis amigas, que descubrieron conmigo el feminismo y luchan por ser visibles, las que van a ser unas estupendas médicas, psicólogas, biólogas, artistas, y trabajadoras sociales por muchas trabas que estén encontrando.
A mis profesoras. En especial a aquellas que hicieron que me gustase lo que estudiaba. La que, al principio de curso, nos dijo que la asignatura de género y política nos cambiaría la forma de ver el mundo y tenía razón.
A mis compañeras (y amigas) de trabajo, que cada día se esfuerzan por visibilizar a cientos de mujeres.
A la amiga a la que un hombre agredió sexualmente y tuvo los ovarios de ir a denunciarlo cuando era menor de edad.
A las chicas que intervinieron cuando otro hombre tocaba el culo a una mujer en el metro.
A aquellas con las que me peleé con 15 años y con las que hoy me tomaría una cerveza y me echaría unas risas.
A las que un día llamé "putas" por estar con el chico que me gustaba. Y a las putas, cuya profesión usé como un insulto cuando no sabía nada de nada.
A las chicas que me he encontrado borracha en medio de la calle, me han dejado un clínex cuando no había papel higiénico y me han contado toda su vida sin apenas conocernos.
A las que cobran menos que sus compañeros o las que los han visto ascender mientras ellas se chocaban contra un techo de cristal.
A la que ascendió y alguien dijo que era por "chupársela al jefe".
A las que han juzgado por cómo iban vestidas.
A las abuelas que cobran menos pensión que los abuelos.
A las que dejaron a su pareja con miedo de lo que podría pasar porque no aguantaban más. A las que aún aguantan. A las que viven solas con o sin hijos. Y también a las que comparten su vida con otra persona.
A las que sacan las llaves tres manzanas antes y andan más rápido cuando vuelven solas a casa a partir de cierta hora.
A las mujeres que han estado en huelga de hambre en la Puerta del Sol hasta este martes por un Pacto de Estado contra la violencia machista.
A las que alguna vez han insultado, agredido o violado.
Y a las que no están este 8 de marzo porque han sido asesinadas.
A todas vosotras: Gracias. Vuestro momento no es el 8 de marzo. Es cada día que lucháis contra estas injusticias. Es toda vuestra vida y la de vuestras abuelas, madres, hermanas, hijas y nietas. Es cada paso que dais adelante. Hoy, mucha gente ha parado por las mujeres. Pero a vosotras ya no os pueden parar. Seguid moviendo el mundo.