El Cambio Climático y el síndrome de Casandra
La ciencia progresa a partir de establecer una serie de hipótesis para explicar observaciones, que, una vez confirmadas, se convierten en teorías que permiten formular predicciones. Compartimos con Casandra la maldición de que la sociedad no nos crea.
El dios Apolo, despechado por ser rechazado por Casandra, castigó a esta con la capacidad de predecir el futuro pero que nadie la creyese. Así los troyanos aceptaron el regalo del caballo de los aqueos haciendo caso omiso de las advertencias de Casandra.
Al igual que Casandra, los investigadores que trabajamos en comprender y anticipar los impactos del cambio climático hemos sido castigados, esta vez por el dios Mercurio, del comercio y la codicia, con la capacidad de anticipar el futuro pero no ser creídos.
El 31 de marzo se daba a conocer el resumen de la nueva evaluación en torno a los impactos del cambio global del Intergovernmental Panel on Climate Change (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, IPCC en sus siglas en inglés). En esta nueva evaluación (Grupo II, AR5) han participado varios investigadores españoles, destacando el papel de Íñigo Losada, de la Universidad de Cantabria, liderando el capítulo sobre zonas costeras, y la participación de media docena de investigadores españoles.
El informe del IPCC, basado en la evaluación de las evidencias recogidas en un volumen de literatura científica que duplica a la disponible como base para la evaluación anterior (2007, AR4), concluye que el cambio climático está ocurriendo ya, que tendrá efectos mas devastadores de lo previsto en evaluaciones anteriores, afectando sobre todos a los más pobres, y que generará conflictos importantes. Las catástrofes y sus consecuencias son ya palpables pues los fenómenos extremos han aumentado en frecuencia e intensidad y sus efectos, que generarán impactos valorados en varios puntos del PIB global, pueden dar al traste con las perspectivas de reactivación de las economías regionales y globales.
La ciencia progresa a partir de establecer una serie de hipótesis para explicar observaciones, que, una vez confirmadas, se convierten en teorías que permiten formular predicciones. Cuando estas predicciones no se cumplen, las teorías se debilitan, siendo necesario buscar nuevas hipótesis que permitan proponer teorías que formulen predicciones veraces. Sin embargo, cuando las predicciones se cumplen las teorías salen reforzadas y las predicciones siguientes ganan en fiabilidad.
La capacidad de predecir los cambios futuros derivados de las emisiones acumuladas de gases de efecto invernadero no se debe a un don del dios Apolo, sino al trabajo durante décadas de miles de científicos que han asentado la ciencia del cambio climático como una ciencia basada en teorías y fundamentos sólidos capaces de formular predicciones fiables.
Sin embargo, aunque la base para nuestras predicciones sea mucho mas robusta que la de Casandra, compartimos con ella la maldición de que la sociedad no nos crea (y tampoco nos escuche).
El futuro que pronostica el informe del IPCC no es ya preocupante sino que, de no hacer nada, sería catastrófico. Cada vez queda menos tiempo para poder frenar los impactos y poder controlarlos y asimilarlos o adaptarnos a ellos. Si las sociedades, nacionales y globales, no toman medidas contundentes sin mas dilación estaremos abocados a un futuro de catástrofes naturales, hambrunas, flujos migratorios incontrolables y conflictos. África, el continente que más personas añadirá a la población global hasta alcanzar los 9.000 millones de habitantes en 35 años, es un continente aquejado ya por hambruna, pobreza y conflictos. Si ahora son centenares los que intentan saltar las vallas de Ceuta, ¿qué ocurrirá cuando sean millones? ¿qué pelotas de gomas o concertinas podrán detenerles?
Cuando las tormentas de nieve paralizan norteamérica y temporales extremos destruyen nuestras defensas costeras, impulsados por la ruptura del vórtice polar, cuando el aumento del nivel del mar derivado del calentamiento del océano y la fusión de las masas de hielo continentales aumentan la erosión de nuestras costas y causa daños a las infraestructuras costeras, cuando huracanes intensos siegan miles de vidas en Filipinas o anegan la ciudad de Nueva York los medios de comunicación acuden a los científicos con sorpresa para preguntarnos si tenemos alguna explicación. ¿Donde está la sorpresa en que los hechos que nuestras teorías y modelos predicen se confirmen una vez sí y otra también? ¿Tan débil es la memoria de los medios y de la sociedad que los consume?
Frenar y destruir los avances en la implantación de energías renovables, como la solar o eólica, para seguir consumiendo combustibles fósiles, invocando para ello la necesidad de fomentar el crecimiento económico, es ignorar que el cambio global puede dar al traste con la débil recuperación económica y causar una crisis económica global de la que no saldremos en décadas. Subvencionar la implantación de energías renovables es una necesidad absoluta pues no serán los mercados quienes nos resuelvan el problema del cambio climático con sus mecanismos basados en la codicia como único motor. No se trata de una subvención, se trata del pago de un seguro. Retirar las ayudas al desarrollo y no aliviar la pobreza cuando más necesario es, incluso por puro egoísmo, no ayudar a los mas débiles a sobreponerse a las dificultades y estar mejor preparados para afrontar los desafíos futuros es de una miopía exasperante. Los líderes mundiales no han dado un solo paso serio aún para afrontar el problema del cambio climático que no por ignorarlo será menos real.
El lunes 31 de marzo el IPCC anunciaba las principales conclusiones sobre la actualización de la evaluación de los impactos del cambio climático. El espacio dedicado en los medios de comunicación a este informe ha sido una fracción mínima del dedicado al comentar una infracción de tráfico de una política de segunda fila. Cuando el cambio climático nos vuelva a golpear, cada vez con más furia y más seguido, nos preguntaremos qué ha pasado y quizás entonces alguien recuerde que Casandra ya nos previno.