Ciencia, predicción y echadoras de cartas
Propongo enviar a tanto experto, tertuliano, consejero de banco, asesor financiero, analista de riesgos, agentes de clasificación y otros oráculos a las echadoras de cartas. ¡Ahorraríamos un pastón en gomina!
Este verano está resultando difícil disfrutar de la modorra estival y el sonido de los grillos porque todo el espacio acústico esta saturado del ruido de analistas, tertulianos, economistas, expertos y otros oráculos que nos bombardean a diario con predicciones sobre el futuro que espera a los sacrificados ciudadanos españoles.
La velocidad vertiginosa con la que sus predicciones quedan desfasadas, su vigencia no llega ya a las pocas horas, no consigue más que hacer subir el clamor de esas voces que tras errar en sus pronósticos se lanzan sin rubor a reemplazarlos por otros nuevos.
Bastaría consultar las hemerotecas para confirmar como estos señores -normalmente se trata de señores- han errado recurrentemente y de forma clamorosa sin que parezcan sentir rubor por la pompa con la que siguen siendo presentados como infalibles expertos cuando se les invita desde los medios de comunicación a renovar sus predicciones. Parafraseando a Groucho Marx, si no les gustan mis predicciones tengo otras, parecen tener como señal de identidad.
La predicción es, en realidad, algo muy difícil... sobre todo cuando se trata del futuro, como ya dijo el físico danés Niels Bohr, y es que el criterio que permite comprobar la bondad de cualquier teoría científica es, precisamente, su capacidad de formular predicciones. El positivismo científico considera conocimiento científico aquel que permite formular predicciones falsables, es decir que es posible comprobar si son falsas o no. Cuando una predicción se demuestra equivocada, es la teoría desde la cual se formulaba -y no solo la predicción en sí misma- la que queda desautorizada y se hace necesario buscar otras nuevas, más fiables.
De ahí las lágrimas del Prof. Peter Higgs cuando su predicción de la existencia de una partícula, el Bosón de Higgs, se ha confirmado, o el refuerzo -si cabe- a la teoría de la relatividad derivada del fracaso del intento de falsificarla cuando el descubrimiento de una particular, los neutrinos, capaces de viajar a una velocidad superior a la de la luz se comprobó erróneo.
Desde esta premisa, los fundamentos de teoría económica desde las que los nuevos oráculos formulan sus predicciones sobre la crisis económica debieran haber sido desechados hace tiempo. En la ausencia de fundamentos científicos para formular predicciones solo cabe fiarlas a la suerte.
Por eso propongo enviar a tanto experto, tertuliano, consejero de banco, asesor financiero, analista de riesgos, agentes de clasificación y otros oráculos que se presentan como economistas a actividades más productivas o a entretener con sus predicciones infalibles a sus compañeros en la cola del paro y recurrir a las echadoras de cartas -la mayoría señoras- que copan las ondas de la TDT para que aporten las predicciones necesarias.
La mejora reside en que sus tarifas, normalmente las del minutaje de números 902, son mucho más baratas y sus predicciones igual de fiables, además de más claras, ya que ellas si que llaman al pan pan y al vino vino, evitando hablar de "productos tóxicos" -que más que tóxicos resultaron ser apestosos- "brotes verdes", que hace ya años que se marchitaron, y otros eufemismos. Las predicciones de las echadoras de cartas suelen ser del tipo, "te encontrarás con alguna dificultad, pero después lo conseguirás" (independientemente de lo que se anhele conseguir), que se parece mucho, cuando uno suprime la jerga, a las de nuestros expertos asesores financieros.
Esta propuesta la hago desde la experiencia, pues cuando era estudiante de doctorado en la universidad McGill de Montreal, debíamos ejecutar un experimento en un lago para el que necesitábamos de 15 días seguidos de tiempo soleado, lo que sobrepasaba la fiabilidad de las predicciones metereológicas disponibles. Así que cogimos el teléfono y llamamos a Jojo Savard, echadora de cartas de éxito en la TV de Québec en los años 80, que resolvió nuestras dudas y nos indicó la semana en la que debíamos comenzar el experimento, todo ello a la muy razonable tarifa de 4,99 dólares el minuto. El experimento fue un fracaso, pero la conversación, en directo con JoJo y su cara al explicarle para qué requeríamos sus servicios valieron la pena.
Me podría extender en otros razonamientos de por qué la teoría económica falla... Como el hecho de que el dinero no está sujeto a las leyes de la conservación de masa o de energía, de hecho cada vez está más claro que absolutamente a ninguna ley; o que el problema de la economía es que, como dijo Paul Valéry, el futuro ya no es lo que era. Pero basta, creo, con lo expuesto:
¡Sustituyamos a los expertos financieros y economistas por las echadoras de cartas!
¡Ah!, además ahorraríamos un pastón en gomina!