Un programa para un político o un político para un programa
Y digo yo que ya que parece que las campañas electorales sirven para poco, más que para sumirnos en una confusión aún mayor e incluso quitarnos las ganas de ir a votar el domingo, bien podrían funcionar como mecanismo de prueba para medir la eficacia de distintos formatos televisivos y nos valdrían para evitarnos futuros horrores como ese de niños preguntando cosas como adultos a adultos que responden como niños.
No hay mejor prueba para comprobar la solidez de un formato televisivo que meter dentro a un político en campaña electoral. Si con un político en plena campaña el programa sigue funcionando en audiencia y mantiene su interés en redes sociales, es que la cosa chuta, funciona, lo aguanta todo. Y sí, estoy hablando de Mariano Rajoy el martes en El Hormiguero, pero también estoy hablando de lo contrario: de Pedro Sánchez de cerca con la Grissom la semana pasada en Dos días y una noche (y qué largos se nos hacen...). El Hormiguero puede con todo. Las entrevistas intensas de la otra Susana de Sánchez, no. Un debate a cuatro encorsetado y ceñido con ballenas de monólogos sucesivos, tampoco. Ni la escuelita de la seño Ana Rosa con niños ultramotivados preguntando a candidatos melifluos. Eso menos, mucho menos aún.
Y digo yo que ya que parece que las campañas electorales sirven para poco, más que para sumirnos en una confusión aún mayor e incluso quitarnos las ganas de ir a votar el domingo, bien podrían funcionar como mecanismo de prueba para medir la eficacia de distintos formatos televisivos y nos valdrían para evitarnos futuros horrores como ese de niños preguntando cosas como adultos a adultos que responden como niños. De ese yo creo que nos hemos librado para siempre. Y lo estamos celebrando poco.
Y sigo diciendo (yo, claro, todo el rato yo) que para la próxima campaña electoral -así pasen cuatro años, por favor- las televisiones podrían lanzarse a adaptar fórmulas de éxito y dejarse de experimentos gaseosos que solo nos provocan aerofagia intelectual, meteorismo mental.
Que las cadenas televisivas dejen de hacer programas para políticos y los jefes de campaña de cada candidato aprendan a construir políticos para programas. También podría pedirles un poco más de ambición y que les enseñaran a hacerse youtubers, como Alberto Garzón, pero sé que eso ya sería demasiado:
Candidatos youtubers. Qué loco, ¿no? Aunque no pido tanto. Me conformo con la adaptación de formatos ganadores a candidatos que aspiran al triunfo. A saber:
Masterchef Presi: los candidatos a la Presidencia del Gobierno por los distintos partidos compiten entre sí por preparar un plato típico: tortilla española. Para los votantes sería muy interesante saber quién le pone cebolla, quién le añade referéndum catalán, quién lanza el aceite hirviendo sobre el adversario o le pide a Fernández Díaz que organice un par de reuniones para inventarse informes que aseguren que los opositores cocinan con huevos podridos.
La Moncloa de tu vida: un presupuesto semanal muy ajustado, cuatro aspirantes, aperos de limpieza, quince días de campaña electoral y un objetivo: dejar las cloacas del palacio presidencial relucientes, que se pueda comer en ellas. El uso de cal viva quedará penalizado con la expulsión inmediata.
Especial broncas La casa de tu vida, por Sh0xTL
Tu cara me suena a eco: una semana todos imitarán a Suárez. Otra, a Zapatero y la siguiente, a Aznar. El que mejor lo haga, quedará eliminado de manera fulminante. El jurado estará compuesto por George W. Bush, Julio Anguita y Victoria Prego, claro.
Supervivientes: los cuatro candidatos en plató nos observan, a nosotros, que hacemos lo que podemos. Un canal 24 horas muestra, en multipantalla, las reacciones en el rostro de los políticos al tiempo que numerosas cámaras registran nuestros movimientos. Nadie gana. Nadie sobrevive.
Captura de pantalla de uno de los episodios del programa
El Objetivo (Birmania): Ana Pastor y los candidatos cantan 'Los amigos de mis amigas son mis amigos' mientras se ofrecen a pactar entre ellos. Creo que este es mi favorito. Claro que también creo que yo no estoy muy bien, así es que no me hagáis demasiado caso...
... Y votad. Pese a todo, id a votar el domingo. Será la única manera de que, al fin, la televisión hable de nosotros.