El timón de Martino
La vuelta a la competición debe confirmar la recuperación mostrada a las postrimerías de 2013. El nuevo año debe ratificar el trabajo del Tata en el momento cumbre de la temporada.
Si algo se aprecia de Martino es su sinceridad campechana, aquella que se mueve entre la inocente ingenuidad del recién llegado y la claridad del que cree en sí mismo. El técnico, meses atrás, aseguró que si algo le llamaba la atención en su llegada a Barcelona era la "música que los jugadores creaban cuando tocaban con rapidez el balón en los rondos. Clac, clac, clac, clac...". Era una forma de decir que su plantilla estaba superdotada y que él era un afortunado de poder liderarla.
No hay duda que el plantel azulgrana es uno de los más potentes que hay en Europa, y que comparado con Newell's o la selección paraguayana, el Tata debe sentirse en cada entreno como Joan Capdevila cuando recuerda su titularidad en la final del Mundial de 2010. Afortunado.
Pero también es una evidencia que más allá del talento de los Xavi, Iniesta, Messi y compañía, el camino hasta la fecha no ha sido lo fácil que los propios resultados aparentan. Su precipitada llegada al club fue recibida con el escepticismo que provoca el desconocimiento, y detrás de su discurso continuista y ofensivo, el juego del equipo no acababa de encontrar el equilibrio entre eficacia y belleza. Los tropiezos frente Ajax y Athletic de Bilbao fueron la excusa perfecta para que todos aquellos enamorados del pasado dispararan sin piedad a las ruedas de un presente todavía en construcción. Martino empezaba a ser discutido.
Pero algo cambió. Sin Messi, Neymar se convirtió en superlativo, Iniesta emergió, Pedrito volvió a ser Don Pedro, y Alexis se confirmó como el jugadorazo de que presumía. Todos aquellos destinados a cubrir la baja del astro argentino dieron un paso al frente y permitieron superar con solvencia los últimos choques del año. Las vacaciones serían tranquilas y el Tata podría disfrutar de su Rosario natal sin el temor de volver a pisar su tierra más pronto que tarde.
2014 debe ser el año de la confirmación del trabajo de Martino. La reacción ante el Getafe y la solvencia frente al Elche son un síntoma positivo de que algo se está haciendo bien en el banquillo catalán. Comprender o no que la exclusividad de los años de Guardiola quedan lejos es un trabajo emocional que el propio aficionado debe asimilar, como lo hace el enamorado no correspondido o el adulto que se da cuenta que deja de ser joven.
La vuelta de Messi y Valdés al equipo debe ser un estímulo más para una plantilla que ha demostrado su valía durante la ausencia de dos pilares fundamentales. Junto el asentamiento de Neymar en la delantera y el regreso del argentino, la duda será quién acompañará a los cracks en la línea ofensiva. Alexis, Pedro y Cesc han hecho méritos de sobra para seguir en el once, pero desde el inicio de temporada el chileno ha estado siempre un pasito por delante a ojos del técnico.
Quede como quede el teórico equipo titular, si es que lo hay por las constantes variaciones partido tras partido, la sensación es que el conjunto va al alza. Se echa de menos la tan mencionada presión, algo descafeinada a nivel general, pero la verticalidad ya no es una obsesión como parecía en los encuentros de octubre y noviembre. La armonía entre el juego asociativo y la profundidad empieza a tomar una forma más estilizada y proporcionada. El Barça ya no es tan previsible pero a la vez se reconoce.
El problema del actual Barcelona son las expectativas que el propio club y el entorno generan. No por imposibles, sino por impacientes. Si la posesión puso en entredicho el conjunto tras el 0-4 en Vallecas, cualquier tropiezo, ya sea inesperado o razonable, puede volver a hurgar en la herida del estilo.
Con el Atlético en la esquina y el City esperando en el horizonte, los resultados no pueden oscurecer la tarea de Martino en el banquillo, como las estadísticas impolutas de inicio de campeonato tampoco debían de haber justificado las limitaciones del juego de aquellas fechas.
El Calderon será la primera prueba de fuego de 2014 y el Tata estará en condiciones de contar con sus mejores hombres y la mirada asesina de Messi. Empieza un nuevo año y Martino tiene el timón. No hay marcha atrás. Es su momento.