El 23 de abril, libros mil
Además de los superventas, será interesante ver qué fenómenos, además de los mediáticos de turno hacen su agosto en abril. Y también qué libros inesperados rompen las previsiones. A mí me da que Sí se puede de Ada Colau será un libro importante, en la línea de libros críticos y testimoniales de los estragos de la crisis.
El 23 de abril fue instaurado oficialmente por la UNESCO en 1995 como Día Internacional del libro y los derechos de autor, y desde mucho antes lugares como Cataluña habían convertido la fecha (Sant Jordi, patrón de Cataluña) en día de los libros en la calle. Una fecha que, en sí misma, no es precisamente el colmo del jolgorio, puesto que es el día de la muerte de Shakespeare y de Cervantes (día arriba día abajo).
No sé qué pasa con el 23 de abril que es fecha de despedida para escritores. También murieron un 23 de abril Gómez Suárez de Figueroa (el inca Garcilaso), Wordswoth o Josep Pla. Un trágico magnetismo literario. Estos días nos ha dejado José Luis Sampedro, a quien ya estamos echando de menos.
El Día del libro tiene su importancia simbólica: al menos por un día al año, la noticia del día no es la última vuelta de destornillador de ese eufemismo llamado "los mercados", la enésima bobada dicha por un político o el crimen cotidiano: la noticia es que seguimos leyendo, o sea, seguimos moviendo los engranajes del cerebro, seguimos queriendo multiplicar la experiencia de nuestras vidas y no hemos renunciado a seguir emocionándonos. No todo son malas noticias.
También tiene su importancia económica: en un solo día se compra aproximadamente el 7% de los libros que se venden en todo el año. Ciudades como Barcelona se llenan de libros y rosas: la tradición manda que la mujer regala un libro al marido y el marido, le regala a ella una rosa. La tradición, que ya no se cumple a rajatabla y se regalan libros indistintamente, puede verse como machista o políticamente incorrecta, pero en algo acertaba de pleno: en este país las que leen y salvan la industria del libro son las mujeres, bien está que nos traten de meter un libro en la sesera. Lo dice el Observatorio del Libro y la lectura con sus últimas estadísticas (que se quedan cortas) y se lo digo yo, que voy a bibliotecas, a clubs de lectura, a presentaciones de libros, a librerías... casi todo son mujeres. Bien por ellas.
La fiebre buena del Día del Libro se ha ido extendiendo en estos últimos años a muchas otras ciudades, me cuenta una librera de Zaragoza que les va mucho mejor con el tenderete de libros en el Paseo de la Independencia para San Jorge (patrón de la comunidad) que en la feria del libro oficial de junio. En Madrid se han lanzado también y, con ese sentido noctámbulo de la ciudad, hay una fantástica Noche de los libros y montones de actividades: lecturas continuadas, casetas de libros, firmas...
Cada año los periodistas culturales jugamos a las quinielas, tratando de dilucidar cuál será el libro más vendido. Este año no hay unanimidad. Los grandes fenómenos de ventas de este año se editaron fundamentalmente en otoño (Ken Follett, María Dueñas, Pérez-Reverte...) y llegan ya a Sant Jordi como esas tormentas algo ya deshilachadas tras varios meses de recorrido en librerías.
Actualmente, lidera las listas de libros más vendidos Javier Sierra, con El maestro del Prado y será un libro muy buscado en Sant Jordi. Igual que otra superventas como Kate Morton, que además estará ese día en Barcelona firmando ejemplares de su nueva novela El cumpleaños secreto. En Cataluña tendrá mucho tirón la salida en catalán de Victus de Albert Sánchez-Piñol (que además es pregonero de la jornada en un acto institucional organizado en el Ayuntamiento de la ciudad), aunque también se publicó en castellano en otoño y ha vendido ya por encima de 50.000 ejemplares y parte de su clientela ya habrá comprado el libro. Se prevé un Sant Jordi "repartido", tomando el tópico de la lotería de Navidad.
Será interesante ver qué fenómenos, además de los mediáticos de turno (ojo a Frank de la Jungla) hacen su agosto en abril. Y también qué libros inesperados rompen las previsiones. A mí me da que el Sí se puede de Ada Colau será un libro importante, abanderado de una línea de libros críticos y testimoniales de los estragos de la crisis (entre los que también tiene mucho tirón el A la puta calle de Cristina Fallarás).
Este 23 de abril, salgan a la calle. Los libros los están esperando. Ellos no son nada sin ustedes... y nosotros no somos nada sin ellos.