Cabaret: ¡es horrible, le encantará!
Ella, Sally Bowles, una cabaretera de tres al cuarto de origen inglés interpretada por Cristina Castaño, la psicóloga de la serie La que se avecina, que es cierto que da la imagen. Él, un escritor homosexual, judío y norteamericano en busca de inspiración, interpretado por Daniel Muriel, otro rostro popular de la tele que también da la imagen.
La frase que titula esta crónica se la dicen a Clifford, uno de los protagonistas de la obra, describiéndole una pensión que le recomiendan en el tren que le lleva a Berlín. "¡Es horrible, le encantará!" es totalmente aplicable, también, al Cabaret de Joe Masteroff, John Kandeer y Fred Ebb que se acaba de estrenar en el Teatro Rialto de la Gran Vía madrileña dirigido por Jaime Azpilicueta. Es el nuevo musical de la temporada que ahora comienza y, por la inversión que se sospecha viendo el montaje, ha llegado para durar y durar. Y contribuir a que Madrid siga siendo la cuarta ciudad del mundo por recaudación en musicales.
Horrible ¿por qué? Por la superficialidad con que está montada. De acuerdo, es un musical pero este es de los buenos, de los que tiene personajes de carne y hueso y algo que contar. Y, la verdad, tal y como se representa se entiende mal que une a la pareja protagonista en el Berlín depauperado, por la inflación rampante, y del ascenso del nazismo. Ella, Sally Bowles, una cabaretera de tres al cuarto de origen inglés interpretada por Cristina Castaño, la psicóloga de la serie La que se avecina, que es cierto que da la imagen. Él, un escritor homosexual, judío y norteamericano en busca de inspiración, interpretado por Daniel Muriel, otro rostro popular de la tele que también da la imagen. Los dos personajes anteriores forman un triángulo con Edu Soto. Este actor demuestra que es más que un gracioso televisivo, que es capaz de dar carne, voz, movimiento y aliento a un personaje como EmCee muy alejado del el Neng de Castefá de Buenafuente.
Y es que Edu Soto calienta de tal manera el ambiente en la bienvenida que da al Kit Kat Club, centro neurálgico de esta obra junto con la pensión de mala muerte en la que se alojan los protagonistas, que las expectativas se vuelven muy altas. Una muestra, no solo del buen hacer del actor, sino del conocimiento y profesionalidad de Jaime Azpilicueta. Uno de los responsables de que en España se conozcan bien los musicales, y se tenga una cultura al respecto de este género teatral, sin casi movernos de casa.
Sin embargo, con estos mimbres, seguramente por el riesgo financiero, se construye un espectáculo única y exclusivamente con vocación de blockbuster teatral. ¡Si hasta se pueden comprar palomitas y entrar en la sala con ellas! Será por el ruidito que se hace al comerlas el que la música suena varios decibelios por encima de lo aconsejable y los cantantes se desgañitan para no ser tapados. Porque es de esperar que no sea porque crean que así hacen sus interpretaciones más sentidas. Un mal que no solo aqueja a este musical, sino que viene aquejando a casi todos los musicales que se muestran en Madrid y del que el público no se suele quejar ya que lo acepta como una costumbre.
Entonces, se preguntarán ¿por qué me va a encantar? Porque es el musical de este año. Y si usted ya ha visto y, tras la sorpresa inicial, se ha aburrido con El Rey León , reído y bailado en Priscilla, está esperando Sister Act, que está tardando en llegar a Madrid, y tiene la costumbre de verse un musical de Broadway cada año, comprará las entradas, acudirá, se hará las fotos que compartirá en sus redes sociales y, como el día del estreno, aplaudirá a todos, a pesar de una innecesaria sorpresa final, porque es cierto que se ve el esfuerzo, el trabajo y el dinero invertido. Pero especialmente aplaudirá a Edu Soto que ha conseguido que no se le compare con Asier Etxeandía cuando hacía el mismo papel en una versión anterior. Que ha conseguido que solo se hable de cómo lo hace él, y eso no es fácil. La interpretación que Asier hacía de EmCee es un mito del teatro español y el listón estaba muy alto. Y saldrá, como aficionado al musical como se hace en España, tan contento.