El síndrome de Las Ventas
En el análisis y reflexión política realizada por algunos opinadores, especialmente en Madrid, se produce un fenómeno muy característico que se basa en dar grandes lecciones sin haber visto nunca un toro de cerca. Los toros desde la barrera siempre parecen menos de lo que son.
En el análisis y reflexión política realizada por algunos opinadores, especialmente en Madrid, se produce un fenómeno muy característico que se basa en dar grandes lecciones sin haber visto nunca un toro de cerca.
No me refiero a los comentarios de la ciudadanía ni tampoco a quien opina desde sus tribunas respetando a quien torea. Como no podía ser de otra manera, tampoco cuestiono la legitimidad de las críticas. Me limito a ironizar con la actitud de quienes viven de cornadas a terceros y se pasan cuatro pueblos contra quienes hacen frente a los astados.
La definición de "síndrome de Las Ventas" la pongo por comparación con lo que ocurre en la plaza de toros de la capital de España, en uno de los tendidos, en el que como es conocido unos "entendidos" concretos saben más que el torero. Todos lo harían mejor, todo esta mal, lo nuevo siempre es peor que lo viejo, pero ninguno de ellos se pondría delante de un toro y menos ahora.
Es muy fácil hacer que se sabe de todo y poner a caldo a quien da un paso adelante, sacando de contexto una frase o negando el pan y la sal al gobernante que tiene que hacer frente a una gravísima crisis económica, a la dirigente que quiere compatibilizar su vocación de servicio público a través de su partido con su trabajo privado o al político que se juega su tranquilidad defendiendo unas ideas.
Los toros desde la barrera siempre parecen menos de lo que son y nunca sabremos qué harían algunos si se lo encontrasen de frente y los demás subiéramos al tendido a pitar. Porque nunca se atreverían a hacerlo, y lo que dicen no siempre se corresponde con la realidad ni es mínimamente justo.
Es verdad que la política española se tiene que regenerar y mejorar en muchos aspectos, y en a ello tenemos que contribuir los que más responsabilidad tenemos, pero no somos los únicos. Cuanto más rigor y menos intereses concretos arrastren la valoraciones de los críticos del tendido mediático, mejor será el arte de la política.