9 secretos asquerosos sobre el embarazo de los que nadie habla
Antes de quedarte embarazada, ¿creías que te convertirías en una silueta redondeada angelical con muchas ganas de estar en casa y un montón de magdalenas a medio hornear? Pues no, el milagro de crear vida conlleva algunos secretillos asquerosos y muy raros de los que nadie nos habla.
Antes de quedarte embarazada... ¿Estabas deseando quedarte embarazada? ¿Te dijeron que estarías resplandeciente? ¿Te creíste esa visión de que el embarazo te convertiría en una silueta redondeada angelical con muchas ganas de estar en casa y un montón de magdalenas a medio hornear?
Espero que estés de acuerdo conmigo en que al poco tiempo te das cuenta de que todo esto es mentira.
El otro día planteé una simple cuestión a las chicas del grupo BLUNTmoms: ¿ocurrió algo que no os esperabais? Y la pregunta fue seguida por un impresionante hilo de conversaciones en Facebook (vomitadas con rabia contenida) sobre los síntomas desagradables, increíbles, repulsivos y raros que nadie nos dijo que se producirían durante el embarazo, el parto e incluso después (hay suficiente contenido como para escribir casi un libro).
¿Por qué nadie nos lo dijo? Lo único que se me ocurre es que la gente intentara mantenernos en la ignorancia porque, de haberlo sabido, nunca habríamos dejado que un chico se nos acercara a menos de un kilómetro. Y la humanidad se habría extinguido. Sin embargo, una vez que lo hacemos, descubrimos que el milagro de crear vida tiene algunos secretillos sucios, pero así es la vida, y es fantástico... incluso cuando no lo es (obviamente, porque muchas volvemos a hacerlo una y otra vez a pesar de estar prevenidas).
La maternidad es una alegría, pero a veces viene cubierta de mucosas, sudor y caca. Y también acompañada de un montón de manoseo de desconocidos, suponiendo que no te guste...
Sólo se podía hacer una cosa: organizar la lista de "Cosas que no te dijeron que te esperaras en estado de buena esperanza"... Y preguntaros a las demás: ¿Nos equivocamos? Y, lo más importante: ¿Nos hemos olvidado de algo?
1. El peor acné y el más doloroso que hayas tenido nunca
Los años de adolescencia no tienen nada que ver con el acné quístico que puedes desarrollar. En el cuello. Detrás de las orejas. Por las mejillas. Incluso por la espalda y el pecho. O esto, o una piel sedosa durante todo el embarazo, que aguantará hasta que des a luz, y ahí se te llenará de ampollas como si hubieras metido la cabeza en un avispero. ¿Qué os pasa, hormonas? Dadnos un respiro.
2. Tu nariz es tu enemigo
¿Te sangra? ¿Moqueas? Bien. ¿Has comprado un cargamento completo de Kleenex? ¿No? Pues plantéatelo. Puede que descubras que tu nariz adquiere superpoderes. Serás capaz de identificar lo que están comiendo los demás por el olor de su orina, lo cual podrá crear conflictos maritales cuando te des cuenta de que tu querido marido se ha zampado las delicias de las que tratas de abstenerte. Te obsesionarás pensando que hueles mal. Quizá tengas que evitar ciertos alimentos durante todo el embarazo, porque te dará asco su olor. De verdad. Sin motivo aparente. Puede que sólo sea pollo. O brócoli cocido.
3. Malestar y náuseas todos los p---- días
A veces no pasa. Pero puede darse el caso de sufrir nueve meses de vómitos. Incluso podrán hospitalizarte por deshidratación. Ay, esas magdalenas... .Ojalá las náuseas dieran tregua por las mañanas. Pero no.
4. Tienes el cuerpo agotado
Una torpeza inexplicable; una ciática desgarradora; dolor de espalda; dolor de cabeza; ardor de estómago (hasta llegar a convencerte de que tienes el pelo del niño en la garganta); punzadas en las ingles; sensación de tener un cañón en el perineo; constantes calambres en la planta del pie; morir cada vez que te das una ducha caliente.... Todo esto y mucho más. Busca a un quiropráctico. Y un taburete de ducha, de esos que usan las personas mayores.
5. Se te tuerce la boca
¿No roncas? Pues ahora sí. Roncarás tan alto que te despertarás a ti misma, probablemente con la boca abierta y una baba pegajosa por la almohada y el pelo. Y hablando de babear: lo harás en cualquier momento y en cualquier lugar. Puede que salives como un perro rabioso al comer. Y además, todo te sabe mal. Raro. Un poco a metal.
6. Te conviertes en una bestia sudorosa y peluda
Tu cuerpo responde a las hormonas como si fueras a convertirte en un lobo adolescente. Sudarás todo el tiempo, y probablemente dejes la forma del cuerpo impregnada en sudor sobre el colchón al llegar a la 40ª semana. Se te oscurecerán y endurecerán los pezones. Te saldrá pelo. Sin venir a cuento. En todas partes. El vello púbico te irá bajando por los muslos, e incluso saldrá de los pezones. Y de la nariz. ¿Qué?
7. Mam-nesia y otros tipos generales de demencia
Llorarás con los anuncios. Provocarás incidentes internacionales a raíz de la hora de apertura del McDonald's. Te convencerás de que todo el mundo es estúpido. Pasarás meses con un enfado irracional y con ganas de pegar puñetazos a la gente en la cara. Te volverás tonta, incapaz de deletrear tu nombre o de completar una frase. Te olvidarás de lo que ibas a hacer, abrirás el frigorífico sin acordarte del motivo, perderás las llaves del coche unas 12 veces al día. Te pondrás paranoica pensando que el bebé puede asfixiarse si duermes de espaldas. O que desarrollará un trastorno por déficit de atención con hiperactividad si te tomas media taza de té.
8. Ir al baño es tu peor pesadilla
Tendrás que ir a hacer pis cada vez que te levantes (cada vez que te sientes, te gires o contestes el teléfono), más o menos cada 15 minutos. Puede que se te escape el pis sin querer. Y mejor no hablar de hacer caca... con tanta vitamina prenatal, estarás tan estreñida que creerás morir.
Cada viaje al baño es como un pequeño guión preparatorio del parto, junto con el cubo, los gruñidos y la fuerza al empujar. Las hemorroides también son comunes. Pican y sangran. Llegarás a reintroducirte el ano -de forma discreta- en cada visita al baño cuando te tomes la última pastilla prenatal de vitaminas.
9. Total libertad para los pedos
No lo tengáis en cuenta, princesas. En el quinto o el sexto mes, empiezas a convertirte en un rinoceronte gaseoso y torpe. Te tirarás pedos. Al andar, te acompañará una sinfonía de trompetas. Tu marido buscará algún tipo de pañal para protegerse de los masivos daños colaterales debidos a tus bombas. Los gases serán tan dolorosos que te harán creer que se te ha adelantado el parto. Te tocará escabullirte disimuladamente para encontrar un escondite y apañártelas para dosificar el ruido. Al menos, con las pastillas, la diarrea no es un problema. Peeeero -como ya imaginas-, en caso de que ocurra, olerá peor que nunca.
¡Qué mezcla de experiencias interesantes sobre el embarazo!, ¿no? Y tú, ¿tienes alguna de la que nos hayamos olvidado?
Este artículo se publicó por primera vez en BLUNTmoms.com
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de The Huffington Post y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano.