Euskadi, Cataluña, Podemos: si se agita el cava, sale espuma
España, como señaló Bismarck, tiene una tendencia a autodestruirse, aunque no lo consiga. Es un impulso profundo que no ha desaparecido, que permanece en tensión adaptado a las circunstancias. Es como un cava espumoso de esos que se agitan en los estancos que reparten un 'gordo'.
Foto: EFE
Bismarck tenía una opinión muy clara sobre España. "España -dijo- es un país muy fuerte, lleva siglos empeñado en autodestruirse y no lo consigue". Esto, en líneas generales, es un impulso profundo que no ha desaparecido, al contrario, permanece en tensión adaptado a las circunstancias. Es como un cava espumoso de esos que se agitan en los estancos que reparten un 'gordo', y por el que muchos figurones compran el Freixenet en el súper de al lado solo para vivir un fugaz minuto de gloria. Agitan la botella, la descorchan, se oye el estampido del tapón de corcho metido a presión al salir y, a continuación, chorro de espuma y ropas mojadas. Una vez cumplido el papel de los periodistas, que a falta de los verdaderamente agraciados se conforman con los comediantes, todo vuelve a la normalidad, pero el envase ha perdido buena parte de su contenido, desparramado en el minuto de inútil exaltación.
El independentismo vasco, el catalán, el gallego, son ,al final, como nos decía Jorge Manrique, verduras de las eras. Todo el explosivo fenómeno de Podemos es, en el fondo, espuma. Hace millones de años que las olas, cuando llegan a la arena, forman una lámina blanca que rápidamente desaparece. La vida misma, o hasta el cambio climático, producen a veces componentes tensioactivos que mantienen un tiempo, pequeño, un mantillo blancuzco, como un sarpullido. El calentamiento global causa afloraciones de algas que forman una nata que aparece, las madres llaman a sus hijos a gritos, pero al cabo de unos días, todo limpio.
Euskadi vivió un proceso de agitación artificial en el momento más inesperado. Justo cuando está muriendo el franquismo, ETA aparece y consuma un magnicidio histórico: asesina al presidente del Gobierno del caudillo agónico, el almirante Carrero Blanco, que, literalmente, ascendió con su coche Dodge Dart 3700 GT a la azotea de un anexo de la Iglesia de San Francisco de Borja. El dictador Franco muere el 20 de noviembre de 1975. En 1977 comienza oficialmente la Transición: el 15-J, con las elecciones constituyentes, y en 1978, la Constitución es aprobada: España se convierte en un Estado autonómico en el que las distintas regiones consiguen unas cotas de autogobierno como nunca tuvieron. No había ya, como es natural, reyes-propietarios de los reinos. Miquel Roca y Junjent fue muy claro cuando Artur Mas, el ambicioso enredador había perdido el norte, el sur, el este y el oeste. En la celebración del 75 cumpleaños de Alfonso Guerra, en el Círculo de Bellas Artes, el lunes 1 de junio de 2015, recordó esta evidencia en medio de un impresionante silencio.
Luego, ido Artur Mas a las cavernas del ostracismo, donde se autodestruyó con genial maestría, le sucedió un tal Puigdemont, alcalde de Gerona, que pareció entender que el maremagnum de aliados, ERC, la CUP, y el habitual séquito de tontos útiles, conduciría directamente al canibalismo. Y eran más los caníbales ajenos que los propios. Ya lo dice un 'romance': "Y en esto llegaron los sarracenos/ y nos molieron a palos/ porque Dios ayuda a los malos/cuando son más que los buenos". Dejaron de agitar la botella; dejó de vivirse una realidad espumosa, y poco a poco, Cataluña recobra tranquilidad, pasado un eufórico desatino patriotista. El procés se ha ralentizado, o desprocesado, por un dato constatable: el malestar de importantes empresas que han amenazado con irse y la conciencia de que es mejor la negociación, el seny que el precipicio. La negociación tiene muchas oportunidades. El precipicio, una, y si hay suerte. El dinero piensa a largo plazo.
Los últimos sondeos en Euskadi indican que, desaparecida ETA, la kale borroka y los delirios de un sector radicalizado y misionero del PNV, el apoyo al independentismo baja en picado. La violencia no conducía a la independencia sino al suicidio. Todos los datos económicos han mejorado. Y la convivencia. Siguen los rescoldos, ahí tienen ustedes la vuelta de Otegi y una de esas clásicas manifestaciones, tan trasnochadas como las que piden la desaparición de la OTAN mientras la Rusia de Putin se traga Crimea, acosa a Ucrania, y amenaza a las repúblicas bálticas...
Y Podemos, esa amalgama de mesianismos, misticismos, yoísmos, halloween y zombis de la guerra fría, frustraciones de comunistas sin horizontes... que surgieron de la confluencia de dos factores: Los primeros, recortes que la UE obligó a hacer a Zapatero, y el desmontaje frío y cruel del Estado de bienestar llevado a cabo en las regiones gobernadas por el PP. Surgió el 15 M, la derecha, como suele, cuando ganó las elecciones echó gasolina al incendio, otra vez la espuma, y unos alquimistas sociales pusieron todos los datos en una placa de Petri: un plato de vidrio de unos 10 centímetros de diámetro que se usan en microbiología para observar a las bacterias, a los pequeños animales...
La realidad es que con Podemos la casta se fortaleció por agregación. Sólo falta por saber cuánto tiempo seguirá saliendo espuma del meneo de una botella que ya casi está vacía.