La semana en cinco recomendaciones lingüísticas
¿Cuál es el femenino de obispo? ¿La obispo? ¿La mujer obispo? ¿La obispa? En muchas ocasiones el proceso de feminización genera controversia y debate, por motivos que van más unidos a cuestiones subjetivas.
Un titular como «La iglesia de Inglaterra posterga la votación sobre la ordenación de mujeres obispos», aparecido esta semana en la prensa española, abre una reflexión desde el punto de vista gramatical: ¿cuál es el femenino de obispo? ¿La obispo? ¿La mujer obispo? ¿La obispa?
La feminización de los nombres de los cargos y ocupaciones es un proceso lógico y natural que va ligado a las conquistas sociales. A medida que las mujeres fueron desempeñando trabajos que antiguamente ocupaban mayoritariamente los hombres, el lenguaje se fue adaptando para cumplir una de sus principales funciones: la de denominar la realidad.
Así, en la actualidad nos referimos sin ningún problema a una doctora, a una directora de una compañía, a una magistrada del Tribunal Constitucional o a una ejecutiva de cuentas.
Sin embargo, en muchas ocasiones el proceso de feminización genera controversia y debate, por motivos que van más unidos a cuestiones subjetivas o de sensibilidad idiomática que a un punto de vista puramente lingüístico, y nos encontramos con problemas de aceptación de unos términos frente a otros.
La mayoría de las veces esto ocurre cuando salta a la actualidad un término que designa un cargo desempeñado por una mujer y que nos resulta ajeno por no existir en nuestra tradición. Es lo que ha sucedido esta semana con la noticia del principio de esta entrada, que ha planteado la duda sobre el femenino de obispo. En estos casos hay quien defiende que la adaptación debe responder a un proceso natural, mientras que otros abogan por forzar el cambio.
Ilustración: @MoxParadox
Este es un debate en el que no entramos en la Fundación del Español Urgente, pero sí hemos investigado para ofrecer información a los profesionales de los medios de comunicación sobre este término, que recogimos en nuestra recomendación del martes.
Hay que tener en cuenta que se trata de una denominación novedosa y, por ello, generalmente quizá suene más natural marcar el femenino con el artículo (la obispo), pero desde un punto de vista gramatical se construiría, como sucede con los sustantivos masculinos que terminan en -o, haciendo la flexión de género: la obispa. Por esta razón, este término, que apenas tiene uso, aparece recogido en diccionarios como el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos, el de Usos y dudas del español actual, de Martínez de Sousa, y el Diccionario de uso del español, de María Moliner.
En cualquier caso, no hay que olvidar que son los primeros pasos frente a una nueva palabra que, como otras, quizá con el tiempo nos resulte familiar.
El resto de la semana hemos hablado de:
Lunes: Los numerales que terminan en un/una concuerdan con el sustantivo que les sigue: veintiuna personas, no veintiún personas.
Miércoles: El adjetivo exorbitante se escribe sin hache intercalada, puesto que está relacionado con el sustantivo órbita, de modo que la grafía exhorbitante no es apropiada.
Jueves: Las siglas de tasas e impuestos se escriben con mayúsculas (IVA, IRPF, ISR), pero cuando se desarrollan, las palabras que las integran se escriben con iniciales minúsculas si son nombres comunes: impuesto sobre el valor añadido, impuesto sobre la renta de las personas físicas, impuesto sobre la renta.
Viernes: El significado originario de olimpiada es 'periodo de cuatro años comprendido entre dos celebraciones consecutivas de los juegos olímpicos', pero en la actualidad el Diccicionario académico recoge como primera acepción de este término 'competición deportiva universal que se celebra cada cuatro años en un lugar previamente determinado', por lo que puede considerarse sinónimo de juegos olímpicos.
Y terminamos con la recomendación en vídeo de esta semana: «rr» en palabras compuestas (ciclorruta, no cicloruta).