Los libros sobreprotegidos
No podemos sorprendernos que los lectores prefieran las ediciones piratas que permiten compartir el archivo y convertirlo en distintos formatos para garantizar su lectura en el futuro.
Hace poco salía la noticia de que la original editorial y librería argentina Eterna Cadencia había publicado un libro impreso con una tinta que desaparece al cabo de dos meses de comenzar a ser leído el libro. Esta creativa campaña que buscaba promocionar nuevos autores conquistó dos Leones de Oro en Cannes para la agencia de publicidad responsable de su elaboración.
Imaginemos ahora una industria editorial tan obsesionada con que los lectores no compartan los libros sin su permiso que decidiera usar el mismo método para evitarlo aún a costa de que el comprador no los pudiera leer al cabo de un tiempo, todo con tal de preservar la integridad del copyright.
Algo similar ocurre con los libros electrónicos con DRM que se comercializan en España: es tal la preocupación que tienen los autores y editores por protegerlos que no les importa el perjuicio que esto provoca en los lectores incluso dando la posibilidad de que no podamos hacer uso de esos archivos en el futuro.
Veamos, el DRM (digital rights management) de los libros es una tecnología que permite proteger los ebooks para que estos no puedan ser copiados ni distribuidos libremente puesto que los archivos vienen encriptados para que solo el usuario autorizado lo pueda leer en sus dispositivos autorizados. Los hay de dos tipos, el DRM de Adobe, que permite leer en cualquier dispositivo que haya sido validado en el software de Adobe Digital Editions, y los DRM nativos, ligados a dispositivos y aplicaciones como el Kindle de Amazon.
¿Y en qué se asemeja a la tinta que desaparece? Pues no sólo en que esta tecnología nos impide compartir los libros adquiridos sino que además puede hacer que los libros comprados no estén disponibles en el futuro. ¿Cómo? Dado que el encriptado depende de un software o un dispositivo en concreto, puede pasar que cambiemos de dispositivo con lo cual ya no podríamos leer esos libros (es el caso del Kindle) o que Adobe ya no diera soporte a nuestro sistema operativo, que quebrara o que acabara con esa línea de negocio. Sea por lo que sea el caso es que el libro se volvería innacesible para nosotros. Aunque estos sean casos extremos que probablemente no sucedan, la sola posibilidad de que pueda ocurrir hace que nos cuestionemos su existencia. Además, puesto que estas tecnologías nos "autorizan" a leer el ebook hay una sensación de que el Gran Hermano nos está observando de cerca.
Lo cierto es que con este panorama no podemos sorprendernos que los lectores prefieran las ediciones piratas que permiten compartir el archivo y convertirlo en distintos formatos para garantizar su lectura en el futuro. Por lo tanto, si todo esto es tan evidente, ¿por qué la mayoría de editores optan por proteger el archivo? Fundamentalmente por dos razones, por miedo y desconfianza. Miedo a que su modelo de negocio actual se exponga a los avatares de las nuevas tecnologías y desconfianza con los posibles compradores de los libros (de hechos, se protegen los libros en detrimento de los compradores).
Al final es cierto que no todos los editores y autores sobreprotegen los libros, muchos optan por poner los libros sin estas trabas y algunos hasta los publican con licencia creative commons, pero sería necesario un esfuerzo conjunto de todo el sector para decirles a los lectores que confían ellos y en el uso responsable que harán de los archivos digitales. Hasta entonces, puede que la tinta de nuestros libros acabe por desaparecer.